Muchas veces, las empresas acaban contratando perfiles que no se ajustan del todo al puesto de trabajo, y no se dan cuenta de que, si forman a un joven durante dos o tres años, es una apuesta a futuro para ellos”
Ese es el drama. Los políticos, que no tienen ni idea de cómo funciona esto, piensan que las empresas, que sí que pisan la realidad de un mundo hipercompetitivo, tienen que hacer el ejercicio de invertir en un trabajador joven dos o tres años porque al político le parece bien.
Eso se hacía hace 40 años, cuando con figuras como el aprendiz o con posibilidad de salarios mucho más bajos se contrataba jóvenes para hacer cantera. Se contrataban bastantes, y como el coste no era alto un buen porcentaje a los X años estaban integrados en la estructura de la empresa y bien formados. Y si no salía bien, al menos el joven se llevaba una primera e importante experiencia laboral.
El problema es que ahora los poderes públicos por una parte no quitan el blindaje a los dinosaurios, y por otra parte han acortado enormemente la posibilidad de contratar a un joven imberbe. Si eso lo unes con la educación tan delirante, donde se emplea una cantidad vergonzante de tiempo en aprender estupideces, es la pescadilla que se muerde la cola
Los poderes públicos esperan que la empresa haga de verdadero formador de los trabajadores, pero que lo haga invirtiendo su pasta. Los jóvenes sin experiencia cada vez son más caros y cada vez tienen menos habilidades reales para el trabajo de verdad.
Esto es algo completamente artificial, creado por los propios políticos. Que son los que manejan los salarios, los que marcan los planes de estudios, los que encima consumen una cantidad ingente de recursos de las empresas (y consumidores) para financiar esta distopía.
El camino es justamente al revés:
- Aumenta la libertad de contratación. Sí, lo de los salarios justos para los jóvenes es una quimera; no puedes pretender cobrar una cantidad que no eres capaz de generar. Lo contrario es mentir. O paro
- Disminuye los costes de despido. Para los pocos jóvenes que superan estas barreras es el gran obstáculo; son los que dan con sus huesos en el paro en cuanto la empresa tiene medio problema, por la imposibilidad de despedir a gente con muchos años en la empresa, por mucho que pudieran ser en algunos casos más productivos.
- Cambia el espíritu de la formación. Que los estudios no estén copados por catedráticos con folios amarillentos, con sueldos indecentes para su función. Que obligan a los estudiantes a tirar a la basura años de su vida con aprendizajes que serán olvidados en cuanto pongan un pie en el mundo laboral, y sin base mínima para poder ejercer su profesión
- Rebaja del coste laboral. Al menos los primeros años de trabajo. Cuando la diferencia entre lo que el empresario pone encima de la mesa y lo que se lleva el empleado es tan enorme, es una barrera mucho más insalvable cuanto más improductivo es el trabajador. Y por definición, en un trabajo medianamente complejo alguien sin experiencia es improductivo.
Una empresa puede pagar un 50% de coste extra en un tío con 20 años de experiencia y que gane bien, puesto que si es bueno será capaz de generar su sueldo neto, su coste laboral y un plus que justifique la contratación.
Cuando hablamos de jóvenes sin experiencia, subir esta barrera es lo más ridículo del mundo.
Lo dolido es que aquellos que ponen reglas de juego delirantes echan la culpa del resultado a los jugadores, que simplemente se amoldan a esas reglas.