hacia
1719 la Compañía comenzó a divulgar rumores cada vez más extravagantes sobre el valor potencial de su comercio con el
Nuevo Mundo. Se hablaba de cantidades fabulosas de oro y plata sudamericanas a la espera de ser importadas a
Europa. La percepción de las actividades comerciales de la Compañía como potencialmente muy lucrativas fue el segundo factor que condujo a la burbuja.
En tercer lugar, a comienzos de 1720 la Compañía recibió una línea de crédito del propio
Parlamento Británico por valor de 70 millones de libras para la
expansión comercial de las actividades de la Compañía.
Esto último, unido a lo anterior, causó auténtico frenesí entre los inversores británicos, que creyendo que la línea de crédito significaba que las promesas de fabulosas riquezas americanas pronto se harían realidad, hicieron que el valor de las acciones se disparara, pasando de 128 libras por acción en enero de
1720 a 550 libras a finales de mayo.
A principios de agosto de
1720 la cotización alcanzó las 1000 libras, y la tendencia cambió bruscamente.
La cotización quedó en 100 libras antes del fin de año.