Tuve un gran amigo ya fallecido que por motivo de problemas con la justicia española, fue acusado esa vez falsamente de un butrón a una joyería, se dio el piro ante la llamada de una administrativa que le dijo que había venido su tío a la oficina, él era jefe de instalaciones y había acordado con ella que dijera eso si venía la policía preguntando por él.
El caso es que esa misma tarde se piro a Portugal, y allí estuvo escondido un mes, al cabo del cual sus socios, que trabajaban para un conocido capo gallego, le facilitaron un pasaporte falso y cogió un vuelo a Colombia, concretamente a Cali,
En Cali se tiró un año protegido por el cártel y viviendo una vida que muchos pensarían de ensueño.
Aparte de estar todo el día de fiesta y casi permanentemente borracho a base de canecas de aguardiente local, lo que le dio fama en la zona, decían de él, este españolito tiene aguante, me contaba que ligar allí era algo increiblemente fácil.
Las mujeres más guapas, exhuberantes, con formas femeninas y una tez morena preciosa, a su entender, se desvivían por ligar con él. Solo el hecho de ser español y estar rodeado de sus perennes guardaespaldas y medir cerca de 1,85, hacía que las mujeres tuvieran una gran disposición a hablar con él y a abrirse de piernas una vez iniciaba las hostilidades.
Además, según contaba eran mujeres muy jóvenes, chicas de 20 años teniendo el entonces unos 45. Una vez le ocurrió que una de ventitantos que se estaba beneficiando, se quedó llorando cuando le vio con otra más joven, pensando el que estaba celosa y lo que le preocupaba a ella era que si la dejaba por ser vieja.
Al cabo de un año de vivir en aquella zona y disfrutar de las más adorables caleñas, volvió a Españá, una vez resuelta la autoría del robo, y volvió a su vida con su mujer y sus hijas.
Y juro que esta historia es cierta, porque este amigo con el que coincidí en obras y del que varios nos hicimos muy amigos, siempre contaba historias increibles de su etapa de mafioso, historias que escuchábamos todos los entonces imberbes compañeros y de las que nunca jamás encontramos una contradicción.
Contaba lo que recordaba y cada historia era más alucinante que la otra.