Tres decisiones magistrales con las que Hitler podría haber ganado (o evitado) la Segunda Guerra Mundial
Desde dilatar las conferencias de paz que le proponía Chamberlain, hasta retirar sus tropas de parte de Polonia. David T. Payne, licenciado en Estudios de Seguridad Nacional por la Universidad de Georgetown, ha iniciado una serie de artículos en los que analiza los movimientos políticos con los que Alemania podría haber evitado la derrota
En mitad de ese torbellino se firmaron los
Acuerdos de Múnich, suscritos el
30 de septiembre de 1938 por Hitler,
Mussolini,
Neville Chamberlain (primer ministro británico) y
Édouard Daladier (al frente del gobierno francés).
La idea, sin embargo, no era que el Führer devolviera aquellos territorios que había conquistado, sino ofrecerle la posibilidad de quedarse con ellos a cambio de que abandonase sus ansias expansionistas.
«El acuerdo le permitía incorporar la región de los
Sudetes el 10 de octubre de 1938»,
Inglaterra, por su parte, pactó con el líder germano que sus dos países «
jamás entrarían en guerra».
Hitler en una misiva enviada poco antes del verano: «Yo he superado el caos en Alemania, restaurado el orden, incrementado de forma generalizada la producción en todos los sectores de nuestra economía nacional [...] He devuelto al Reich las provincias que nos fueron robadas en 1919. He conducido de nuevo a su patria a los millones de alemanes profundamente desdichados que nos habían sido arrancados».
Emil Hocha, quien viajó hasta Berlín para solicitar el apoyo de Alemania a cambio, según Payne, de convertirse en uno de sus protectorados. Muy lejos de admitir sus propuestas, el líder nancy enloqueció. «El
Führer le sometió a duras amenazas, hasta el punto de que el presidente checo se desvaneció al enterarse de que los
bombarderos alemanes se encontraban preparados para bombardear Praga», añade Lozano. No mentía. Al día siguiente sus hombres avanzaron sobre la ciudad y se hicieron con el resto de la zona ante la atenta (y desesperada) mirada de los ciudadanos.