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Rouco Sifredi
Guest
El rotundo NO en Francia ha helado las sonrisas hipócritas y el "optimismo
para mil años" del empresariado europeo
inSurGente (Antonio Maira).-
Ha sido como un vendaval de aire fresco que se llevó hedores de corrupción
política y acalló júbilos de festín económico permanente para la oligarquía
europea. El golpe ha sido terrible. Los políticos del sistema se habían
manifestado apocalípticos ante la posibilidad de un triunfo del No, y habían
dado una imagen de integración completa y casi unitaria al servicio del
capitalismo salvaje. A Francia llegó un amenazante y desprestigiado Shroeder
para bronquear a sus ciudadanos por poner en cuestión el futuro de la UE.
Error fatal de los responsables de la propaganda: un alemán, con aspecto de
"boche", diciéndole a los franceses lo que tenían que hacer. Las encuestas
volvieron a rebajar el Sí a los niveles anteriores a la subida desganada que
había provocado la fuerte implicación de la inmensa mayoría de la clase
política francesa. Después el presidente Chirac arruinó su supuesta
imparcialidad constitucional, y aparecieron en los mítines otros políticos
"con gancho": Zapatero se autoproclamó, imprudente y enfático, "símbolo y
esencia" de la izquierda europea. Hasta ahí podíamos llegar. Tanto consorcio
provocó la nausea.
Aquí, en el Estado Español, los partidos de izquierda del reino bubónico se
habían puesto más apocalípticos todavía, y se habían mostrado más integrados
que sus compañeros de "clase política europea" en el país vecino. No en vano
ellos habían demostrado manejar bien la desmovilización y la indiferencia,
con un resultado muy precario pero aparentemente desahogado. No les pasó por
alto la profunda deslegitimación que significaban los resultados, y se
volcaron en la defensa de un Sí en una Francia movilizada.
Se pasearon por allí con aires de triunfadores con discurso milagrero. Pero
en Francia un poderoso movimiento huelguístico había demostrado que la clase
obrera francesa desconfiaba de la construcción de un Mercado con el nombre
de Europa. Ahora, como todos los políticos europeos, han cambiado el
discurso que vinculaba el No al "fin de Europa, y han dicho inmediatamente:
¡Aquí no ha pasado nada!
Para los sindicatos oficialistas, CCOO y UGT, más integrados todavía que los
políticos porque carecen de base social y de autonomía económica, el No
francés, impulsado por los sindicatos de aquél país, ha supuesto la ruina
definitiva como supuestas organizaciones de trabajadores. No se recuperarán
nunca.
Ahora tratarán de recomponer, replantear el discurso, propiciar otra
consulta. Buscarán las mil y una maneras de trampear la derrota. No se dan
cuenta de que el proceso de deslegitimación del sistema económico y de sus
estructuras políticas y mediáticas ha avanzado silenciosamente. Su
democracia no tiene más sostén que el dinero. Son soportados pero
despreciados. Por el momento es un desdén jovenlandesal y una ligera náusea en los
estómagos. Por el momento.
www.insurgente.org
para mil años" del empresariado europeo
inSurGente (Antonio Maira).-
Ha sido como un vendaval de aire fresco que se llevó hedores de corrupción
política y acalló júbilos de festín económico permanente para la oligarquía
europea. El golpe ha sido terrible. Los políticos del sistema se habían
manifestado apocalípticos ante la posibilidad de un triunfo del No, y habían
dado una imagen de integración completa y casi unitaria al servicio del
capitalismo salvaje. A Francia llegó un amenazante y desprestigiado Shroeder
para bronquear a sus ciudadanos por poner en cuestión el futuro de la UE.
Error fatal de los responsables de la propaganda: un alemán, con aspecto de
"boche", diciéndole a los franceses lo que tenían que hacer. Las encuestas
volvieron a rebajar el Sí a los niveles anteriores a la subida desganada que
había provocado la fuerte implicación de la inmensa mayoría de la clase
política francesa. Después el presidente Chirac arruinó su supuesta
imparcialidad constitucional, y aparecieron en los mítines otros políticos
"con gancho": Zapatero se autoproclamó, imprudente y enfático, "símbolo y
esencia" de la izquierda europea. Hasta ahí podíamos llegar. Tanto consorcio
provocó la nausea.
Aquí, en el Estado Español, los partidos de izquierda del reino bubónico se
habían puesto más apocalípticos todavía, y se habían mostrado más integrados
que sus compañeros de "clase política europea" en el país vecino. No en vano
ellos habían demostrado manejar bien la desmovilización y la indiferencia,
con un resultado muy precario pero aparentemente desahogado. No les pasó por
alto la profunda deslegitimación que significaban los resultados, y se
volcaron en la defensa de un Sí en una Francia movilizada.
Se pasearon por allí con aires de triunfadores con discurso milagrero. Pero
en Francia un poderoso movimiento huelguístico había demostrado que la clase
obrera francesa desconfiaba de la construcción de un Mercado con el nombre
de Europa. Ahora, como todos los políticos europeos, han cambiado el
discurso que vinculaba el No al "fin de Europa, y han dicho inmediatamente:
¡Aquí no ha pasado nada!
Para los sindicatos oficialistas, CCOO y UGT, más integrados todavía que los
políticos porque carecen de base social y de autonomía económica, el No
francés, impulsado por los sindicatos de aquél país, ha supuesto la ruina
definitiva como supuestas organizaciones de trabajadores. No se recuperarán
nunca.
Ahora tratarán de recomponer, replantear el discurso, propiciar otra
consulta. Buscarán las mil y una maneras de trampear la derrota. No se dan
cuenta de que el proceso de deslegitimación del sistema económico y de sus
estructuras políticas y mediáticas ha avanzado silenciosamente. Su
democracia no tiene más sostén que el dinero. Son soportados pero
despreciados. Por el momento es un desdén jovenlandesal y una ligera náusea en los
estómagos. Por el momento.
www.insurgente.org