Va a ser cierto, como sostienen cada vez mas opiniones, que la división clásica entre derechas e izquierdas es cosa del pasado. La actual izquierda -rebautizada izquierda con no poco tino y fundamento según esta misma corriente de opinión- ya no defendería los intereses del grupo social que tradicionalmente le dió apoyo, sino los de una macroideología de nuevo cuño empeñada en imponer el proyecto globalizador y vendida como supuestamente progresista.
De ahí que se refuerce la utilización de una verborrea "social" o "socializante" mas o menos radical y/o utópica (RBU de 1000 euros para los millones de parados que ya hay en España y para los millones que siguen empeñados en importar del Tercer Mundo con su política partidaria de la abolición de fronteras) contraria a las políticas que lleva a cabo para mejor confundir a los despistados de ese grupo social que todavía les vota porque no se ha enterado del trile de que son objeto (¿de qué sirve reforrmar "socialmente" la legislación laboral si la oferta de mano de obra barata crece sin cesar?)
Estrategia concomitante en esta misma dirección es la puesta en valor de asuntos que nunca han sido eje central de las políticas de izquierda y que han pasado a ser el centro de una ideología descafeinada por sustitución de la parte mollar: LGTBIs y demás floripondios, el otro pilar presuntamente "progresista" de esta vacuidad impostora.
De ahí que se refuerce la utilización de una verborrea "social" o "socializante" mas o menos radical y/o utópica (RBU de 1000 euros para los millones de parados que ya hay en España y para los millones que siguen empeñados en importar del Tercer Mundo con su política partidaria de la abolición de fronteras) contraria a las políticas que lleva a cabo para mejor confundir a los despistados de ese grupo social que todavía les vota porque no se ha enterado del trile de que son objeto (¿de qué sirve reforrmar "socialmente" la legislación laboral si la oferta de mano de obra barata crece sin cesar?)
Estrategia concomitante en esta misma dirección es la puesta en valor de asuntos que nunca han sido eje central de las políticas de izquierda y que han pasado a ser el centro de una ideología descafeinada por sustitución de la parte mollar: LGTBIs y demás floripondios, el otro pilar presuntamente "progresista" de esta vacuidad impostora.
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