La derecha trotskista y el pasado marxista de su élite dirigente.

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A comienzos de los años setenta, aesinado Carrero Blanco, con Franco agonizando, se multiplican las organizaciones trotskistas, maoístas o marxistas-leninistas en toda España, la mayoría de ellas sectas minoritarias, escisiones de escisiones, decenas y decenas de siglas enfrentadas entre sí a las que solo les unían tres cosas: el antifranquismo, la fascinación por Francia y el repruebo a España.

En Barcelona —paraíso trotskista— surge "Bandera Roja", una pequeña organización de ideología pijo-maoísta que defiende un modelo de estado federal para lo que ellos denominaban "estado español", con mínima implantación en otras ciudades como Valencia o Madrid. Son los años llamados del "tardo-franquismo", el comienzo de la transición a la "democracia" y los inicios del R78, ese periodo lamentable de la historia contemporánea de nuestro país que, siempre según los tramposos discursos de la izquierda proetarra, no fue otra cosa que la continuación del franquismo, ese régimen que realmente finalizó un 20 de diciembre de 1973. Varias décadas después, muchos de esos trotskistas son ya miembros históricos del PP.

El punto de partida es sencillo: en las "democracias" occidentales actuales el capitalismo judío y masónico controla todos los aparatos ideológicos del estado, y tiene el monopolio o la "legitimidad" de la violencia. Al mismo tiempo, este capitalismo promueve la hegemonía cultural del marxismo-cultural, a través de medios de comunicación que controlan la opinión pública del país. Las marcas electorales que todos conocemos –"Podemos", "Ciudadanos", "PSOE", "PNV", "PP", "Vox"… – son títeres al servicio de los intereses económicos de la oligarquía explotadora o de la plutocracia local.

¿Consecuencia? Vivimos en sociedades capitalistas en lo económico, y progres en lo cultural. En un contexto así, resulta del todo comprensible que "el demócrata", el político profesional, o el que aspira a serlo, haga del "transfuguismo" su modo de vida. Mientras el rebaño de "peperos", "sociatas", "podemitas" y "farlopitos" se siguen abriendo la cabeza a garrotazos, los poderes económicos, mientras tanto, siguen ganando la partida. Todo está guionizado y bajo control: Paolo Vasile y Maurizio Carlotti, capos de Tele-5, junto con Roures y Soros, capos de La Sexta, siguen decidiendo quién será nuestro próximo presidente del gobierno.

¿CÓMO EXPLICARLE A UN PROGRE QUE UNA GRAN PARTE DE LOS NOMBRES HISTÓRICOS DEL PARTIDO POPULAR VIENEN DEL MARXISMO? ¿Puede digerir un votante de IU o de Podemos que está defendiendo las mismas ideas que defendía hace poco más de un par de décadas Celia Villalobos o Josep Piqué en Bandera Roja? ¿Pueden los hoy contertulios de "Al Rojo Vivo" acabar en un par de años pontificando desde los sillones de "La Marimorena" del mohíno Carlos Cuesta? ¿Qué tiene el trotskismo que marida por igual a un "neocon" ultra-liberal y sionista norteamericano heredero de las teorías de Leo Strauss, con un pro-inmigracionista progreflauta de Podemos? ¿Por qué el trotskista burgués, sea católico o no, siempre es atlantista, pro-inmi gración pro-Israel y lleva gafas?

¿Estamos hablando de oportunistas o traidores, de conversos o, simple y llanamente, de demócratas o de liberales abonados al parasitismo político más generoso? Muchos pensamos que Contrapoder, Nuevas Generaciones, Podemos y la FAES comparten el mismo espacio político: el de la política profesional. ¿Lo dudan? Que se lo pregunten al polémico Rafael Blasco, “Conseller de inmi gración” del PP en la Comunidad Valenciana en tiempos del tanoréxico Zaplana, y ex-militante del FRAP (Frente Revolucionario Antifascista y Patriota), o a Cristina Alberdi, que dio sus primeros pasos en la organización “Colectivo Feminista”, de carácter “antiautoritario e interclasista”, también en la década de los setenta, para fichar luego por el PSOE y por el PP, sucesivamente… No son los únicos.

Podríamos hablar de pecados de juventud si algunos de estos peperos hubiesen flirteado con el marxismo-leninismo en su temprana adolescencia, pero no en la treintena, ya en plena transición, a finales de los años setenta y comienzos de los ochenta. Josep Piqué, ex-ministro de Asuntos Exteriores del PP, se cansó pronto de Bandera Roja y ya en los años ochenta recaló, como tantos otros, en el PSUC. Lo de Bandera Roja le supo a poco también a Celia Villalobos, la mujer de Pedro Arriola -alguien que también gusta de presentarse como “joven luchador antifranquista”-, quien también pasó por el PCE y Comisiones Obreras. Pilar del Castillo, doble femenino de Camilo Sesto y Ministra de Educación y Cultura -cómo no- del PP entre 2000 y 2004, también atravesó un severo sarampión maoísta, para hacer un posterior y vertiginoso ejercicio de evolución política, pasando directamente del PCE al PP sin paradas intermedias. Todos ellos y alguno más utilizaron la jerga podemita de “círculos”, “corrientes” y “coordinadoras”. Tod#s, antifascistas. Casi como Echenique, pero al revés.

¿CREE USTED, JOVEN PREPARADO, QUE LOS CONTERTULIOS DE 13TV SON TODOS UNOS FRANQUISTAS O UNOS TARDO-FRANQUISTAS DEL COPÓN? Aunque muchos lo desconocen, en el mundo de la comunicación y/o la manipulación mediática, son decenas los opinadores profesionales y tertulianos “conservadores” que proceden del anarquismo o del comunismo. Durante las décadas de los setenta y los ochenta, si no defendías o practicabas la estrategia del “Entrismo”, no eras trotskista ni eras nada. O eso, o eras un muy de derechas, un fascista.

Alfonso Rojo, ex subdirector de "El Mundo", por ejemplo, proviene de la CNT, Jiménez Losantos de Bandera Roja, César Alonso de los Ríos, Antonio Pérez Henares y Gabriel Albiac del PCE, incluso el cascabelero y alabardero de Israel, Hermann Tertsch (de madre judía conversa), ahora en Vox, quien llegó a formar parte del minúsculo EPK-Partido Comunista de Euskadi. Y lo mejor de todo es que si tiramos de hemeroteca y hacemos un ejercicio similar en Francia o en Alemania, comprobamos cómo la primera plana del UMP francés o el CDU alemán también dio sus primeros pasos en el marxismo, para acabar haciéndose bartolas con una fotografía en color de Peter Sutherland (o en su defecto, con el bizarro desnudo integral de la Merkel en sus rollizos tiempos de responsable de Agitación y Propaganda del FDJ, cuando aquello de la RDA). Mism#s perr#s, distintos collares.

A nivel comunitario los vínculos entre las izquierdas y el mundialismo no son anecdóticos. La joven británica Catherine Ashton, durante los años setenta y primeros ochenta, formaba parte de un colectivo izquierdista a favor del desarme nuclear, el CND. No recordaríamos su nombre de no ser porque Catherine, Baronesa Ashton de Upholland, acabaría pocos años después ocupando el cargo de Alta Representante de Asuntos Exteriores y Políticas de Seguridad de la UE entre los años 2010 y 2014, sucediendo a Javier Solana, otro ex marxista con vínculos masonicos de altos vuelos. Antes de convertirse en la “Hillary Clinton europea”, Ashton, jefa de la diplomacia de la UE en los años inmediatamente anteriores al conflicto de Ucrania, mantuvo varias reuniones con un agente de la KGB vinculado a Alexander Lebedev… y a su vez a Tony Blair y Mijail Gorbachov.

En 2009, un eurodiputado del UKIP presentó una solicitud a la Eurocámara para demostrar los vínculos de Ashton y de su marido con la KGB: hasta 40 donaciones anónimas recibió desde la URSS Ashton, según dicha acusación, que la define como una "marioneta de la KGB" al servicio del Kremlin… A menudo se citan los vínculos entre la doctrina trotskista y el discurso neocon de los USA, pero en la UE no andamos cortos de ex-trotskistas, ex-maoístas o ex-okupas reconvertidos en europeístas atlantistas y pro-OTAN, la mayoría de ellos franceses: Lionel Jospin, José María Mendiluce, Dominique Strauss Kahn, Tony Blair, François Hollande, Durão Barroso, Bernard Henry-Lévy… ¿Vendidos? ¿Infiltrados? ¿Conversos? ¿”Entristas”? ¿O simplemente marionetas al servicio de lo que se ha venido en llamar “Nuevo Orden Mundial"?

Estoy absolutamente convencido de que al igual que muchos jóvenes simpatizantes de la Liga Comunista Revolucionaria acabaron en el PSUC o en el PSOE de los ochenta, muchos en Podemos acabarán defendiendo las “bondades” del mundialismo globalista y antiblanco al servicio del capital, todo en el nombre del "cambio", de la "regeneración", del "progresismo"… Y con domicilio fiscal en Panamá, en Gibraltar o en Andorra.

Tras múltiples escisiones, Bandera Roja desaparecería finalmente a comienzos de la década de los noventa, en 1994; en Barcelona ya no sonaba La Banda Trapera del Rio: sonaba Sopa de Cabra y otros grupos infumables del llamado “Rock Català”, una versión pobre del RRV abertzale. Ese mismo año, en las Elecciones Europeas de junio del 94, el PP conseguiría su primera gran victoria electoral en “democracia”, superando a un PSOE agónico y consiguiendo 28 eurodiputados, en los comicios posiblemente más quejumbrosos de la historia de la “democracia” española (Abel Matutes versus Fernando Morán, ni más ni menos). El PP ganaba las elecciones, Monedero preparaba su tesis doctoral sobre la RDA y Ortega Lara llevaba un par de meses secuestrado… La historia que sigue hasta el presente ya la conocemos todos.

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