Las dueñas de cuatro hoteles en Canarias:“Abrir nuestros hoteles a migrantes cambió nuestras vidas” :)

[Nico]

Otro de los "grandes temas" de Solidario García.

Qué pena que no pase por TODOS los hilos de los pagapensiones...

 

[Chortina Premium]

A qué espera la Policía a.detener a todos esos hdgps que trafican con pagapensiones ilegales?

 

[Dj Puesto]

Nos ha dolido, han pasado de ingresar 0 a ingresar por cada pagapensiones como si fuese un alemán en una suite, todo pagado con dinero gubernamental. Así claro que sí, que le paguen "la voluntad" a ver si les sigue saliendo las cuentas.

 

[Trabajar para el enemigo]

Entonces esas cuatro fantásticas señoras estan felices de haberles abierto sus pier...digo hoteles a esos simpáticos personas de color zumbones. Pues qué bien.

 

[Capitán Misterio]

Y los vecinos encantados porque ahora tienen shows y riñas tumultuarias a diario

 

[Jesucristo Burbuja]

Menudo tochaco. ¿Al final se casan?

Enviado desde mi moto g(8) plus mediante Tapatalk

 

[kopke]

Os traduzco el tocho.

Los "niños" jovenlandeses van a casa del matrimonio a jugar a la Play. Es decir, a amarse a la mujer mientras el marido mira vestido con ropa interior y liguero.

 

[Cabrea2]

A muchos de los que le dan pena los pagapensiones y las inmigrantas, seguro que si un paisano pasa por su restaurante a pedir de comer, le echan a los perros con gorra

 

[Trollsauriopermico]

Si tanto les gustan que se los queden de por vida.

 

[Fauna iberica]

me gusta la fruta, deja de tomarnos por badulaques profundos, metete ese publireportaje pagado por soros y cia donde te quepa.

 

[Fauna iberica]

Os traduzco el tocho.

Los "niños" jovenlandeses van a casa del matrimonio a jugar a la Play. Es decir, a amarse a la mujer mientras el marido mira vestido con ropa interior y liguero.

y al solidario garcia se le percuten por el ojal unos cuantos jovenlandeses , ya tenemos el pack completo

 

[Gotthard]

“Abrir nuestros hoteles a migrantes revolucionó nuestras vidas”

Al volante de un enorme Mercedes todoterreno, Calvin Lucock acude a toda velocidad a uno de los cuatro hoteles que la compañía que dirige tiene en Puerto Rico, una de las zonas más turísticas del sur de Gran Canaria. Hay una urgencia, alguno de sus huéspedes necesita algo. El toque de queda acecha, no hay un alma en la calle y las luces de la mayoría de complejos hoteleros, vacíos, siguen apagadas. Junto a Lucock, un inglés corpulento y de apariencia seria, va su esposa, la noruega Unn Tove Saetran, dueña de tres restaurantes, una mujer envuelta en una gabardina verde a la que últimamente siempre le brillan los ojos. Al aparcar, y antes de que les dé tiempo a atravesar la puerta, ya tienen a un par de niños malienses colgados de sus piernas, a un jovenlandés contándoles sus novedades y a un grupo de senegaleses saludándoles desde el balcón. Su vida está del revés desde hace cinco meses.

Tras la temporada de verano, Lucock, de 47 años, director general en Canarias de la compañía Holiday Club, se sentó con su equipo. Era una reunión crítica. No había turistas, la esa época en el 2020 de la que yo le hablo no iba a dar tregua y los números desastrosos empujarían al ERTE a su plantilla, de más de 100 trabajadores. Llevaba días viendo el muelle de Arguineguín convertido en un almacén de migrantes y, con un pie en el precipicio, decidió llamar a Cruz Roja. Se sumaría a otros empresarios que ofrecieron sus complejos turísticos para mitigar la crisis de acogida que se estaba desencadenando en las islas. “Fue una decisión financiera. Tenía que reactivar la empresa”, recuerda.

El 12 de septiembre recibirían sus primeros huéspedes en el hotel Puerto Calma, un resort con piscina y vistas al mar en el que hoy viven más de 300 hombres, mujeres, adolescentes y niños. Aunque convencidos de que era la mejor decisión para la compañía, reconocen que estaban preocupados, llenos de prejuicios. Tenían claro que el equipo trataría con el mismo cuidado y amabilidad a los nuevos huéspedes, pero aun así tomaron precauciones de seguridad.

“Fue un paso hacia lo desconocido. ¿Quiénes se quedarían con nosotros? ¿Cómo se comportarían? ¿Serían violentos? Teníamos los mismos miedos que entiendo que tienen otros debido a la falta de conocimiento”, recuerda Lucock. Los dos se burlan de sí mismos cuando recuerdan que llegaron a retirar un cactus de la entrada por miedo a que pudiese convertirse en un arma durante una pelea. “Ese mismo día comenzó a cambiar nuestra forma de pensar y nuestra perspectiva de la vida: 50 jóvenes asustados, helados y desesperados se bajaron de aquel autobús después de días durmiendo en el suelo del muelle de Arguineguín”, recuerda Saetran, de 51 años.

Las pateras continuaron llegando y la empresa, que recibe del Gobierno 42 euros por persona alojada y día, ofreció un segundo hotel. En teoría, los dueños o gestores de los complejos turísticos que acogen migrantes en Canarias se limitan a alquilar el espacio y organizar a su personal; alguno anda por ahí controlando, pero Lucock y Saetran acabaron involucrándose hasta el tuétano. Empezaron a pasar cada vez más tiempo en el hotel y a asumir decenas de gestiones desatendidas. Un día están comprando ropa, abrigos, zapatos; otro, en el consulado. Han puesto a su propio abogado a tramitar solicitudes de asilo y ofrecen consuelo a gente rota que sigue sin ver un psicólogo.

La hija del matrimonio, de 16 años y el ombligo al aire, sacó el primer llanto y un abrazo a una mujer que, tras dos semanas encerrada en su habitación por cuarentena, empezó a hablar con el espejo. “Fue la primera vez que se abrió, nos tenía muy preocupados”, recuerda la madre.

Sentada en la terraza de Puerto Calma y luego, con más tiempo, en un correo electrónico, Unn Tove Saetran repasa las historias de algunos de sus huéspedes. Ayoub, un jovenlandés de 19 años, cuya familia vive en un garaje sin luz ni agua; Osman, de Senegal, que sufrió un accidente de coche y vivió abusos en su país debido a la discapacidad que le provocó; Ibrahima, un chico gambiano de 16 años, que pasó nueve días en una patera y vio morir a tres de sus amigos, cuyos cuerpos tuvo que lanzar al mar; Yousef, un niño sin familia en jovenlandia y que nadie reparó en que era autista; Abdelhak, que tiene una discapacidad grave y no puede caminar sin ayuda…

“Nosotros hemos tenido éxito. Llevábamos diez años viajando, yendo a los mejores hoteles y restaurantes. No nos dábamos cuenta de que teníamos todo, ni en el mundo en el que vivíamos, pero estos meses han revolucionado nuestra vida. Es la primera vez que hacemos algo que sentimos que tiene sentido”, reflexiona Luckock. “Lo otro era solo dinero”.

La casa de la pareja está abierta a menudo para quien lo necesita, algunos de los chicos que salen a correr acaban allí para jugar a la Play Station, también un menor que fue expulsado del hotel por mal comportamiento. A su familia se ha sumado ahora Sullaiman, un joven de Sierra Leona que vio cómo asesinaban a su padre cuando tenía seis años. “Sería naíf si dijese que no tenemos tensiones. Las habría en cualquier grupo grande de personas y tenemos gente que lleva aquí cinco meses. Están desesperados”, señala Luckock.

El matrimonio ha decidido dar esta entrevista porque cinco meses después de que llegase aquel autobús siguen viendo a sus huéspedes, y ahora amigos, en el limbo. Reclaman más implicación de las Administraciones. “Entendemos perfectamente la dificultad para gestionar esta situación, pero el hecho es que esta gente ya está aquí y tenemos que hacer algo. No hacer nada con 9.000 personas no es una opción”, se queja Luckock. “Entiendo que la deportación es parte de la solución y será, lamentablemente, el fin de su viaje para muchos de ellos, pero también hay que trabajar en la integración de aquellos a los que no se devolverá”, dice Lucock. “Y eso tiene que hacerse ya. No pueden seguir en hoteles ni en campamentos. ¿Por qué no dejar viajar a quien tiene familia en Europa? Ninguno quiere estar en un hotel ni depender del Estado. Solo quieren seguir adelante, comenzar sus vidas”.

Los comentarios mas votados en la noticia:

Como estos hoteleros dicen "lo otro solo era dinero". Y ahora están disfrutando gratis, porque dar es mucho mas gratificante que recibir. Y es que vivir solo de la copa y el Agosto, puede ser dinero, pero pedir dinero y esperar que te lo den...no es vida tampoco. Yo me aprendo ya el nombre de esos hoteles para cuando vaya, porque han estado abiertos y dándolo todo sin recibir "nada". Así es que l confianza que me dan es tremenda para elegir mis vacaciones. Mientras que los que solo han estado varios solo me producen....vacio.

Lo de los prejuicios es un tema que todos nos deberíamos revisar, y el artículo, emocionante.

Ejemplar y emocionante

Lamentable que pueda referirse usted a un grupo humano como "manada". ¿Cuántos jóvenes como los que usted describe ha conocido? Tras 40 años en educación puedo decirle que los chavales son chavales vengan de donde vengan y que los de orígenes no españoles no se portan peor que los nacidos aquí. Inocular el miedo (te pillen a ti o a tu hija en una calle oscura...) culpando a personas, no tiene nombre.

Maravilloso ejercicio de solidaridad, me ha encantado el reportaje y lo de estos señores y otros, solo tiene cabida en la especie humana. Un abrazo para todos

Ya sabrán que esta gente de tan buen corazón, estarán a partir de hoy en el punto de mira de "VOX", que no les pase nada malo a esta gente y a sus familias

Monton de patrañas inventadas y edulcoradas. ¿Pero es que te crees que alguien es tan iluso para tragarse ese cuento de hadas?

Por cierto Solidario, habeis conseguido que cancele mi suscripción a Cruz Roja que tenia desde hace 30 años.

 

[El Gran Cid]

Entonces admitimos que hay razas y culturas diferentes que estamos importando, a sabiendas que se llevan a dar de baja de la suscripción de la vida. Un plan sin fisuras.