La fin en vida es vivir en un pueblo de 10k de habitantes.

Pues lo que haceis todos los puñeteros paletos:

- Borrachera diaria cronica
- Farlopa a ful cuando te aburres de la borrachera
- hacer daño y asesinar animales cuando odias tu existencia
- Meter fuego al bosque para cobrar mas pasta de bruselas

Demasiada televisión abuelo, tómate las pastillitas ya que te empieza a afectar al coco.
 
Buenos días,
Me acabo de levantar (trabajo de noches).
Me estoy tomando el café en el jardín, al solete y escuchando piar las tórtolas y gorriones que por esta época ya tienen las crías , de vez en cuando pasa un coche. Mis perros corretean por el jardín.
No cambio esto por Barcelona por nada del mundo por mucha oferta cultural y Starbucks que haya.
 
Venga que ya son las 4. Hora de ir al establo a amarte a una vaca.
 
En Toledo Norte a menos de una hora de Madrid tienes pueblos tranquilos, con todos los servicios, Toledo a tiro de piedra y felicidad plena. Lo que es la fin en vida son barrios de los extrarradios de Madrid llenos de ralea que no respeta las más mínimas normas de higiene y convivencia.

Toledo Norte manda.

Viví allí siete años y ni loco, oiga. Pueblos más feos que la leche, gente huraña, poco sociable, de poca palabra, soberbia, nada comunicativa y de intereses mezquinos, muy religiosos y aficionados a la caza, a ahorcar galgos, a los toros y de misa dominical con sacerdote bajo en testosterona, multiculturalismo a tutiplén y un paisaje sólo apto para querersese o suicidarse.
 
Aburrirse es sano. Es decir, no "aburrirse" sino habituarse a un estilo de vida tranquilo en el que no pasen cosas continuamente ni se necesite llenar cada segundo del tiempo. Tener tiempo para pensar aunque sean pensamientos triviales, recordar sucesos de la propia vida y reflexionar sobre ellos, etc. Por muy trascendente que sea un libro o por muy espectacular que sea una película, al final se refieren a otras vidas y no tienen porqué necesariamente dejar nada de utilidad para el que los consume.

Este comentario es Dios.

Mi viejo se ha pasado toda la vida repitiéndome "El que se aburre, es porque quiere".

Nos han maleducado en que el ideal es vivir en una ziudazzz con miles de servicios que al final ni utilizas, y tener unos ingresos fijos de al menos 2500€ con unos gastos fijos de al menos 2498€ al mes.
Llevo desde que era pequeño veraneando en un pueblo perdido de León y eso es paz y felicidad. La calidad de vida es infinitamente mejor y el tiempo se estira hasta el infinito, para cultivarte como te dé la gana, haciendo música, leyendo, cultivando tu huerta, o en el caso de algunos, jugando a la play hasta que les salga espuma por la boca.

Acaso, Pajarotto, eres de esos que dicen que no podrían vivir sin trabajar (aunque le pagaran un digno sueldo mensual por no hacer NADA) ???

La fin en vida es vivir en una gran ciudad como Barcelona, polucion, robos de carteristas, problemas para aparcar, lacitos amarillos en dependencias oficiales e Iglesias, transporte público carisimo.
Amén
Más de 14 muertes al día por contaminación en Madrid
 
Yo viví hasta los 16 años en un pueblo del Pirineo. Vacas, rios, truchas, lagos, glaciares, abetos, abejitas, abedules, pastos interminables. A esa edad fui a estudiar a Barcelona y hasta los veinte años volvía a mi pueblo en cada vacación escolar. Cuando mis padres se trasladaron a Barcelona y no tuve que seguir la rutina de desplazarme a mi pueblo en cada vacación, me juré que nunca más viviría en una población de menos de un millón de habitantes.

He cumplido. Me acabo de jubilar. Durante unos años, la parienta me apretó hasta que compramos un chalecito en un pueblo de unos 5.000 habitantes. En cuanto pude, me vendí el chabolo.

He visto todas las pilinguis vacas, cabras, conejos, animales varios, truchas, rios, prados, grillos, aves rapaces sobrevolando el cielo que me toca ver en esta vida. No hay nada más aburrido que un pueblo. Las cuatro calles que recorrer una y otra vez. Las mismas caras que tienes que saludar. Ahora voy dos o tres veces al año al pueblo donde naci y paso un máximo de una noche. Más tiempo sería un tedio infinito.
 
Una cosa es un pueblo pequeño y otra una ciudad pequeña. Y en tu época sin WiFi ni nada, si que sería más aburrido.
 
Desde mi casa puedo ver parte de Madrid y su extrarradio, las bonitas boinas en días de anticiclón, y la autovía, un infierno de coches que habituamente se colapsa con accidente, coche averiado o la gente entrando y saliendo en sus vidas de carrera de la rata. Y eso fuera de Madrid, dentro ya es el infierno mismo.
 
La oferta cultural de Madrid y otras grandes ciudades está muy sobrevalorada. Sobre todo, por las típicas personas que, como mucho, van a tres conciertos al año o pisan el cine una vez al mes (siendo generosos).
 
Las ciudades son comercios y establecimientos de ocio.

Desde la edad media.
 
En Toledo Norte a menos de una hora de Madrid tienes pueblos tranquilos, con todos los servicios, Toledo a tiro de piedra y felicidad plena. Lo que es la fin en vida son barrios de los extrarradios de Madrid llenos de ralea que no respeta las más mínimas normas de higiene y convivencia.

Toledo Norte manda.
Ese entorno es una de las mayores podredumbres de España. Gente que vive de subsidios sociales a tutiplén, y si vais a hacia los pueblos de Toledo inmediatos a Parla es peor.

Chozas de Canales es uno de los lugares más perturbadores que conozco. En realidad toda la comarca de la Sagra.

Impacta la cantidad de neցros que hay, tienen la plaza del pueblo tomada. Hay uno que lleva la mano en la oreja y simula tener un móvil y hablar con alguien.

Una vez que estaba en el ayuntamiento, un neցro pedía audiencia con el alcalde en el mostrador. ¿Pa qué le quieres? Le decían, y el neցro que era muy importante, que tenía que hablar con el alcalde, y venga y dale. Sale el alcalde y ve el tinglado y le dice al neցro que qué narices quiere. Y el neցro, todo solemne, le dice que es el encargado de comunicarle que un ministro de su país va a visitar el pueblo. Todo Dios allí descojonandose, y el neցro to serio, que sí, que iba a ir un ministro de su país al pueblo a visitar a sus compatriotas y que había que recibirle con honores. Y el alcalde tratando de quitarse al neցro de encima, venga, venga, pues que me mande una carta y ya veremos si no hay que llamar también a un ministro nuestro, venga, venga, haz el favor. Luego resultó que era un hijo de un jefe de una tribu.

Por no hablar de las dos urbanizaciones enormes que hay a cada lado del pueblo con casas a mitad de construir muchas de ellas y muchos enganches de luz ilegales y cosa a tutiplén en los ¿jardines?. Y todo eso en medio de esos secarrales infames, es un lugar sólo apto para querersese o suicidarse.

Estoy harto de decir que la zona norte de Toledo y Parla y sus alrededores son una zona extraña. Es un lugar raro que trasmite sensaciones raras. Pueblos llenos de urbanizaciones en medio de la nada, medio vacías, aceras sin árboles, chalet abandonados o con puertas y ventanas tapiadas junto a otros bien cuidados. Gente extraña, neցros deambulando sin oficio ni beneficio, paisanos con sus Ebros sin capota y la cuba de sulfatar las viñas, pilinguis de saldo que ya no son competitivas en Madrí, jovenlandeses, jovenlandeses a tutiplén con las jovenlandesas cubiertas de pies a cebeza. Páramos infinitos, cielos inmensos que te aplastan y te recuerdan que solo eres un simple mortal.
Hay algo en esa tierra que perturba el alma, los que hemos estado allí lo sabemos, aunque no sepamos qué es.

El alma y el cuerpo, hay una cantidad enorme de cáncer y esquizofrenia, más que en ninguna otra parte de España.

El ambiente perturba el alma y la tierra se alimenta de sus cuerpos. Está maldita.

Decía José Antonio Primo de Rivera que los castellanos conquistaron el mundo porque no tenían otra opción, quien haya vivido en Toledo Norte sabe que esto es un dogma de fe.

Es una tierra de desdicha. Desdicha mala...

Siempre que hay un secuestro en Madrí, no sé el porqué pero si la cosa sale mal, el cadáver lo encuentra semienterrado en la Sagra, escarbado por unos perros de caza o en alguna antigua fábrica de ladrillos de esa maldita zona.

Esa zona esta maldita. Los perros huyen espantados por el hedor a fin y sin embargo la tierra engulle desdicha. Pide desdicha.

Siempre galgos, porque allá no hay más que galgos, y a montones abandonados.

Colgados, ahorcados, devorados por las pulgas mientras todavía sigue fluyendo la cosa de sus tripas por el tronco que les sirve de patíbulo. Cae la tarde; se va poniendo el sol... Los lugareños, apestando a sudor, dejan de un lado sus aperos y se dirigen a la taberna a gastarse el jornal en vino tinto.

Y cuando sopla el aire, el solano, que es el único aire que allí recorre los llanos y que además les seca la ropa, cuando éste corre se puede oír los lamentos de la almas de los oriundos que calladamente agonizan e impregnan el ambiente de dolor y fatigas. En verano el calor te achicharra como si del mismo infierno se tratase, y en invierno castañean los dientes y el moquillo cae de la nariz. No hay mujeres guapas, solo viejas y extranjeras. No cantan los pájaros, no hay sombras de árboles porque no hay árboles, ni pájaros que se posen. Todo es desasosiego y una extraña sensación de angustia.

Por la noche en verano no refresca jamaś y oyes a las chicharras cantar con su monótono canto hasta volverte loco. Y se oyen cantos de pájaros pero sólo de perdices ya que no hay otras aves, perdices sí que hay en muchísima abundancia, y también muchos conejos. Infinidad de conejos atropellados se ven en las cunetas.

Y los contenedores de la Maersk reciclados para vivienda con un tinajón enorme de cemento al lado para tener agua son todo un clásico.

Siempre creí que yo era uno, indivisible. Pero la Sagra me desdobló, fue allí donde pude comprobar que no era uno, sino dos. Un cuerpo y un alma que formaban un conjunto. Recuerdo como al pisar esa maldita tierra quiso arrebatarme mi alma. Y juro por Dios que noté como se me escapaba del cuerpo y era engullida por aquel lugar. Pero la atrapé y pude mantenerla unida a mi cuerpo, no me extraña que la gente del lugar hayan perdido todos la cabeza. Esa tierra te vacía, que roba el ser espiritual y mantiene el cuerpo orgánico, que deambulan por las urbanizaciones sin brillo en las miradas.

Levantas el lomo, el azadón al lado y respiras y el aire te quema las entrañas de miseria y el hedor es más profundo que la mismísima náusea.

Conejos con mixomatosis, perdices de granjas que sueltan para que escapen y en su huida mueran. Galgos famélicos, tiñosos, muertos de frío o de miedo que no paran de temblar. Estos son los tres animales que habitan esa tierra, una tierra seca que niega el agua. La antesala al infierno de Dante.

Por eso su vino es tan fuerte, porque se hace con el sufrimiento de los que trabajan la tierra. Un vino con regusto a polvo, amargo, áspero al paladar, que emborracha y hace mal vino en los que lo beben. Sacando lo peor de cada uno. Es la sangre maldita del lugar, beber ese brebaje es como probar la sangre de un vampiro.
Denominación de origen Méntrida. Si lo veis por ahí no lo probéis, bueno, haced lo que queráis, pero que sepáis que son las lagrimas de esa gente que vive atrapada en un universo paralelo.

Una tierra yerma, estéril que aúlla de dolor, la sangre derramándose en la sementera. No lloverá en meses. Oscurece y el paisano camina entre los cipreses... ¿Quedará algún mendrugo de pan de ayer? La noche abrasa, el regreso duele.

¿Y los olivos? Siempre enfermos, siempre afectados. Solía preguntar por cortesía a los lugareños que qué tal hogaño la cosecha. Y siempre, siempre, pasaba algo al olivo. Cuando no les pica la mosca, no llueve; cuando llueve, les entra repilo; o las heladas tiran el fruto o la sequía no da rendimiento de aceite. Siempre están enfermos o afectados, son como un reflejo de sus dueños. Cuando hay mucha producción, baja el precio. Si no dan nada, sube el precio del aceite. Cuando no es granizo, es la tuberculosis del olivo. Si un año les pagan pronto la subvención, ese año los rumanos y etnianos arrasan los olivares. Siempre, siempre tiene algo malo. No he visto árbol más sufrido que los olivos de esa zona. Y con que orgullo te cuentan sus enfermedades los agricultores, parece que están deseando que les preguntes para empezar a quejarse amargamente de su existencia.

No se si serán fuerzas telúricas o arcanos secretos, pero en esa zona el número de niños badulaques es llamativo. Cuando me la recorrí, raro era el día que alguien no me confesaba que tenía un hijo en un colegio especial, o una hija con paga, o algún ser de luz en la familia. Llegué a pensar que los hombres de allí son estériles y que es el mismísimo Belcebú el que engendra en sus mujeres esos abominables seres. Preñando la región de mongolismo y atraso.

Los oriundos de La Sagra jamás te dirán lo que piensan. Para ellas decir lo que piensan es el mayor pecado que existe. Mayor que el incesto o el asesinato. Si agarras a un sagreño, lo atas a un sillón, le arrancas una muela con unas tenazas oxidadas a lo vivo y el preguntas si le duele... pues te dirá que no.

El sagreño es celoso de sus pensamientos. Sin embargo si ves a dos sagreños juntándose al azar por la calle es fácil adivinar lo que se dicen el uno al otro: Se mienten.

Porque mentir es su deporte comarcal. No hacen sino manipular a los otros mintiéndoles para sonsacarles. "Sacar mentira por verdad" como dicen ellos. Se creen muy astutos con el forastero y no se dan cuenta de que en realidad quedan como unos cretinos.

Sus relaciones humanas son antinaturales, artificiales, extrañísimas. No saben lo que es la espontaneidad, la sinceridad, el trato abierto, cercano, cálido y franco. Y ni lo quieren saber.

Las casas de los muchos jovenlandeses que ves allí tampoco son nada halagüeñas. Ves un pequeño bloque de tres pisos en tres plantas y ves que hay tres antenas parabólicas y la cerradura de la entrada rota desde hace años y que nadie la arregla. Los buzones de los jovenlandeses tienen garrapateado un nombre con rotulador y nada más. Es desolador.

Gente que por las tardes apuran los vinos antes de ir al pilinguiclub de Valmojado o al del Lucio en Maqueda.

Ancianos que van a labrar viñas en tractores que se fabricaron cuando aún vivía Franco. Gestos huraños en sus curtidos rostros.

La mayor parte de los campos de cultivo están yermos y llenos de malas yerbas.

Cardos seteros por doquier pero no se os ocurra recoger setas de cardo. Las setas absorben muchos tóxicos y a saber qué comes. En una ocasión recogí un montón de setas de cardo en el interior de la rotonda de acceso a la autovía en Santa Cruz de Retamar y la diarrea que tuve fue histórica.

Ancianos de pinta siniestra que van a misa todos los domingos. Vestidos de neցro y con rostro lleno de amargura, soberbia y desesperación. Agarran los rosarios fuertemente en sus a vez temblorosos dedos.

No vayáis a la Sagra hijos míos.

Tan cerca de Madrid, tan lejos de Dios.
 
Ya puedes tener amigos y coche para salir de allí si no te suicidas jajajaj.
Tengo colegas que viven en pueblos pero quedamos de vez en cuando ya que tienen coche.
Eso si, la calidad de vida allí es más alta.
 
Ese entorno es una de las mayores podredumbres de España. Gente que vive de subsidios sociales a tutiplén, y si vais a hacia los pueblos de Toledo inmediatos a Parla es peor.

Chozas de Canales es uno de los lugares más perturbadores que conozco. En realidad toda la comarca de la Sagra.

Impacta la cantidad de neցros que hay, tienen la plaza del pueblo tomada. Hay uno que lleva la mano en la oreja y simula tener un móvil y hablar con alguien.

Una vez que estaba en el ayuntamiento, un neցro pedía audiencia con el alcalde en el mostrador. ¿Pa qué le quieres? Le decían, y el neցro que era muy importante, que tenía que hablar con el alcalde, y venga y dale. Sale el alcalde y ve el tinglado y le dice al neցro que qué narices quiere. Y el neցro, todo solemne, le dice que es el encargado de comunicarle que un ministro de su país va a visitar el pueblo. Todo Dios allí descojonandose, y el neցro to serio, que sí, que iba a ir un ministro de su país al pueblo a visitar a sus compatriotas y que había que recibirle con honores. Y el alcalde tratando de quitarse al neցro de encima, venga, venga, pues que me mande una carta y ya veremos si no hay que llamar también a un ministro nuestro, venga, venga, haz el favor. Luego resultó que era un hijo de un jefe de una tribu.

Por no hablar de las dos urbanizaciones enormes que hay a cada lado del pueblo con casas a mitad de construir muchas de ellas y muchos enganches de luz ilegales y cosa a tutiplén en los ¿jardines?. Y todo eso en medio de esos secarrales infames, es un lugar sólo apto para querersese o suicidarse.

Estoy harto de decir que la zona norte de Toledo y Parla y sus alrededores son una zona extraña. Es un lugar raro que trasmite sensaciones raras. Pueblos llenos de urbanizaciones en medio de la nada, medio vacías, aceras sin árboles, chalet abandonados o con puertas y ventanas tapiadas junto a otros bien cuidados. Gente extraña, neցros deambulando sin oficio ni beneficio, paisanos con sus Ebros sin capota y la cuba de sulfatar las viñas, pilinguis de saldo que ya no son competitivas en Madrí, jovenlandeses, jovenlandeses a tutiplén con las jovenlandesas cubiertas de pies a cebeza. Páramos infinitos, cielos inmensos que te aplastan y te recuerdan que solo eres un simple mortal.
Hay algo en esa tierra que perturba el alma, los que hemos estado allí lo sabemos, aunque no sepamos qué es.

El alma y el cuerpo, hay una cantidad enorme de cáncer y esquizofrenia, más que en ninguna otra parte de España.

El ambiente perturba el alma y la tierra se alimenta de sus cuerpos. Está maldita.

Decía José Antonio Primo de Rivera que los castellanos conquistaron el mundo porque no tenían otra opción, quien haya vivido en Toledo Norte sabe que esto es un dogma de fe.

Es una tierra de desdicha. Desdicha mala...

Siempre que hay un secuestro en Madrí, no sé el porqué pero si la cosa sale mal, el cadáver lo encuentra semienterrado en la Sagra, escarbado por unos perros de caza o en alguna antigua fábrica de ladrillos de esa maldita zona.

Esa zona esta maldita. Los perros huyen espantados por el hedor a fin y sin embargo la tierra engulle desdicha. Pide desdicha.

Siempre galgos, porque allá no hay más que galgos, y a montones abandonados.

Colgados, ahorcados, devorados por las pulgas mientras todavía sigue fluyendo la cosa de sus tripas por el tronco que les sirve de patíbulo. Cae la tarde; se va poniendo el sol... Los lugareños, apestando a sudor, dejan de un lado sus aperos y se dirigen a la taberna a gastarse el jornal en vino tinto.

Y cuando sopla el aire, el solano, que es el único aire que allí recorre los llanos y que además les seca la ropa, cuando éste corre se puede oír los lamentos de la almas de los oriundos que calladamente agonizan e impregnan el ambiente de dolor y fatigas. En verano el calor te achicharra como si del mismo infierno se tratase, y en invierno castañean los dientes y el moquillo cae de la nariz. No hay mujeres guapas, solo viejas y extranjeras. No cantan los pájaros, no hay sombras de árboles porque no hay árboles, ni pájaros que se posen. Todo es desasosiego y una extraña sensación de angustia.

Por la noche en verano no refresca jamaś y oyes a las chicharras cantar con su monótono canto hasta volverte loco. Y se oyen cantos de pájaros pero sólo de perdices ya que no hay otras aves, perdices sí que hay en muchísima abundancia, y también muchos conejos. Infinidad de conejos atropellados se ven en las cunetas.

Y los contenedores de la Maersk reciclados para vivienda con un tinajón enorme de cemento al lado para tener agua son todo un clásico.

Siempre creí que yo era uno, indivisible. Pero la Sagra me desdobló, fue allí donde pude comprobar que no era uno, sino dos. Un cuerpo y un alma que formaban un conjunto. Recuerdo como al pisar esa maldita tierra quiso arrebatarme mi alma. Y juro por Dios que noté como se me escapaba del cuerpo y era engullida por aquel lugar. Pero la atrapé y pude mantenerla unida a mi cuerpo, no me extraña que la gente del lugar hayan perdido todos la cabeza. Esa tierra te vacía, que roba el ser espiritual y mantiene el cuerpo orgánico, que deambulan por las urbanizaciones sin brillo en las miradas.

Levantas el lomo, el azadón al lado y respiras y el aire te quema las entrañas de miseria y el hedor es más profundo que la mismísima náusea.

Conejos con mixomatosis, perdices de granjas que sueltan para que escapen y en su huida mueran. Galgos famélicos, tiñosos, muertos de frío o de miedo que no paran de temblar. Estos son los tres animales que habitan esa tierra, una tierra seca que niega el agua. La antesala al infierno de Dante.

Por eso su vino es tan fuerte, porque se hace con el sufrimiento de los que trabajan la tierra. Un vino con regusto a polvo, amargo, áspero al paladar, que emborracha y hace mal vino en los que lo beben. Sacando lo peor de cada uno. Es la sangre maldita del lugar, beber ese brebaje es como probar la sangre de un vampiro.
Denominación de origen Méntrida. Si lo veis por ahí no lo probéis, bueno, haced lo que queráis, pero que sepáis que son las lagrimas de esa gente que vive atrapada en un universo paralelo.

Una tierra yerma, estéril que aúlla de dolor, la sangre derramándose en la sementera. No lloverá en meses. Oscurece y el paisano camina entre los cipreses... ¿Quedará algún mendrugo de pan de ayer? La noche abrasa, el regreso duele.

¿Y los olivos? Siempre enfermos, siempre afectados. Solía preguntar por cortesía a los lugareños que qué tal hogaño la cosecha. Y siempre, siempre, pasaba algo al olivo. Cuando no les pica la mosca, no llueve; cuando llueve, les entra repilo; o las heladas tiran el fruto o la sequía no da rendimiento de aceite. Siempre están enfermos o afectados, son como un reflejo de sus dueños. Cuando hay mucha producción, baja el precio. Si no dan nada, sube el precio del aceite. Cuando no es granizo, es la tuberculosis del olivo. Si un año les pagan pronto la subvención, ese año los rumanos y etnianos arrasan los olivares. Siempre, siempre tiene algo malo. No he visto árbol más sufrido que los olivos de esa zona. Y con que orgullo te cuentan sus enfermedades los agricultores, parece que están deseando que les preguntes para empezar a quejarse amargamente de su existencia.

No se si serán fuerzas telúricas o arcanos secretos, pero en esa zona el número de niños badulaques es llamativo. Cuando me la recorrí, raro era el día que alguien no me confesaba que tenía un hijo en un colegio especial, o una hija con paga, o algún ser de luz en la familia. Llegué a pensar que los hombres de allí son estériles y que es el mismísimo Belcebú el que engendra en sus mujeres esos abominables seres. Preñando la región de mongolismo y atraso.

Los oriundos de La Sagra jamás te dirán lo que piensan. Para ellas decir lo que piensan es el mayor pecado que existe. Mayor que el incesto o el asesinato. Si agarras a un sagreño, lo atas a un sillón, le arrancas una muela con unas tenazas oxidadas a lo vivo y el preguntas si le duele... pues te dirá que no.

El sagreño es celoso de sus pensamientos. Sin embargo si ves a dos sagreños juntándose al azar por la calle es fácil adivinar lo que se dicen el uno al otro: Se mienten.

Porque mentir es su deporte comarcal. No hacen sino manipular a los otros mintiéndoles para sonsacarles. "Sacar mentira por verdad" como dicen ellos. Se creen muy astutos con el forastero y no se dan cuenta de que en realidad quedan como unos cretinos.

Sus relaciones humanas son antinaturales, artificiales, extrañísimas. No saben lo que es la espontaneidad, la sinceridad, el trato abierto, cercano, cálido y franco. Y ni lo quieren saber.

Las casas de los muchos jovenlandeses que ves allí tampoco son nada halagüeñas. Ves un pequeño bloque de tres pisos en tres plantas y ves que hay tres antenas parabólicas y la cerradura de la entrada rota desde hace años y que nadie la arregla. Los buzones de los jovenlandeses tienen garrapateado un nombre con rotulador y nada más. Es desolador.

Gente que por las tardes apuran los vinos antes de ir al pilinguiclub de Valmojado o al del Lucio en Maqueda.

Ancianos que van a labrar viñas en tractores que se fabricaron cuando aún vivía Franco. Gestos huraños en sus curtidos rostros.

La mayor parte de los campos de cultivo están yermos y llenos de malas yerbas.

Cardos seteros por doquier pero no se os ocurra recoger setas de cardo. Las setas absorben muchos tóxicos y a saber qué comes. En una ocasión recogí un montón de setas de cardo en el interior de la rotonda de acceso a la autovía en Santa Cruz de Retamar y la diarrea que tuve fue histórica.

Ancianos de pinta siniestra que van a misa todos los domingos. Vestidos de neցro y con rostro lleno de amargura, soberbia y desesperación. Agarran los rosarios fuertemente en sus a vez temblorosos dedos.

No vayáis a la Sagra hijos míos.

Tan cerca de Madrid, tan lejos de Dios.

¿Otra vez el mismo rollete de la Sagra?

Si lo ves necesario basta con enlazar al original.
 
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