"Que soy compañero, cachopo, que soy compañero"

Al-paquia

Paco de Paquitania cazador de Psicópacos Pacópatas
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HASE FALTA EL CONFINAMIENTO TOTAL Y CONTROL ABSOLUTO DE TODOS LOS ASPECTOS DE LA VIDA ECONOMIA INCLUIDA PORQUE LA HULTRADERESHA NEGASIONISTAH IRRASIONAL QUIERE CREAR EL CAOS!!!!!

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Raulisimo

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El Síndrome de Sherwood es una estrategia táctica policial desarrollada por David Piqué durante su mandato como Comisionado General de Coordinación Territorial para los Mossos d’Esquadra, la policía autonómica de Catalunya. Con diferentes variantes, es una estrategia utilizada por los cuerpos policiales más represivos del mundo, y su finalidad es clara: buscar la confrontación para justificar la posterior represión y lograr dañar lo máximo posible la imagen pública de los manifestantes.

Aunque a primera vista pueda sonar a teoría de la conspiración, el Síndrome de Sherwood es la técnica que da nombre al trabajo de final de máster de David Piqué sobre políticas públicas de seguridad aplicables para acabar con el fenómeno antisistema/okupa en el distrito de Gràcia, y es fácil ver que se aplica en más de una ocasión.

Un ejemplo se dio en la manifestación en protesta por el encarcelamiento de Pablo Hasél en la céntrica Plaza de Sol o en Valencia.

Cómo criminalizar una protesta social
Pocas cosas dividen más a la población estos días que la condena o no a los actos vandálicos que inundan las televisiones y grandes medios de todo el Estado. Como si de ciudadanos de pleno derecho de tratara, los contenedores de basura han recibido los pasados días más apoyo mediático que cualquier anciano desahuciado de su hogar en el último año.

No se comenta en estos medios que cada día de fuga del emérito nos cuesta a todos unos 50 contenedores. O que si los bancos devolviesen el dinero público con el que se les “rescató”, cada ciudadano podría tener su propio contenedor en la puerta de su casa y un operario para vaciarlo y limpiarlo.

Quien defiende a los contenedores tampoco suele comentar nada sobre la manifestante que perdió un ojo por un disparo de la policía. Y si habla, es para comentar que “no hubiera estado ahí”. Como si manifestarse fuera un deporte de riesgo ilegal en el que te atienes a las consecuencias de lo que pueda suceder, ya sea ser detenido o recibir un balazo/porrazo. Y esa es la idea.
Cuando un movimiento social pone en tela de juicio el modelo de convivencia actual, la respuesta habitual de los medios de comunicación, especialmente los de corte más conservador, es criminalizarlo, buscar la manera de justificar medidas policiales que, en muchos casos, se exceden por su violencia. Esto sucede en casi todo el mundo en mayor o menor medida. Ha pasado con el movimiento Black Lives Matter en Estados Unidos y pasó con el Movimiento 15-M en España.

No se trata de un punto de vista sesgado. Se ha denunciado en multitud de ocasiones a medios que han manipulado noticias, por ejemplo, usando imágenes de otros países o trucando las fotografías, amén de denuncias de ONGs como Amnistía Internacional o Human Rights Watch, o incluso el propio Tribunal Europeo de Derechos Humanos, muy poco sospechoso de ser antisistema.

Para intentar lograr que la población se posicione a favor de esta represión se utiliza una infinidad de recursos. Uno de los más visibles son los grandes medios de comunicación, que muestran tan sólo una parte de la realidad vivida en las calles. Ya sea por puro morbo y búsqueda de audiencia, por interés corporativo, o bien un poco de ambas, la mayoría de los medios, incluso los denominados progresistas, tienden a mostrar fragmentos sesgados de lo que está pasando, con honrosas excepciones. No es extraño ver que las múltiples grabaciones que se difunden por redes sociales desde cuentas individuales contrastan con lo que aparece en televisión.

Otro importante recurso es la Justicia, para la cual el término “terrorista” es un enorme saco legal en el que meter a todo aquel que difiera de la visión de modelo de estado impuesto en 1978, y sobre el que puede recaer todo el peso de la oronda justicia postfranquista de la Audiencia Nacional.

Aquí entran en juego dos factores: el primero, la politización de la Justicia, cuyos miembros, elegidos por el Congreso, tienden a ser de mayoría conservadora, hombres y de avanzada edad, que en ciertos casos reflejan un sesgo a la derecha en sus resoluciones; y, el segundo, la ambigüedad y contundencia de leyes que proceden de hace décadas y que no se han actualizado ni detallado lo suficiente, lo que permite que pierdan cierto sentido y/o que queden al desamparo del sesgo del que juzga. Los delitos de enaltecimiento al terrorismo, de injurias a la Corona, de rebelión y de sedición son buenos ejemplos.

Y, por supuesto, otro recurso es el policial. Y la táctica preferida para ello tiene un poético nombre: Síndrome de Sherwood.

Este bonito término fue elegido por David Piqué i Batallé, comisario general de coordinación territorial de los Mossos d’Esquadra, y designa su trabajo final de máster sobre políticas públicas de seguridad aplicables para acabar el fenómeno antisistema/okupa en el distrito de Gràcia (Barcelona), considerado como un “factor de riesgo para la convivencia y foco potencial de percepción de inseguridad”.

Las técnicas que desarrolló en este trabajo de fin de Máster son utilizadas desde entonces por la Policía no solo contra los okupas, sino en cualquier manifestación que se considere subversiva desde los altos mandos. El siguiente vídeo es un buen resumen del concepto para iniciarse:


Por lo tanto, y como resumen introductorio, se podría decir que esta táctica busca abiertamente provocar disturbios y confrontación para criminalizar a los manifestantes. No se trata de una teoría conspiratoria, se trata de un manual de actuación, y se puede consultar aquí.

Se utiliza por lo tanto a los agentes como peones de una estrategia que poco tiene que ver con el mantenimiento del orden público, exponiéndolos a sabiendas a situaciones críticas que son totalmente evitables. También se pone en peligro la integridad física de los manifestantes, de los periodistas que la cubren, y de cualquier persona que pase por el lugar equivocado en el momento equivocado. El caos para mantener el “orden”.

50 detenidos y 80 heridos en la segunda noche de protestas por el encarcelamiento del rapero Pablo Hasél

Hoy comprobamos los graves daños causados en comercios de Madrid, Granada, Guadalajara, Cataluña

Hablamos del tema con el HT #ESporHasél

Espejo Público: Últimas noticias y entrevistas del programa de Susanna Griso pic.twitter.com/Rz8M13O7lh — Espejo Público (@EspejoPublico) February 18, 2021
La teoría del Síndrome de Sherwood
El texto que da origen a esta táctica policial forma parte del trabajo de de final de máster de David Piqué, y su finalidad es la criminalización del movimiento okupa y antisistema, considerado en todo momento como “problema” de orden público.

El autor se posiciona en la perspectiva de la actuación policial desde una óptica represiva y “realista”; es decir, carente de consideraciones éticas o morales. Los movimientos sociales antisistema son referidos en todo momento como “enemigos”, y el texto abunda en metáforas y referencias de la historia militar para argumentar el modo de ejercer el poder policial (combinado con el político y mediático) para eliminar estos movimientos.

Se trata de una forma de entender la sociedad totalmente autoritaria y donde aquellos que piensan diferente de la corriente hegemónica son considerados inmediatamente enemigos de la sociedad, sin tener en cuenta los actos que estos lleven a cabo.

La propia metáfora que da titulo al Síndrome de Sherwood parte de la puesta en cuestión del mito de Robin Hood, sobre el que se asume una posición de relativismo moral que se resuelve con la defensa del orden sistémico como único principio guía. Como el propio Piqué explica en la introducción:

El Síndrome de Sherwood, es una metáfora basada en las leyendas medievales inglesas de Robin Hood, donde el héroe luchaba contra la opresión y el poder establecido. Robaba a los ricos para darlo a los pobres y se refugiaba en su escondite del bosque de Sherwood. El problema estaba, como siempre, en que el héroe y su grupo, decidía quiénes eran los ricos a quien robar y los pobres a quien beneficiar.
Síndrome de Sherwood: ¿y si es la Policía quien provoca los disturbios?
 

Viviendo Digno

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Está clarísimo que es una operación dirigida. La gente no está tan cabreada ahora mismo como para salir a protestar de motu propio.