Las Big Tech se preparan para el Big Crash

pocholito

Madmaxista
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En marzo de 2020 el programador Roger Lee creó una página web, Layoffs.fyi, para llevar una cuenta del número de despidos en la industria tecnológica causados por la esa época en el 2020 de la que yo le hablo. La cifra resultó relativamente baja: en esos meses en los que el mundo casi se paró por completo, Silicon Valley contaba con todas las herramientas necesarias para seguir operando. Además, sus trabajadores estaban acostumbrados al trabajo remoto y se disparó la demanda de muchas start-ups centradas en software de colaboración, enseñanza o reparto a domicilio. También la venta de PC, móviles o tabletas. Buenas noticias para casi todos.

Pero la página, que aún continúa activa, cuenta ahora una historia diferente. Sólo en el último año el número de despidos roza los 155.000, y ha comenzado a afectar a gigantes de la industria, como Meta o Amazon, que parecían tener un negocio a prueba de recesiones. Quienes de momento no despiden han dejado claro que tampoco piensan contratar. Llegan las vacas flacas.

Y es que los problemas a los que se enfrentan las grandes tecnológicas son muy diferentes pero, salvo que algo cambie en los próximos meses, 2023 parece contener una cóctel letal para casi todas ellas.

Centrémonos en Meta -la compañía antes conocida como Facebook- porque es en cierto modo el caso paradigmático. En 2022 ha perdido el 65% de su valoración en bolsa. Su principal fuente de ingresos es la publicidad, pero la sombra de una posible recesión ha vuelto a las empresas que se anuncian en Instagram o Facebook mucho más conservadoras con sus presupuestos. La empresa tampoco parece dar con la tecla para frenar a su rival, TikTok, que se está convirtiendo rápidamente en la app imprescindible de la generación Z.

Pero Meta está sufriendo también las consecuencias de su arriesgada visión estratégica. En octubre de 2021 Mark Zuckerberg, su fundador, anunció su intención de apostar el futuro de la compañía al "metaverso", la idea de que toda interacción social o laboral, en un futuro cercano, se hará en universos virtuales. "Creemos que el Metaverso tiene el potencial de ser la plataforma más social de la historia y de crear un nuevo nivel de conexión y satisfacción humana", llegó a decir Zuckerberg.


La empresa planeaba contratar más de 10.000 nuevos ingenieros para hacer ese futuro realidad pero, un año después del anuncio, se ha encontrado con una recepción bastante fría de los diferentes proyectos que ya están activos. No ayuda que las gafas de realidad virtual sean todavía un producto limitado desde el punto de vista tecnológico, incómodo de usar durante largos periodos de tiempo y caro.

En 2023 se espera que otras compañías como PlayStation, o incluso Apple, se lancen también a este mercado. Pero tal y como están las cosas cuesta ver que haya una oportunidad tan enorme en este espacio como para jugarse el futuro de una compañía como Meta.

Toda una nueva generación de internautas ya no busca en Google, sino en las apps que usa constantemente como TikTok, Instagram o Twitter
La situación de su gran rival, Google, deja también bastante que desear. Al igual que Meta su negocio depende de la publicidad, que ha sufrido una caída importante a lo largo de 2022, pero también de que la gente siga utilizando su buscador para acceder a la información en la red. Cada vez le cuesta más: hay toda una nueva generación de internautas que busca directamente dentro de las apps que utiliza constantemente, como la ya mencionada TikTok, Instagram o Twitter.

Ahora, además, se suma la amenaza que presentan herramientas como ChatGPT, la inteligencia artificial conversacional del proyecto OpenAI. En cierta forma puede decirse que esta aplicación, basada en el modelo de lenguaje GPT y que responde con una precisión y coherencia sorprendentes a preguntas formuladas en lenguaje natural, es la que finalmente ha gritado que el emperador está desnudo. Aunque aún es limitada y sus respuestas no siempre son fiables, esta IA es capaz de ofrecer información clara y bien explicada sobre una amplia variedad de temas, en lugar de una interminable lista de enlaces salpicados con publicidad.

ChatGPT ha sacudido para el mundo de la tecnología porque demuestra que estamos mucho más cerca de lo que pensábamos de servicios que hasta hace sólo unos meses eran casi ciencia ficción. "Pronto podremos tener asistentes útiles que hablen con nosotros, respondan preguntas y den consejos. Más tarde harán nuestras tareas y, tarde o temprano, nos descubrirán también nuevas cosas", explica Sam Altman, responsable de OpenAI, al hablar sobre esta última creación.

En 2023, OpenAI mostrará la nueva versión de su modelo de lenguaje, que no sólo es capaz de componer textos coherentes sino expandir un texto previo o resumir un documento en unos pocos puntos. Será un año en el que la inteligencia artificial estará cada vez más presente en el discurso tecnológico gracias también a las nuevas versiones de herramientas de generación de imágenes y vídeo, como Midjourney o Dall-E 2. Entre todas amenazan con redefinir los flujos del trabajo creativo y abrir nuevos debates sobre la creatividad y poner a muchos artistas y escritores en la cola del paro.

La presión regulatoria, cada vez más presente en Europa, Asia y EE.UU. amenaza con diezmar el negocio de empresas como Apple
Junto con la democratización de las herramientas de inteligencia artificial, la otra gran tendencia tecnológica de 2023 es la presión regulatoria, cada vez más presente en Europa, Asia y EE.UU. Esta regulación amenaza con diezmar el negocio de empresas como Apple que, de entrada, en 2023 lanzará al mercado los primeros iPhone -¡por fin!- con un puerto USB-C en lugar de la conexión propietaria Lightning que usaba hasta ahora. No lo hace por las buenas. La UE ha forzado su mano.

Pero es sólo el principio. Varias resoluciones judiciales y diferentes procesos legislativos parece que podrían acabar, también, con el monopolio de la AppStore como única fuente para descargar aplicaciones y juegos en los iPhone y iPads.

Este cambio será un duro golpe a la división de Servicios de Apple, que durante los últimos años se ha consolidado como el vector de crecimiento más prometedor de una compañía que ya era descomunalmente grande. Si se suman los esfuerzos en el mundo del streaming, los pagos y el deporte (Apple ha adquirido los derechos de emisión de la liga de fútbol -soccer- en EE.UU.), toca ya suficientes palos como para, como poco, despertar el interés de varios gobiernos y agencias que hasta ahora preferían no entrar en costosas batallas legales.

La empresa tiene también problemas en China. La tensión comercial que existe entre el país donde fabrica la mayoría de sus productos y EE.UU. ha obligado a Apple a empezar a considerar Vietnam o India como alternativas, pero la transición no es fácil y la han dejado en una situación vulnerable. Ha cerrado 2022 recortando su producción estimada de iPhones precisamente por problemas logísticos.

Como la inmensa mayoría de la industria de la electrónica de consumo y la informática, Apple depende también de las fábricas de semiconductores de la taiwanesa TSMC (el mayor fabricante de procesadores del mundo) y el discurso cada vez más agresivo de China sobre la isla de Taiwán, que considera parte de su territorio, ha puesto a la directiva -y al resto del sector tecnológico- en alerta. Europa y EE.UU están tratando de incentivar la apertura de fábricas de semicondutores en sus territorios pero, de nuevo, es algo que requiere tiempo. No se puede hacer de la noche a la mañana.

El fin de las restricciones de la esa época en el 2020 de la que yo le hablo y los altos intereses también han comenzado a complicar la existencia a las compañías de streaming como Netflix o Disney+. Su modelo de negocio es generar contenido exclusivo que consiga atraer y retener a sus suscriptores.

Producir ese contenido, sin embargo, es cada vez más caro. En el pasado, endeudarse era una vía aceptable para lograrlo. Ahora no. El único truco que le queda a Netflix, por tanto, es recortar gastos y empezar a dar beneficios cuanto antes. La forma más fácil de hacerlo -y esto no le va a gustar a nadie- es cerrar el grifo de las cuentas compartidas. Lo hará a principios de año, pero es consciente de que debe ser muy cuidadosa si no quiere una estampida de usuarios.

Sus rivales han comenzado a reducir los presupuestos de sus proyectos más ambiciosos y a cancelar muchas producciones que tenían poca audiencia. Todos saben que no estamos lejos de una saturación de este tipo de servicios y que la mayoría de los usuarios está cansado de esos pagos de 6,99, 9,99 o 14,99 euros todos los meses para ver un puñado de series o escuchar unas pocas canciones.

¿QUÉ HACEMOS CON TWITTER?
Á.J.D.
La compra de Twitter por parte de Elon Musk va camino de convertirse en un caso de estudio en las escuelas de negocios. Uno sobre qué es lo que no debe hacerse cuando se gestiona una red social.
Tras gastar 44.000 millones de dólares en hacerse con el servicio (una cantidad que todos los analistas financieros consideran absolutamente desproporcionada), Musk ha conseguido alienar a los anunciantes, de los que depende el 90% de los ingresos de la plataforma, y a muchos de sus usuarios más activos por la forma improvisada y caprichosa con la que parece dirigir la operación.
Es posible que la deuda con la que ha lastrado a la empresa y la disminución de los ingresos acaben por forzar a Musk a declarar la bancarrota en 2023, como él mismo ha reconocido ante los empleados. Pero independientemente de si consigue o no que salga adelante (y si lo hace estando él al frente, ahora que ha prometido buscar un sustituto tras una votación pública sobre la cuestión), seguir esta telenovela en el que se ha convertido la red social del pajarito será uno de los grandes entretenimientos del año que comienza.
UN AÑO PARA SALVAR EL MUNDO 'CRYPTO'
Á.J.D.
2022 ha sido un año terrible para las criptomonedas. No sólo se ha desplomado el valor de Bitcoin o Ethereum alrededor de un 70% sino que varios escándalos financieros y estafas han dejado al descubierto la fragilidad de un sistema sin ningún tipo de regulación, control o garantías.
Ahora, con más de 2.000 millones de dólares que se han evaporado ante la atónita mirada de los inversores, aplicaciones como los NFT o la Web3, que hace solo un año se consideraban como grandes promesas para el futuro de la tecnología, han terminado convertidas en modas increíblemente frívolas.
Si en 2023 hay salvación para el mundo de las criptomoneedas y el blockchain, llegará posiblemente de la mano de una mayor intervención gubernamental y un enfoque mucho más pragmático. Es algo que empiezan a pedir ya los principales responsables, como Binance, la mayor plataforma de intercambio de este tipo de activos, o Coinbase, uno de los servicios más populares para comprar y guardar estas monedas.
Cómo hacerlo, sin embargo, es una cuestión que resulta difícil de resolver. Su naturaleza descentralizada complica cualquier intento de actuación regional. "Hace falta un solución global al problema", explica Mark Branson, presidente de la Autoridad Federal de Supervisión Financiera Financiera (BaFin) alemana.
Tanto la Unión Europea como la Comisión del Mercado Financiero estadounidense (la SEC, por sus siglas en inglés) tienen listos varios paquetes de medidas que deberían entrar en vigor en los próximos 12 meses. Con reglas más sólidas, bancos e instituciones financieras podrían comenzar a tomarse más en serio estos productos pero un mayor escrutinio también asustarán a muchos de los usuarios actuales que recurren a las criptomonedas precisamente para evitar los límites de la banca tradicional.
 
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