Para ser ESPAÑOL PURA SANGRE hay que tener narices y EMPAQUE TERCIO ESPAÑOL

Markkus

Madmaxista
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Tercios Viejos de Infantería Española.
Para las generaciones blandengues hijas de la LOGSE y la manipulación educativa que ha propiciado que en este país se oculte, ignore y manipule la HISTORIA a fin de mantenernos atomizados, divididos, enfrentados. España tiene HÉROES y es menester que recuperemos su LEGADO e IDENTIDAD a fin de trasladar su espíritu a nuestro hoy tan degradado imaginario colectivo


Los anglos se flipan con sus barquitos, los gabachos con su gran arme, los gringos con su fruta industria armamentística. Esos hijos de la gran fruta ignoran lo que supone la furia española agitando la sangre viniéndose arriba en minoría y peleando con desprecio, arrogancia, soberbia, mala leche incontrolable, sed de GLORIA, demostración de narices, HONRA como ética y estética. Los españoles antes éramos así, éramos auténticos bárbaros inamovibles, impertérritos, rudos, toscos, barbudos, muy pendencieros y orgullosos sabedores de que nuestra condición de ESPAÑOLES nos exije batirse con todo sin capitulaciones, treguas ni tonterías.


Porque los ESPAÑOLES somos un pueblo que desde la Antiguedad se ha destacado ante todo por tener narices. Lo llevamos en el puñetero ADN. Debe ser cosa de la fruta orografía, el clima y el encabronamiento en la sangre que genera: esa mala leche que lo mismo te hacía devotios, te resistía en numancia, te combatía al jovenlandés o se iba a guerrear por medio mundo sistematizando que los españoles éramos los mejor preparados para la guerra de entre todos las naciones
. Y viva Dios que nos gustaba batirnos, adquirir GLORIA y HONRA destacándonos en el combate. Era un estilo de vida donde las golden cadenacas, la ropa de seda con bordados de oro y la impresión que causábamos tenía su contraparte en unas dotes militares que nos hacían literalmente invencibles.


La importancia y significación histórica de los TERCIOS va más allá de que fueran la fuerza militar con la que una dinastía extraña a España engrandecía su fortuna en tanto la de España menguaba. Soy el primero que lo reconoce. Empero los TERCIOS no guerreaban por dinero (que también) sino por el ORGULLO de ser españoles y sobre todo la HONRA de destacarse como los más fuertes, los más bravos, de los mayores narices.


Nuestros TERCIOS tenían algo que pocos pueblos pueden arengarse: tenían HONRA, narices y un sentido hidalgo puramente castellano de la vida que les predisponía para buscar la muerte con desprecio al afirmar la vida con orgullo, altivez de soldado español imbatible, empaque y una maestría y confianza en sí mismos que les caracterizó por ser unidades de Infantería imbatibles que hacían estragos allá por donde pasaran. Eran el mismísimo espíritu gurrero español (celtas, iberos, numancia etc.) encarnado en la figura de unos hombres que sin ser los más altos o los más boyantes eran los primeros en reclamar los puestos más peligrosos de la formación acometiendo con todo vinieran en la cantidad que vinieran y armados como quisieran.



Y estuvieron abandonados a su suerte en Flandes, sin recibir sus pagas, aguantando todas las vicisitudes habidas y por haber, expuestos a la crudeza de una época durísima. Y se llegaron a amotinar muchísimas veces, pero en una de ellas y ante el riesgo de que los herejes hirieran a sus hermanos españoles en Amberes no dudaron en acudir a su ayuda demostrando su alto grado de respeto por sus hermanos.





Un TERCIO ESPAÑOL no capitulaba jamás, se debían a la HONRA que confiere portar las armas con brío y sentido del que es hidalgo y por ende nace asumiendo la vida como guerra, como búsqueda incesante de GLORIA demostrando que la condición de español reside en buscar peligros despreciándolos primero para vencerlos después parafraseando a Quevedo.


Nuestros ancestros en general y la soldadesca de los legendarios y arquetípicos Tercios Viejos de Infantería Española en particular gustaba de distinguirse respecto a los hombres de otras naciones en cuanto a demostrar ser los más valientes, los más aguerridos, los que tenían más narices, los más osados, los más temerarios, los más pendencieros, los más fuertes, los más chulos
. Es de lógica entonces que cuando tú te identificas como moderno portador del LEGADO, IDENTIDAD e HISTORIA de nuestra mítica raza castellana vayas por la vida en primera linea de fuego batiéndote impasible e inamovible frente a cualesquiera problemas, retos o desafíos. Lo llevas genética y espiritualmente en la sangre y actúas con el enorme ORGULLO y HONRA que premia el acometer de acuerdo a las esencias de aquellos guerreros que despertaban auténtico pavor sólo de conocerse su presencia. Aquellos barbudos con piernas como robles que afrontaban cada combate como una oportunidad de probarse a sí mismos, adquirir mayor HONRA y GLORIA y demostrar porqué ser español equivalía a ser un hombre austero, determinado, movido por un gran espíritu, violento, muy altivo, maestro consumado en el arte de la guerra.


Ellos se caracterizaban especialmente por no capitular jamás, vinieran como vinieran sin importar a cuántos enemigos hacer frente o en cualesquiera aciagas circunstancias. Ellos presentaban batalla cuadrando picas, disponiendo arcabuces, sacando roperas y cuadrándose recios, toscos, barbudos, invocando a Santiago con muy mala leche y preparados para salir victoriosos enfrentando lo que viniera o morir con la HONRA que confiere vivir y morir como españoles, esto es, vendiendo cara la piel y poniendo de manifiesto porqué nuestra raza española siempre se ha distinguido por ser la que ha dado al mundo los mejores GUERREROS.


Recordad siempre que allá donde ondee la bandera del TERCIO (Cruz de Borgoña bien tatuada MANDA) la resistencia será llevada hasta sus últimas consecuencias: vengan como vengan y en la cantidad que sea. Los calculos racionales evidentemente están en discordia con esta furia española legada merced de la HIDALGUÍA en vena cuyo ardor agita la sangre al compás de la mala leche inundando el sistema nervioso central pidiendo entrar en combate con desprecio a la muerte precisamente porque no se ama sino una vida que es afirmada con fuerza y temeridad.


Eso eran los TERCIOS, porque nuestra tarea como descendientes suyos es honrar su memoria, portar su Espíritu, Legado e Historia con su mismo empaque y solera y sobre todo enaltecerlo para mayor GLORIA de unas generaciones venideras que han de saber que sus ancestros lejos de temer la muerte la buscaban incesantemente como medio de reafirmar su condición de españoles.


La España gloriosa y poderosa muere con la muerte de los TERCIOS. No en Rocroi pero sí años después. Sin TERCIOS ESPAÑOLES, sin hidalgos de sangre honrosa que salieran a defender España (más bien los intereses de una dinastía, en HONOR a aquellos hombres sea dicho) batiéndose con todo la decadencia del país era inexorable pues se habían sentado todas las bases para ello. En cuanto agotamos nuestra natural vocación guerrera por haberla puesto al servicio de una dinastía extranjera y extraña al alma española, en la Patria no quedaban sino almas corruptas que buscaban medrar, pereza y lujos en una corte que no era la de unos Reyes Católicos sino la de unos me gusta la fruta que maltrataban al pueblo de forma más semejante al despotismo ruso que al absolutismo ilustrado. El tímido reformismo ilustrado de unos Borbones alicaídos no bastaba para sanar a España.







Aquella altiva, apasionada y extremadamente valiente y temeraria sangre corre por nuestras venas, españoles, siendo a nós en esta fruta posmodernidad deber y ORGULLO portar con narices su LEGADO, IDENTIDAD e HISTORIA con sin que haya mayor HONOR que llevar su enseña por bandera (Cruz de Borgoña tatuada sin gaiadas en la mazadura manda) demostrando dónde anida un TERCIO ESPAÑOL: recios, toscos, barbudos, impertérritos frente a cualesquiera circunstancias. Hijos de una tierra sempiternamente mal pagadora con sus mejores hijos.

El día que ese mismo Espíritu que movía a los TERCIOS vuelva a empujar en formación columnas de españoles se pueden ir preparando los enemigos que tiene España en el interior porque no habrá piedad ni concesiones para ellos. Se lo debemos a todos los españoles que han tenido que soportar históricamente a estos me gusta la fruta ineptos que maltratan, humillan y degradan a ESPAÑA.

Fuertes mental, física y espiritualmente. Bravos, altivos, arrogantes, pendencieros, exaltados, románticos y burlones empero no menos determinados, indolentes y heroicos. Auto-motivados, auto-organizados y auto-disciplinados. Tatuarse la Cruz de Borgoña y salir a batirse por GLORIA con HONRA, con narices, como españoles hijos de una penísula que sigue pariendo hombres armados. Eso es lo que quisieran nuestros ancestros.


Jamás olvidéis que España fue grande en tanto aquellos hombres existían para hacer valer la fuerza de su extraordinario espíritu español: unidades de ÉLITE que se caracterizaban por ser los que tenían más narices, los que afrontaban en PRIMERA LINEA las misiones mas arriesgadas, los combates más arduos. Un Tercio de 3.000 barbudos con piernas como robles se bastaban a sí mismos para salir victoriosos de cualquier disputa tirando de pica, arcabuz y toledana con muy mala leche, despreciando la muerte porque ellos peleaban por el ORGULLO de saberse los mejores, los imbatibles españoles, los de mayor empaque y maestría.



Son los ALFAS los que no temen al esfuerzo físico, a machacarse física y psicológicamente al límite, no ya sólo con hierros y MMA sino aun existencialmente, asumiendo todo reto, desafío y dificultad como oportunidades que concede la vida para hacernos más fuertes, recios e indolentes a fuerza de superarlos con narices, ORGULLO, determinación, violencia, genialidad. El virtuosismo del GUERRERO no consiste sino en entender que en la vida hay que empujar fuerte con ella, abrirse paso a palos pugnando por la GLORIA que te pertenece situándote en primera línea de fuego en un acometer tan español como indolente y bravo se torne. En la vida hay que buscar riesgos despreciándolos abiertamente, tornarse insolente, dominador, arrogante etc. sin renunciar al interés puramente humanístico que define a los españoles bon vivants, los dandys, los modernos continuadores del ideal arquetípico hispano: SOLDADO-LITERATO. Nuestra vieja raza hidalga siempre ha nacido hombres curtidos sin par en el ejercicio de las Armas empero sin que ello fuera óbice para engrandecer las Letras expresando a viva pluma el alma española pasional y temperamental que alimenta estos narices guerrilleros irreductibles.


1) Españoles pelear tienen por gloria y vencer por costumbre.

2) Se les ve expuestos a la injuria de los tiempos, en la miseria; y a pesar de ello, más bravos, soberbios y orgullosos que en la opulencia y la prosperidad.



Es esta grandeza espiritual, este empecinamiento altivo y quijotesco (hacer las cosas a la española es hacerlas a lo grande) el que define el carácter irreductible de los buenos españoles. Este nervio templado, pasional, bravo y valeroso que lo mismo te coloniza un continente, se subleva contra reyes, que te domina casi 200 años los campos de batalla que con España quebrada te da tipos como Riego, Empecinado, Durruti, Millán-Astray. Es que de cuando en cuando surgen estas perfectas emanaciones de las virtudes de nuestra Patria.




 

Ajoporro

Un cuñao cualquiera
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Bullas
Los españoles pagamos más de la mitad e lo que ganamos al Estado, para que nuestros gobernantes, Generales, Generalísimos, Presidentes, Obispos, políticos de baja estofa, pilinguillas, cortesanas y demás ralea ... se me olvidan los banqueros... se jarten de amar y esnifar farlopa a nuestra salud ....

Es la desesperación de sentirte tan iluso y la mala ostra que te entra la que te hace tirar palante.

¿ Empaque de legío..? Los narices.

Ah, que se me pasaba. En la cumbre de nuestro imperio, los españoles pasaban más hambre que Carpanta. me siento amigablemente en el WC mientras pienso en el Rey Nuestro Señor Don Felipe, el II, el III, el IV, el V ... Carlos, Fernandos, Alfonsos y demás bombones y austrias.

Más pan y menos imperios, que han sido todos unos golfos .. y nosotros unos iluso.
 
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Maradono

Madmaxista
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Los tercios no luchaban en Flandes por los intereses de una dinastía, era el desesperado intento de lo que quedaba de la cristiandad por destruir a la finanza internacional que hoy lo domina todo.