Rosa Díez: "No hay país democrático que esté a salvo de que llegue al Gobierno un tipo como Zapatero"

patroclus

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9 Feb 2009
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Lo que está ocurriendo en España es consecuencia de un pasado en el que no siempre hicimos las cosas bien". A lo que se refiere Rosa Díez es a lo que ha ido "modulando el proceso de deterioro democrático que nos ha traído hasta aquí". No sólo las iniciativas políticas que han ido erosionando los contrapoderes, dejándonos cada vez más indefensos ante las arbitrariedades de quienes nos gobiernan. Sino todo "lo que hicimos mal, los silencios, las complicidades, la desidia, la cobardía, la inmadurez, el egoísmo…". Ha sido un camino que se ha ido haciendo paulatinamente, dice ella. Pero no por eso alguien podrá decir que no se podía saber. "Todo estaba denunciado, todo estaba anunciado, todo estaba escrito… Pero nos descuidamos… y pasó". Ella ha recopilado al menos todo lo que ella escribió a lo largo de las décadas. Cientos de artículos que iban encendiendo las alarmas y anunciando ese trayecto hacia el abismo. En ¿Cómo hemos llegado a esto? (La Esfera de los Libros) lo que hace es recorrerlo a la inversa, para "reconocer exactamente a qué nos enfrentamos los demócratas que seguimos decididos a resistir". Hablamos con ella:

Pregunta: Señora Díez, ¿cómo hemos llegado a esto?

Respuesta:
Yo creo que ha habido una sucesión de acontecimientos políticos en los últimos años que no produjeron la reacción necesaria en la sociedad española. Y ello ha producido esta situación de deterioro de nuestra democracia. Todo empezó a quebrarse por una decisión estratégica que tomó en su momento José Luis Rodríguez Zapatero. Todo lo que habían sido los logros de la Transición: la construcción de la España constitucional y democrática; la construcción de la España plural, en la que se había superado el cisma que nos enfrentó durante tanto tiempo y en la que se habían consolidado unas bases comunes sobre las que construir nuestra convivencia. El PSOE de Zapatero hizo una apuesta por la confrontación entre españoles, por romper el consenso constitucional y por volar el pacto de la Transición. Yo lo viví desde dentro. No es una opinión. Es una cosa que vi con mis propios ojos, que presencié desde dentro del partido. Zapatero contagió a las bases ese señalamiento como enemigo del adversario político y democrático; ese abrazo con el enemigo de la democracia, que era ETA y los partidos que la representaban. Todo eso fue ocurriendo ante nuestras narices. Y el conjunto de la sociedad, desde los políticos hasta los medios de comunicación, los prescriptores de opinión y los contrapoderes democráticos, entre los que se encuentra naturalmente el mundo económico, no actuamos. Se prefirió no escuchar a las voces que alertaban sobre la ruptura del vínculo de incipiente ciudadanía que se había venido construyendo en España. Porque la estrategia de Zapatero era resucitar las viejas dos Españas. Desde su llegada al poder se fue cavando un foso entre españoles; y desde el PSOE se comenzó a reprobar más a la derecha democrática que a ETA, por ejemplo. Es duro decirlo, pero si revisas la hemeroteca y si analizas de una forma libre y rigurosa los acontecimientos, te das cuenta. Así es como hemos llegado hasta hoy. Claro, podríamos decir, sí, que nos descuidamos. Pero fue mucho más que un descuido. Fue una incapacidad, una falta de capacidad política y de empuje democrático para enfrentarnos a lo que suponía esa estrategia. Desde luego no fue un descuido por parte de Zapatero, o una serie de decisiones incorrectas. Algo que se le fue de las manos. Fue una opción perfectamente consciente, que tomó además porque quiso emular lo que había hecho Mitterrand en Francia: provocar la ruptura de la derecha, para que la izquierda, en este caso el Partido Socialista, tuviera siempre el gobierno aunque no tuviera mayoría.

Todo empezó a quebrarse por una decisión estratégica que tomó en su momento José Luis Rodríguez Zapatero. No es una opinión. Es una cosa que vi con mis propios ojos, que presencié desde dentro del partido
P: A mí la pregunta que me sale hacerme es si de verdad la Transición logró esa reconciliación que tanto se comenta. ¿No ha sido demasiado fácil romperla?



Gracias por ver
R: Entiendo lo que quieres decir, pero no comparto esa reflexión. Verás, los que hicieron —hicimos— la Transición, los que realmente apostaron por ella fueron aquel Partido Comunista, aquel Partido Socialista, aquella derecha, que era UCD primero, Alianza Popular después, o sea, aquellas cortes franquistas que se hicieron el harakiri… Todos ellos sí creyeron y sí quisieron la reconciliación. Ellos habían sufrido la Guerra Civil y habían vivido sus consecuencias. Ellos sí querían la democracia, porque no querían que se reprodujera la historia. En la guerra sufrieron todos casi por igual, podríamos decir. En la posguerra sufrieron, naturalmente, mucho más los que perdieron la guerra. Pero las heridas estaban ahí. Y quienes hicieron la Transición no querían que la historia se repitiera. Quienes querían, han querido y quieren que vuelva la confrontación entre españoles son personajes, personas o partidos políticos que no creen en la democracia porque, entre otras cosas, tampoco creen en España. Los terroristas mataron para que la Transición no tuviera éxito. ETA no mató contra la dictadura, como repiten ahora. Mató contra la Transición, mató contra la democracia. Mató para que la Transición y la democracia no tuvieran éxito. Quienes llegaron forzados a la Transición, es decir, los nacionalistas, han estado esperando la traición de los socialistas para tener una oportunidad. Y ahora ya la tienen. El PSOE se ha unido a quienes nunca quisieron la Transición. Se ha unido a los totalitarios. Aquellos que, si tuvieron algún papel en la Transición, fue forzado, porque no la querían. E incluso a aquellos que trataron de destruirla asesinando. Esa es la cuestión: el cambio de bando socialista, que se produjo, repito, por una decisión estratégica de José Luis Rodríguez Zapatero.

P: ¿No había confrontación antes de Zapatero? ¿No se dio la campaña del doberman al final del felipismo, por ejemplo?

R:
En eso tienes razón. Hubo algunas alertas antes. En la última etapa de Felipe González existió una reacción inaceptable, muy caliente, que no era propia de un partido socialdemócrata. La imagen del doberman es un ejemplo, claro. Y lo mismo ocurrió a la inversa durante la segunda legislatura de José María Aznar. Se produjeron momentos de exaltación y radicalización. Pero fueron chispazos. No respondían a una estrategia medida, como la que puso en marcha Zapatero.

El PSOE se ha unido a quienes nunca quisieron la Transición. Se ha unido a los totalitarios
P: ¿Cómo fue la campaña del 82? ¿No hubo alertas exaltadas desde la derecha ante la posibilidad de que gobernasen los socialistas por primera vez desde la Segunda República?

R:
No. Los comienzos de los ochenta, con todas sus dificultades, lo que demostraron fue que España había alcanzado la normalidad democrática. Es decir, el primer partido en ganar las elecciones y gobernar fue UCD, o sea, la derecha. Y no pasó nada. Y yo recuerdo perfectamente a Felipe González comentar en el Comité Federal del PSOE, tras ganar en el 82, que esa victoria era la consolidación definitiva de la democracia. Quienes habían hecho la Transición apostaron por esa pluralidad democrática. No se demonizaba la derecha, no se la llamaba fascista en aquel momento. No se mencionaba a Franco. Ganó la UCD y no pasó nada. Ganó el Partido Socialista y tampoco pasó nada. También hubo errores, por supuesto. Los cometieron tanto el Partido Popular como el Partido Socialista. La transferencia de la educación a todas las comunidades autónomas fue un error. No se evaluaron las consecuencias. Dejar la educación en manos de los nacionalistas es abrir la puerta a la ruptura. Y hubo otros errores, desde luego. Lo que pasa es que fueron eso: errores. Fallos de percepción, cesiones al oportunismo. No respondían a una estrategia, como sí han respondido todas las maniobras del PSOE desde los gobiernos de Zapatero. Yo lo viví desde dentro, repito. Yo me fui por eso, vaya. La ley de Memoria Histórica es una ley que decide Zapatero, pero no para compensar a quienes habían sufrido la guerra y la posguerra y la dictadura. No. La decide para romper el vínculo incipiente de ciudadanía y para enfrentar a la mitad de España contra la otra mitad. Yo viví aquella época y recuerdo perfectamente que cuando el Partido Popular presentaba una enmienda, una transaccional para acercar posiciones, el Partido Socialista retiraba el texto original para que no fuera posible la transacción, porque lo que quería era romper. Esa es la gran diferencia. El hito de la ruptura se produce con Zapatero. Asusta mucho verlo, pero es así. Zapatero comenzó a romper todos los consensos desde su primera legislatura. Todos, absolutamente todos los que había alcanzado el PSOE con el Partido Popular. Todos los pactos de Estado, todos los consensos. Incluso los que había propuesto él, como el pacto por las libertades y contra el terrorismo. Rompe incluso el eje de relaciones históricas en Europa. Rompe todo y lo rompe a propósito. Su primera legislatura fue una legislatura de demolición y, pese a todo, ganó las siguientes elecciones con mayor apoyo que el que había cosechado de una manera, en fin, emocional y retorcida después de los atentados de los trenes en Madrid en el 2004. Lo que le hizo perder fue la economía, cuando gestionó mal la crisis económica. Pero ni siquiera se la inventó él. Sin embargo, la ruptura sí se la inventó. La confrontación entre españoles y la división sí se la inventó él. Y no fue castigado. No hay un relato alternativo al de Zapatero. En España no ha habido cuajo democrático suficiente, no ha habido un debate político de altura, no hemos querido mirar a los ojos lo que estaba ocurriendo. Y así ha pasado lo que ha venido pasando. Ninguna democracia, ningún país democrático está a salvo de que llegue al Gobierno un tipo como Zapatero. No te quiero contar como el que tenemos ahora, pero tampoco quiero desviarme de donde, a mi juicio, empezó todo. No hay país democrático que esté a salvo de que llegue al Gobierno un tipo como Zapatero, dispuesto a romperlo todo. Pero los países democráticos con historia, con cultura democrática, vertebrados, tienen instrumentos para impedir que eso cuaje. Ya podía haber llegado, yo que sé, de presidente de la República Francesa. Se lo hubieran cargado, aunque hubiera tenido mayoría absoluta, porque hubieran actuado inmediatamente los contrapoderes democráticos y no le hubieran permitido romper la estructura constitucional, la estructura política y la estructura democrática. En España, por desgracia, no pasó nada. Se le dejó actuar. Y luego llegó esto.
 
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mejor nos hubiera ido si en vez del triunvirato presentado en el 2000 en la psoe hubieran elegido a ella en vez del gran zetapetas hasta bono parecía decente en comparación a lo que llego.

grande ROSA 10, de los pocos políticos que se salvan en España, hasta que no se amaron a UPyD no pararon.
 
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