Juan Antonio Cortés
Himbersor
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29/06/2021 - Una cena como metáfora - Màrius Carol - La Vanguardia
La fotografía es el mensaje. Pere Aragonès compartiendo mesa con el rey Felipe VI es toda una metáfora de la distensión, impensable hace unos meses. Nada se agradece tanto como la normalidad. Nos ha tocado vivir tiempos tan tensos y anómalos, que al final se valora positivamente la imagen del presidente de la Generalitat y el jefe del Estado compartiendo el pan y el vino.
La esa época en el 2020 de la que yo le hablo nos ha complicado la vida hasta extremos impensables, pero en este caso ha facilitado las cosas. La cena inaugural del Mobile World Congress tuvo menos comensales que otros años. Solo seis convidados en cada mesa. Y en la de Felipe VI estaba Pedro Sánchez, Pere Aragonès, Ada Colau, Pau Relat y Mats Granryd (director general de GSMA). La ventaja de situar seis personas y no ocho es que todos estuvieron obligados a participar de la misma conversación. No cabían dos charlas al mismo tiempo. Nada da más rabia que estas cenas en la que uno es secuestrado por el vecino/a de al lado y se pierde la conversación del resto, que casi siempre es la realmente interesante. Lo de menos es de qué hablaron, lo importante es que lo hicieron sin reservas. La cordialidad constituye el primer peldaño de la concordia. Y hablando se entiende la gente. El copyright de la frase es del rey emérito, con el conflicto catalán como sujeto.
Los reyes saben de mesas y para que no les complicaran la existencia, ni les pidieran nada, solían celebrar las cenas oficiales en comedores kilométricos. Con ocasión del segundo matrimonio de Alfonso XII, el tatarabuelo del actual Monarca, se inauguró en 1879 el Gran Comedor del palacio Real. Antes las recepciones se celebraban en el Salón de Columnas, pero como allí se expuso el cadáver de la reina Mercedes, el monarca decidió prohibir que hubiera nunca jamás otra celebración festiva. Así que hubo que improvisar otro comedor con las tres grandes salas que dan a la fachada del Campo del jovenlandés. La mesa, que aún se utiliza, es larguísima: da para 126 cubiertos.
En un par de ocasiones he tenido la oportunidad de cenar en salón tan principal. Solo es posible mantener una conversación con la persona que tienes a tu derecha o a tu izquierda. En el caso de la cena del Mobile, Aragonès y Felipe VI tuvieron que hablar entre sí y con el resto porque mandaba la cercanía. Se agradece que los mandatarios charlen animadamente, se olviden de los postureos e incluso se atrevan con alguna confidencia. E ignoren durante un par de horas Twitter, donde no abunda la vida inteligente.
La fotografía es el mensaje. Pere Aragonès compartiendo mesa con el rey Felipe VI es toda una metáfora de la distensión, impensable hace unos meses. Nada se agradece tanto como la normalidad. Nos ha tocado vivir tiempos tan tensos y anómalos, que al final se valora positivamente la imagen del presidente de la Generalitat y el jefe del Estado compartiendo el pan y el vino.
La esa época en el 2020 de la que yo le hablo nos ha complicado la vida hasta extremos impensables, pero en este caso ha facilitado las cosas. La cena inaugural del Mobile World Congress tuvo menos comensales que otros años. Solo seis convidados en cada mesa. Y en la de Felipe VI estaba Pedro Sánchez, Pere Aragonès, Ada Colau, Pau Relat y Mats Granryd (director general de GSMA). La ventaja de situar seis personas y no ocho es que todos estuvieron obligados a participar de la misma conversación. No cabían dos charlas al mismo tiempo. Nada da más rabia que estas cenas en la que uno es secuestrado por el vecino/a de al lado y se pierde la conversación del resto, que casi siempre es la realmente interesante. Lo de menos es de qué hablaron, lo importante es que lo hicieron sin reservas. La cordialidad constituye el primer peldaño de la concordia. Y hablando se entiende la gente. El copyright de la frase es del rey emérito, con el conflicto catalán como sujeto.
Los reyes saben de mesas y para que no les complicaran la existencia, ni les pidieran nada, solían celebrar las cenas oficiales en comedores kilométricos. Con ocasión del segundo matrimonio de Alfonso XII, el tatarabuelo del actual Monarca, se inauguró en 1879 el Gran Comedor del palacio Real. Antes las recepciones se celebraban en el Salón de Columnas, pero como allí se expuso el cadáver de la reina Mercedes, el monarca decidió prohibir que hubiera nunca jamás otra celebración festiva. Así que hubo que improvisar otro comedor con las tres grandes salas que dan a la fachada del Campo del jovenlandés. La mesa, que aún se utiliza, es larguísima: da para 126 cubiertos.
En un par de ocasiones he tenido la oportunidad de cenar en salón tan principal. Solo es posible mantener una conversación con la persona que tienes a tu derecha o a tu izquierda. En el caso de la cena del Mobile, Aragonès y Felipe VI tuvieron que hablar entre sí y con el resto porque mandaba la cercanía. Se agradece que los mandatarios charlen animadamente, se olviden de los postureos e incluso se atrevan con alguna confidencia. E ignoren durante un par de horas Twitter, donde no abunda la vida inteligente.
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