Israel en Azawad: Los errores de los imperios coloniales británico y francés
Si es cierto que toda nación aspira a la soberanía, lo cierto es que los pretextos, las formas y los medios para lograrla pueden conducir al caos... como la imposición, por parte de los británicos, de un Estado judío artificial a los palestinos.
En 1917, Lord Balfour, Ministro de Asuntos Exteriores británico, prometió el establecimiento de un “hogar nacional judío” en Palestina. De ahí la famosa frase del escritor británico Arthur Koestler: “Una nación (británica) ha prometido solemnemente a una segunda (judía) el territorio de una tercera (árabe)”.
En 1947, el Reino Unido recurrió a la ONU para encontrar una solución. La ONU se apresura a votar, sin medir las consecuencias, la resolución 181 que divide Palestina en dos Estados peligrosamente inequitativos: un Estado judío con el 55% del territorio y un Estado árabe con el 45%. Ernest Bevin, ex Ministro de Asuntos Exteriores, calificó la medida británica como un error estratégico: "Comprometía a Gran Bretaña a apoyar el establecimiento de un hogar nacional para el pueblo judío en Palestina, donde los judíos constituían menos del 10% de la población". Este error garrafal es la causa principal de la abortada partición de Palestina.
La promesa británica abrió entonces el camino a la creación del Estado de Israel, pero también desencadenó uno de los conflictos más mortíferos de los tiempos modernos.
Por mimetismo,
la analogía del enfoque de Francia con el del Imperio Británico se vuelve perfecta: una nación (francesa) prometió solemnemente a una segunda (minoría targui) el territorio de una tercera (maliense).
Las mismas causas y los mismos efectos: la promesa francesa a la minoría targui de crear un Estado artificial en el territorio de Malí desencadenó el conflicto más mortífero de la historia del Sahel.
El paralelo del enfoque colonial no se limita sólo al desprecio por las poblaciones indígenas, sino que también concierne a las verdaderas motivaciones de los antiguos imperios coloniales para querer imponer estados artificiales a poblaciones pacíficas.
Estas motivaciones son, entre otras, la codicia de los colonos y la consiguiente obsesión por querer perpetuar sus impulsos imperiales.
Según Sir Herbert Samuel, ex Alto Comisionado británico en Palestina, “Gran Bretaña temía el control francés sobre Palestina que, tan cerca del Canal de Suez, sería una amenaza formidable y permanente para las líneas esenciales de comunicación del 'Imperio Británico' .
Esta afirmación fue apoyada por la de Haim Weizmann, uno de los principales líderes de la organización sionista: “Una Palestina judía sería una salvaguardia para Inglaterra, en particular con respecto al Canal de Suez” .
Para salvarse de la decadencia, Francia ha puesto sus ojos en el “escándalo geológico” que es la inmensa riqueza enterrada en el Sahel. La guerra que hábilmente orquestó contra la Libia de Gadafi fue la primera secuencia de la mayor barbarie que jamás haya conocido el Sahel.
Y para lograr sus malvados fines,
Francia se inspira en la desafortunada experiencia británica en Oriente Medio para desestabilizar el Sahel: ¡crear un Estado artificial en Mali!
Pero el caos permanente instalado desde hace 75 años en Oriente Medio por la ONU y el Imperio Británico acabará calmando el ardor de los “malienses perdidos” que sueñan con la creación del imposible Estado artificial de Azawad.
Israël à Azawad : Les égarements des empires coloniaux britannique et français
malijet.com