Rueda informativa ofrecida por la portavoz del Ministerio de Asuntos Exteriores de Rusia, María Zajárova, Moscú, 8 de octubre de 2020
Injerencia de EEUU en el proceso electoral en Nicaragua
Un nuevo y no menos flagrante caso de la injerencia de EEUU en los asuntos internos de Estados soberanos ha sido la reciente celebración del Foro “Nicaragua: posibilidad de elecciones libres y justas” organizado por el Departamento de Estado de EEUU.
Se señaló en el evento, entre otras cosas, que el Secretario General de la Organización de los Estados Americanos había recibido de la oposición nicaragüense un proyecto de la reforma del sistema electoral que supuestamente habría de ser sometido a consideración del Gobierno en ejercicio.
¿Por qué razón está tan involucrado Washington en dicho tema? Es una pregunta innecesaria en realidad, dada la actitud de EEUU y de sus élites políticas hacia sus vecinos, los países latinoamericanos.
Es decir, el documento en cuestión, antes de llegar a su destinatario, se había hecho llegar a una tercera parte y a la opinión pública, para que los discutieran y, según todo parece indicar, aprobaran. Y es algo que no tardó en ocurrir, acompañado por amenazas de nuevas sanciones, en caso de no cumplir el Gobierno de Managua con las pertinentes exigencias.
Nos gustaría preguntar a nuestros interlocutores de Washington, si se han imaginado en alguna ocasión que el mismo esquema sea aplicado contra ellos. Es que día tras día van a la caza de señales de injerencia externa en su proceso electoral, no sin dejar de imponer de manera paralela sus recetas a Estados soberanos ni de amenazar con todo tipo de castigos a quienes no sean de su agrado.
EEUU está desestabilizando coherentemente la situación política en numerosos Estados. Los países latinoamericanos, lejos de ser una excepción, confirman dicha tendencia. Condenamos esta práctica.
Consideramos que la solución de las discrepancias, sea en Nicaragua, Bolivia, Venezuela, Haití u otro destino, ha de basarse en el Derecho Internacional y no en reglas “inventadas por alguien”, unas reglas que no dejan de modificarse, no aparecen recogidas en ninguna parte y se encuentran al margen de la Ley y de los principios morales. No percibimos ninguna alternativa a la solución de las discrepancias internas por la vía de un diálogo inclusivo en el que participen todas las partes del conflicto, independientemente de sus posturas ideológicas.