La inmunidad al SARS-CoV-2 dura al menos seis meses, según muestran los datos
Medio año después de la infección, las personas que se habían recuperado del el bichito-19 tenían anticuerpos robustos, junto con rastros del bichito en sus intestinos, lo que puede impulsar una inmunidad duradera.
La inmunidad al bichito que causa el bichito-19 dura al menos seis meses y podría durar mucho más, según una preimpresión publicada el 5 de noviembre en
bioRxiv .
Entre 87 personas que tenían el bichito-19, los anticuerpos contra el SARS-CoV-2 disminuyeron después de seis meses, pero aún eran detectables, encontraron los autores del estudio. Una mirada más cercana a las muestras de seis de esos pacientes reveló que los anticuerpos que permanecieron seis meses después de la infección fueron, en promedio, más potentes para neutralizar el bichito que los anticuerpos generados solo alrededor de un mes después de la infección. Y los niveles de las células inmunes de memoria que producen esos anticuerpos más potentes no disminuyeron con el tiempo, informan los investigadores.
"Esta es una noticia fantástica", dice el inmunólogo Ziv Shulman del Instituto de Ciencias Weizmann en Israel, que no participó en el nuevo trabajo. “No estaba claro si hacemos una memoria inmunológica duradera contra este nuevo cobi19. El estudio muestra que las células de memoria están ahí [meses después de la infección] y son capaces de producir anticuerpos neutralizantes de bichito de alta afinidad ".
Los resultados, que aún no han sido revisados por pares, sugieren que las personas que se vuelven a exponer al bichito tienen una buena posibilidad de desarrollar una respuesta inmune rápida y eficaz contra él, y ofrecen un poco de esperanza para hacer una banderilla de larga duración. los expertos dicen.
En el estudio, Christian Gaebler, médico e inmunólogo de la Universidad Rockefeller en la ciudad de Nueva York, y sus colegas compararon los niveles y la potencia de los anticuerpos del SARS-CoV-2 en muestras de sangre tomadas de 87 voluntarios un mes y luego aproximadamente seis meses después de que había sido infectado con el bichito. El equipo midió específicamente los niveles de anticuerpos llamados inmunoglobulina M (IgM), inmunoglobulina G (IgG) e inmunoglobulina A (IgA), que se crean para neutralizar un patógeno. La IgM suele ser el primer anticuerpo que se desarrolla en respuesta a una infección. La IgG es el tipo principal que se encuentra en la sangre y la IgA en la sangre ayuda a iniciar una reacción inflamatoria a la infección.
Los niveles de anticuerpos IgM e IgG reactivos al dominio de unión al receptor (RBD) de la proteína pico del SARS-CoV-2 cayeron bruscamente entre los dos puntos de tiempo, encontró el equipo, mientras que los niveles de IgA no disminuyeron tan abruptamente. Los niveles de células B de memoria, que generan todos estos anticuerpos cuando hay una señal de reinfección, se mantuvieron estables durante el transcurso del estudio. Los resultados se alinean con una preimpresión publicada en
medRxiv en agosto que también mostró que las células B de memoria del bichito persisten después de una infección leve por el bichito-19.
A continuación, Gaebler y sus colegas identificaron los anticuerpos presentes tanto un mes como seis meses después de la infección, los sintetizaron en el laboratorio y probaron su reactividad al RBD. Los anticuerpos de seis meses después de la infección se unieron más estrechamente al componente de acoplamiento del bichito que los de poco después de la infección. Esos anticuerpos también fueron mejores para neutralizar variantes del bichito SARS-CoV-2.
Esas observaciones indican que los cuerpos de los pacientes estaban activando un programa específico del sistema inmunológico que genera células B de memoria de larga duración, que luego producen potentes anticuerpos contra exposiciones posteriores al bichito, escriben los investigadores. La
falta de estructuras llamadas centros germinales donde tiene lugar esta producción de células B de memoria se ha relacionado con una infección grave por el bichito-19 y la muerte.
Curioso si las células B producían los mismos anticuerpos un mes después de la infección que seis meses después de la infección, Gaebler y sus colegas compararon las secuencias genéticas de los receptores de células B de memoria y encontraron cambios significativos a lo largo del tiempo. Esta observación, combinada con la potencia mejorada de los anticuerpos producidos por estas células B, indica que las células B y los anticuerpos evolucionaron en respuesta a la infección.
Gaebler dice que se sorprendió al ver que los anticuerpos habían evolucionado. Eso suele ocurrir cuando un patógeno se esconde en algún lugar del cuerpo o específicamente en el ADN de las células, incluso después de que cesan los síntomas de las infecciones, por ejemplo, con el VIH. Saurabh Mehandru, gastroenterólogo del Hospital Mount Sinai, y sus colegas habían estado buscando el bichito SARS-CoV-2 en los intestinos de pacientes con el bichito-19 recuperados y habían identificado rastros del mismo en el intestino. Su grupo y el de Gaebler decidieron unirse para ver si esos polizones virales en el intestino podrían estar estimulando la evolución de las células B de memoria.
El equipo de Mehandru examinó de cerca las biopsias de 14 pacientes recuperados infectados aproximadamente cuatro meses antes, en promedio. En el momento de la recolección de tejido, ninguno de ellos tenía un resultado de PCR positivo para el bichito, sin embargo, se detectó ARN del SARS-CoV-2 en el intestino delgado de tres de los 14 pacientes y las biopsias de cinco de los pacientes contenían SARS Proteína CoV-2 N. La tomografía electrónica en la biopsia de un paciente también reveló partículas virales del SARS-CoV-2.
"Si el bichito persiste en los intestinos, tiene el potencial de continuar informando al sistema inmunológico", dijo Mehandru, coautor del estudio, a
The Scientist .
Shiv Pillai, inmunólogo del Instituto Ragon del Hospital General de Massachusetts, MIT y Harvard que no participó en el estudio, está de acuerdo y dice que el estudio es un caso sólido para que el bichito en el intestino continúe preparando las células B de memoria para la infección. El resultado también sugiere que una infección intestinal latente puede explicar MIS-C, o síndrome inflamatorio multisistémico, una condición poco común en la que los niños que contrajeron SARS-CoV-2
sufren síntomas , como vómitos, diarrea y dolor abdominal intenso, semanas después de la recuperación. . “Esto encaja con eso y dice, mira, hay un reservorio en el intestino para que el bichito se quede”, dice Pillai.
Mehandru dice que es importante enfatizar que, aunque el equipo encontró rastros del bichito en el intestino, no hay evidencia de que el SARS-CoV-2 se pueda transmitir a través de las heces.
Gaebler dice que el equipo aún no está completamente seguro de si es el bichito en el intestino el que está causando la evolución de la inmunidad, o si el bichito también persiste en otras partes del cuerpo y continúa afectando el sistema inmunológico desde allí.
Aún no está claro cuánto tiempo durará esta respuesta inmune de las células B de memoria después de la marca de los seis meses. Las personas que se infectaron con el bichito del SARS original en 2003 todavía tienen células B de memoria para ese patógeno, por lo que el patrón podría ser el mismo para el SARS-CoV-2, dice Gaebler. "Por lo general, cuando ves una respuesta de memoria de este tipo, es bastante duradera".
El siguiente paso, dice, es analizar la sangre de las personas que reciben una banderilla contra el bichito para detectar la presencia de células B de memoria. "Los datos de inmunidad que vemos de esas banderillas son muy alentadores y parecen parecerse mucho a la infección natural, lo cual es una buena noticia", dice Gaebler. “Eso podría sugerir que [las banderillas] también conducen a la misma respuesta de memoria. Pero obviamente sería muy, muy importante ver esto ".
C. Gaebler y col. “Evolution 1 de Anticuerpo Inmunidad a SARS-CoV-2,” bioRxiv , doi.org/10.1101/2020.11.03.367391 , 2020.
Immunity to SARS-CoV-2 Lasts at Least Six Months, Data Show
