Igualdad 7-2521
Madmaxista
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¿Y si J. K. Rowling fuera un invento y en realidad no existiera? - La piedra de Sísifo
La biografía de J. K. Rowling es bien conocida por todos. Tras una conflictiva relación sentimental, la escritora atraviesa una depresión clínica que le lleva a plantearse el suicidio como posibilidad ‒de esa oscuridad surgen los personajes de los Dementores‒. Con un bebé a su cargo, sin trabajo y sobreviviendo gracias al subsidio por desempleo, Rowling completó su primera novela de Harry Potter escribiendo en cafeterías. A partir de ahí, y en cuestión de una década, vinieron seis libros más, ocho películas, juegos de ordenador, un parque temático y un sinfín de productos que la han convertido en una de las escritoras con una de las mayores fortunas del mundo. Toda una historia de superación digna de admiración y, por qué no, de envidia por parte de infinidad de autores noveles.
Para algunos creer en un éxito de tales proporciones es algo incluso más difícil que creer en la magia. De hecho, una cineasta noruega llamada Nine Grunfeld afirma que no deberíamos creer en la historia de Rowling en absoluto. Según su teoría conspiratoria el personaje de J. K. Rowling es un montaje diseñado por Bloomsbury y Warner Bros para crear una franquicia atractiva y rentable, la de Harry Potter. Para Grunfeld la saga de del joven mago se ha completado en tan poco tiempo y con tal grado de complejidad y detalle que cuesta pensar que sea fruto de una sola persona. Antes bien, cabría imaginar que es el producto de un equipo de escritores y de publicistas, algo que no sería la primera vez que ocurre ‒por ejemplo, los libros de Nancy Drew, escritos por el Sindicato Stratemeyer y firmados con el seudónimo de Carolyn Keene‒.
¿Dónde encajaría J. K. Rowling en todo el montaje? Grunfeld lo tiene claro: se trata de una actriz contratada para ejercer el papel de autora que consigue superar las dificultades y triunfar. Alguien a quien admirar, haciendo que la leyenda que se ha creado alrededor del libro sea todavía más fascinante.
Por supuesto, la hipótesis de Grunfeld no consigue sostenerse y no ha sido tomada en serio prácticamente por nadie ‒incluso se sospecha que la propia Grunfeld podría ser una invención, porque no aparece ningún registro sobre ella en Internet, aparte de sus polémicas declaraciones sobre Rowling‒. De ser cierta la teoría significaría que la actriz, que habría sido contratada en 1997, llevaría casi 20 años interpretando a una persona que no es, además de necesitar a decenas de extras para dar vida a sus familiares y amigos, y todo ello sin levantar ni la más mínima sospecha. Para hacer algo así sí que hace falta usar magia. Demasiado trabajo. Incluso más que escribir Harry Potter.
La biografía de J. K. Rowling es bien conocida por todos. Tras una conflictiva relación sentimental, la escritora atraviesa una depresión clínica que le lleva a plantearse el suicidio como posibilidad ‒de esa oscuridad surgen los personajes de los Dementores‒. Con un bebé a su cargo, sin trabajo y sobreviviendo gracias al subsidio por desempleo, Rowling completó su primera novela de Harry Potter escribiendo en cafeterías. A partir de ahí, y en cuestión de una década, vinieron seis libros más, ocho películas, juegos de ordenador, un parque temático y un sinfín de productos que la han convertido en una de las escritoras con una de las mayores fortunas del mundo. Toda una historia de superación digna de admiración y, por qué no, de envidia por parte de infinidad de autores noveles.
Para algunos creer en un éxito de tales proporciones es algo incluso más difícil que creer en la magia. De hecho, una cineasta noruega llamada Nine Grunfeld afirma que no deberíamos creer en la historia de Rowling en absoluto. Según su teoría conspiratoria el personaje de J. K. Rowling es un montaje diseñado por Bloomsbury y Warner Bros para crear una franquicia atractiva y rentable, la de Harry Potter. Para Grunfeld la saga de del joven mago se ha completado en tan poco tiempo y con tal grado de complejidad y detalle que cuesta pensar que sea fruto de una sola persona. Antes bien, cabría imaginar que es el producto de un equipo de escritores y de publicistas, algo que no sería la primera vez que ocurre ‒por ejemplo, los libros de Nancy Drew, escritos por el Sindicato Stratemeyer y firmados con el seudónimo de Carolyn Keene‒.
¿Dónde encajaría J. K. Rowling en todo el montaje? Grunfeld lo tiene claro: se trata de una actriz contratada para ejercer el papel de autora que consigue superar las dificultades y triunfar. Alguien a quien admirar, haciendo que la leyenda que se ha creado alrededor del libro sea todavía más fascinante.
Por supuesto, la hipótesis de Grunfeld no consigue sostenerse y no ha sido tomada en serio prácticamente por nadie ‒incluso se sospecha que la propia Grunfeld podría ser una invención, porque no aparece ningún registro sobre ella en Internet, aparte de sus polémicas declaraciones sobre Rowling‒. De ser cierta la teoría significaría que la actriz, que habría sido contratada en 1997, llevaría casi 20 años interpretando a una persona que no es, además de necesitar a decenas de extras para dar vida a sus familiares y amigos, y todo ello sin levantar ni la más mínima sospecha. Para hacer algo así sí que hace falta usar magia. Demasiado trabajo. Incluso más que escribir Harry Potter.