El día 9 de marzo, del año pasado, me llamó un buen amigo casado con una neumóloga ( de un hospital importante de Madrid), para que volviera a hablarle de "aquello" que le comenté semanas atrás sobre que había que comprar mascaras, proteger a nuestros viejos, comprar alimentos, y poner geles alcohólicos en los WC de las oficinas, etc... que era lo que habíamos hecho en los entornos de familiares, empresa, etc.
Y dejó el manos libres para que su mujer lo escuchara, y entablamos una larga conversación entre los tres...
La pobre mujer no salía de su asombro, y notaba cierta retranca, y suficiencia y, como no queriendo creer lo que ya les pasaba (raras neumonías) y dudando que el tema fuera a más...
A la semana siguiente, violando el confinamiento, quedé con ella para entregarle unas mascaras fpp2, de las de válvulas (y por lo tanto criminales, e insolidarias, según los mass media) que ya en enero conseguí en un Bricomark, porque pensé que lo necesitaban más que mi familia.
Los sanitarios viven en su mundo, y quienes tenían que haberles avisado, estaban con otros discursos.
Que conste que tras lo visto, yo no soy tan alarmista sobre el cobi19, es lo que es, y hay que afrontar el problema, pero no es un evento de extinción de especie, aunque se esté utilizando para otras planificaciones sociales y políticas.