En el minuto 7:45 comienza a hablar Micaela Valdés, la Tía Micaela de la Magdalena. Conocí a la Tía en 1980, yo aún no había cumplido 18 años, trabajaba con ella en la cocina del internado de un colegio en la Magdalena de Zaragoza, barrio tradicionalmente de etnianos en la ciudad.
La Tía fregaba a mano los platos, perolas, etc de los 65 chavales que había en el internado, los monitores, etc. Había sido ayudante de cocina en el bar "El Circo" muchos años, quienes sean de Zaragoza saben de qué estoy hablando. Su nuera, y a veces ella le ayudaba, fregaba las habitaciones, baños, zonas comunes, etc. La nuera, Tina, era una gitana subida de peso de unos 22 años con dos hijos, que cantaba por Camarón fregando la escalera que aquéllo era un gozo. El marido de Tina trabajaba de pintor de brocha subida de peso cuando lo conocí y terminó en el servicio de mantenimiento de El Corte Inglés. Otro era electricista, otro trabajaba de carretillero en la GM, otros dos se dedicaban a la venta ambulante... un poco de todo. Conocí a varios y eran buena gente. Simple, pero buena. Una vez me invitó a su casa por San Juan (que por lo visto es la fiesta grande de los etnianos), comimos algo, unas cervezas, cante, risas, bien.
La Tía contaba su vida mientras rascaba pucheros viejos con una piedra pómez. Había nacido en 1924, en San Sebastián. Del mismo modo que podía haber nacido en Noruega, porque sus padres "iban por el mundo". Hacían un poco de todo. Transportando su modesta industria en un carro con dos mulas. El padre arreglaba cacharros, la madre echaba la buenaventura, los críos trabajaban cuando había temporada de fruta, o ajos, alcachofas, lo que fuera.
Con 13 años se casó con su Alfonso y tuvo a su primer hijo antes de cumplir los 14. Así hasta 9, de los que murieron 2 o 3, no recuerdo. Acabaron en Zaragoza como pudieron acabar en otra parte, nada les ataba aquí. Unas vidas de miseria, de vivir a salto de mata y de no saber qué comerían mañana. Nunca les vi nada fuera de la ley. No digo que no lo hicieran, pero no era su sustento principal.
Ahora todos los hijos tenían sus familias, que giraban alrededor de la autoridad de la Tía, que era la matriarca de una fruta tribu de 18 o 20 personas contando todos los nietos, que eran un paquete.
Recuerdo un lunes que viene toda de mala leche, porque el domingo habían ido a hablar con el párroco del barrio antes de las comuniones. Comulgaba una de las nietas, y querían que comulgara con su hermano, que solo era un año más pequeño. Ellos que sí, el cura que no, por sus narices y al final fué que no. Por la tarde la Tina me contó el resto de la historia:
- Se ha plantao mi Tía delante del cura, se le ha santiguao delante tres veces y le ha dicho: "por San Mamés que te revientes, cabrón de orejay,que bailaré en tu intierro".
Yo no sabía que se maldecía por San Mamés, que solo me suena de ser la catedral del fútbol, pero lo que sí recuerdo es que el cura vivió 3 semanas.