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Madmaxista
Manifiesto SCUM por Valerie Solanas
(Society for Cutting Up Men)
Sociedad para la eliminación de los Hombres
Valerie Solanas
La vida en esta sociedad es, en el mejor de los casos, un completo aburrimiento, y en ningún aspecto relevante, para las mujeres que permanecen siendo personas cívicas, responsables, y en búsqueda de emociones; a menos que se derroque el gobierno, se elimine el sistema monetario, se instituya la completa automatización y la destrucción del sesso masculino.
Es ahora técnicamente posible reproducirse sin la ayuda de los hombres (o, en este asunto, mujeres) y producir solamente mujeres. Debemos empezar inmediatamente. Retener a los hombres no tiene ni siquiera el dudoso propósito de la reproducción.
El macho es un accidente biológico: el gen Y (masculino) es un gen X (femenino) incompleto, es decir, tiene una serie incompleta de cromosomas.
En otras palabras, el hombre es una mujer inacabada, un aborto andante en estado de gen.
Ser macho es ser deficiente, emocionalmente limitado; la masculinidad es un error orgánico y los hombres son lisiados emocionales.
El hombre es completamente egocéntrico, atrapado dentro de sí mismo, incapaz de sentir empatía o de identificarse con otros, de sentir amor, amistad, afecto o ternura. Él es una unidad completamente aislada, que no puede compenetrarse con nadie. Sus respuestas son enteramente viscerales, no cerebrales: su inteligencia es un mero instrumento al servicio de sus manejos y necesidades; él no puede experimentar una pasión o interacción mental; sin poder relacionarse con nada además de sus propias sensaciones físicas.
Él es un muerto viviente, un pedazo insensible, incapaz de dar o recibir placer o felicidad; consecuentemente, en el mejor de los casos, es un aburrimiento total, una mancha inofensiva, pues solamente aquellos capaces de la absorción en otros pueden ser encantadores.
Él está atrapado en una zona crepuscular en la mitad del camino entre los humanos y los personajes, siendo mucho peor que los personajes, pues a diferencia de ellos posee una variedad de sentimientos negativos – repruebo, celos, desprecio, ardor de estomago, culpa, vergüenza, duda – y más aún, plena conciencia de lo que es y lo que no.
A pesar de ser enteramente físico, el macho ni siquiera es apto para ser reproductor. Aún asumiendo una destreza física, que pocos hombres tienen. Primero, no puede acceder a la sensualidad, a la lujuria, al humor; en cambio es consumido por la culpa, la vergüenza, el miedo y la inseguridad, sentimientos arraigados en la naturaleza masculina, que ni él entrenamiento más ilustrado podría más que minimizar.
Segundo, el placer que alcanza está cerca de la nada, y tercero, él no está sintiendo empatía con su pareja, sin embargo, se encuentra obsesionado con cómo se desenvuelve, convirtiéndolo todo en una gran actuación, en la realización de un buen trabajo técnico. Llamar a un hombre animal es halagarlo; él es una máquina, un consolador andante. Se dice a menudo que los hombres usan a las mujeres. Usarlas, ¿para qué? Seguramente no para sentir placer.
Devorado por la culpa, la vergüenza, los miedos y las inseguridades y obteniendo, si tiene suerte, una casi perceptible sensación física, el macho está, nada menos que, obsesionado con el sesso.
Él nadaría a través de un río de mocos, ancho y profundo como una cavidad nasal, a través de millas de vómito, si cree encontrar ahí una vagina amigable esperándolo. Él se acostaría con una mujer que desprecia, con cualquier arpía desdentada, y más aún, pagaría por la oportunidad. ¿Por qué? Para aliviar la tensión física no es una respuesta, ya que en ese caso la masturbación es suficiente. Tampoco para lograr satisfacción personal; pues aquello no explica acostarse con cadáveres y bebes.
Completamente egocéntrico, incapaz de relacionarse, de identificarse, y sentirse lleno con una sexualidad vasta, persuasiva y difusa, el macho es psíquicamente pasivo.
Como odia su pasividad, la proyecta en la mujer, definiendo su hacer como activo, y proponiéndose luego probar que lo es (probar que él es un Hombre).
Sus principales medios para intentar demostrarlo es tener relaciones sensuales (un Gran Hombre con un Gran miembro viril desgarrando una Gran Vagina). Como está intentando probar un error, debe ‘hacerlo’ una y otra vez. Tener relaciones sensuales es entonces, un intento desesperado y compulsivo, de demostrar que él no es pasivo, no es una mujer; aunque lo sea y quiera serlo.
Siendo una hembra incompleta, el macho se pasa la vida intentando consumarse, volverse mujer.
Trata de hacerlo a través de una búsqueda constante, fraternizando e intentando vivir una fusión con las mujeres, reclamando como suyas todas las características femeninas – fuerza emocional e independencia, fortaleza, dinamismo, decisión, tranquilidad, objetividad, asertividad, coraje, integridad, vitalidad, intensidad, profundidad de carácter, afirmación del yo, etc. – y proyectando en las mujeres todos los rasgos masculinos – vanidad, frivolidad, trivialidad, debilidad, etc.
Sin embargo, podría decirse, que el macho tiene una superioridad evidente sobre las mujeres – las relaciones públicas. (Él ha hecho un trabajo brillante al convencer a millones de mujeres, que los hombres son mujeres y las mujeres son hombres).
La demanda masculina de que las mujeres encuentren su realización a través de la maternidad, no es sino un reflejo sensual de lo que ellos piensan los satisfacería si fuesen mujeres.
Las mujeres, en otras palabras, no tienen envidia del miembro viril; los hombres sienten envidia de la vagina.
Cuando el hombre acepta su pasividad, se define como mujer (los hombres al igual que las mujeres piensan que los hombres son mujeres y las mujeres son hombres), y se convierte en travesti, pierde el deseo de sesso (o de cualquier otra cosa en ese ámbito; se realiza como travesti) y se hace remover el miembro viril. Entonces, adquiere un sentimiento sensual continuo y difuso de ‘ser mujer’.
El sesso, es para el hombre, una defensa contra su deseo de ser mujer...
Continuará ...
(Society for Cutting Up Men)
Sociedad para la eliminación de los Hombres
Valerie Solanas
La vida en esta sociedad es, en el mejor de los casos, un completo aburrimiento, y en ningún aspecto relevante, para las mujeres que permanecen siendo personas cívicas, responsables, y en búsqueda de emociones; a menos que se derroque el gobierno, se elimine el sistema monetario, se instituya la completa automatización y la destrucción del sesso masculino.
Es ahora técnicamente posible reproducirse sin la ayuda de los hombres (o, en este asunto, mujeres) y producir solamente mujeres. Debemos empezar inmediatamente. Retener a los hombres no tiene ni siquiera el dudoso propósito de la reproducción.
El macho es un accidente biológico: el gen Y (masculino) es un gen X (femenino) incompleto, es decir, tiene una serie incompleta de cromosomas.
En otras palabras, el hombre es una mujer inacabada, un aborto andante en estado de gen.
Ser macho es ser deficiente, emocionalmente limitado; la masculinidad es un error orgánico y los hombres son lisiados emocionales.
El hombre es completamente egocéntrico, atrapado dentro de sí mismo, incapaz de sentir empatía o de identificarse con otros, de sentir amor, amistad, afecto o ternura. Él es una unidad completamente aislada, que no puede compenetrarse con nadie. Sus respuestas son enteramente viscerales, no cerebrales: su inteligencia es un mero instrumento al servicio de sus manejos y necesidades; él no puede experimentar una pasión o interacción mental; sin poder relacionarse con nada además de sus propias sensaciones físicas.
Él es un muerto viviente, un pedazo insensible, incapaz de dar o recibir placer o felicidad; consecuentemente, en el mejor de los casos, es un aburrimiento total, una mancha inofensiva, pues solamente aquellos capaces de la absorción en otros pueden ser encantadores.
Él está atrapado en una zona crepuscular en la mitad del camino entre los humanos y los personajes, siendo mucho peor que los personajes, pues a diferencia de ellos posee una variedad de sentimientos negativos – repruebo, celos, desprecio, ardor de estomago, culpa, vergüenza, duda – y más aún, plena conciencia de lo que es y lo que no.
A pesar de ser enteramente físico, el macho ni siquiera es apto para ser reproductor. Aún asumiendo una destreza física, que pocos hombres tienen. Primero, no puede acceder a la sensualidad, a la lujuria, al humor; en cambio es consumido por la culpa, la vergüenza, el miedo y la inseguridad, sentimientos arraigados en la naturaleza masculina, que ni él entrenamiento más ilustrado podría más que minimizar.
Segundo, el placer que alcanza está cerca de la nada, y tercero, él no está sintiendo empatía con su pareja, sin embargo, se encuentra obsesionado con cómo se desenvuelve, convirtiéndolo todo en una gran actuación, en la realización de un buen trabajo técnico. Llamar a un hombre animal es halagarlo; él es una máquina, un consolador andante. Se dice a menudo que los hombres usan a las mujeres. Usarlas, ¿para qué? Seguramente no para sentir placer.
Devorado por la culpa, la vergüenza, los miedos y las inseguridades y obteniendo, si tiene suerte, una casi perceptible sensación física, el macho está, nada menos que, obsesionado con el sesso.
Él nadaría a través de un río de mocos, ancho y profundo como una cavidad nasal, a través de millas de vómito, si cree encontrar ahí una vagina amigable esperándolo. Él se acostaría con una mujer que desprecia, con cualquier arpía desdentada, y más aún, pagaría por la oportunidad. ¿Por qué? Para aliviar la tensión física no es una respuesta, ya que en ese caso la masturbación es suficiente. Tampoco para lograr satisfacción personal; pues aquello no explica acostarse con cadáveres y bebes.
Completamente egocéntrico, incapaz de relacionarse, de identificarse, y sentirse lleno con una sexualidad vasta, persuasiva y difusa, el macho es psíquicamente pasivo.
Como odia su pasividad, la proyecta en la mujer, definiendo su hacer como activo, y proponiéndose luego probar que lo es (probar que él es un Hombre).
Sus principales medios para intentar demostrarlo es tener relaciones sensuales (un Gran Hombre con un Gran miembro viril desgarrando una Gran Vagina). Como está intentando probar un error, debe ‘hacerlo’ una y otra vez. Tener relaciones sensuales es entonces, un intento desesperado y compulsivo, de demostrar que él no es pasivo, no es una mujer; aunque lo sea y quiera serlo.
Siendo una hembra incompleta, el macho se pasa la vida intentando consumarse, volverse mujer.
Trata de hacerlo a través de una búsqueda constante, fraternizando e intentando vivir una fusión con las mujeres, reclamando como suyas todas las características femeninas – fuerza emocional e independencia, fortaleza, dinamismo, decisión, tranquilidad, objetividad, asertividad, coraje, integridad, vitalidad, intensidad, profundidad de carácter, afirmación del yo, etc. – y proyectando en las mujeres todos los rasgos masculinos – vanidad, frivolidad, trivialidad, debilidad, etc.
Sin embargo, podría decirse, que el macho tiene una superioridad evidente sobre las mujeres – las relaciones públicas. (Él ha hecho un trabajo brillante al convencer a millones de mujeres, que los hombres son mujeres y las mujeres son hombres).
La demanda masculina de que las mujeres encuentren su realización a través de la maternidad, no es sino un reflejo sensual de lo que ellos piensan los satisfacería si fuesen mujeres.
Las mujeres, en otras palabras, no tienen envidia del miembro viril; los hombres sienten envidia de la vagina.
Cuando el hombre acepta su pasividad, se define como mujer (los hombres al igual que las mujeres piensan que los hombres son mujeres y las mujeres son hombres), y se convierte en travesti, pierde el deseo de sesso (o de cualquier otra cosa en ese ámbito; se realiza como travesti) y se hace remover el miembro viril. Entonces, adquiere un sentimiento sensual continuo y difuso de ‘ser mujer’.
El sesso, es para el hombre, una defensa contra su deseo de ser mujer...
Continuará ...