El Gran Cid
Madmaxista
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La jovenlandesal de los esclavos se caracteriza por estar inspirada por el resentimiento, que es la agresividad, el rencor, y el repruebo del débil que no es capaz de expresar abiertamente su hostilidad y busca estrategias enmascaradas para hacer daño. Inventa falsos valores para culpabilizar a los fuertes, crearles mala conciencia y de ese modo tratar de vencerlos. Se asocia a la idea de sociedad como rebaño. La jovenlandesal de los fuertes está ligada a una voluntad de poder afirmativa, continua superación. No acepta los valores establecidos como absolutos, sino que inventa sus propios valores. Se asocia a la idea de superhombre. La educación de las últimas décadas ha estado basada en valores propios de una humanidad debilitada y decadente (sumisión, buenismo, obediencia, compasión, solidaridad mal entendida, desarraigo…).
Al haber sido impuestos tales valores como los jovenlandesalmente buenos y predominantes han servido para culpabilizar, desde su predominio y para crear la mala conciencia en los individuos vitalmente fuertes, sensuales, independientes y predominantes. El neocumunismo y el ateísmo político ha ejercido así una labor de nivelación que ha concluido en la consagración final y universal del espíritu del rebaño; El neocumunismo y el ateísmo político ha exigido que se creyera en él, calificando de intolerante, insolidario, racista, fascista y racista a todo el que no lo hiciera. Así ha hecho predominar un ser humano buenista, miedoso, neurótico, internacionalista que reprime su energía vital y sus impulsos de libertad e independencia, logrando hacer de la humanidad un rebaño dócil y fácil de conducir.
Al haber sido impuestos tales valores como los jovenlandesalmente buenos y predominantes han servido para culpabilizar, desde su predominio y para crear la mala conciencia en los individuos vitalmente fuertes, sensuales, independientes y predominantes. El neocumunismo y el ateísmo político ha ejercido así una labor de nivelación que ha concluido en la consagración final y universal del espíritu del rebaño; El neocumunismo y el ateísmo político ha exigido que se creyera en él, calificando de intolerante, insolidario, racista, fascista y racista a todo el que no lo hiciera. Así ha hecho predominar un ser humano buenista, miedoso, neurótico, internacionalista que reprime su energía vital y sus impulsos de libertad e independencia, logrando hacer de la humanidad un rebaño dócil y fácil de conducir.