No es sólo el estoicismo. El cristianismo, hoy diluido en el quedar bien y aparentar solidaridad, es también una doctrina de la virtud personal, del mejoramiento y el cuidado del alma. Esta doctrina la hereda de la cultura romana, como la romana la heredó de la griega. Es propiamente la cultura europea. La virtud era un fin por sí mismo, nada más hace falta. Pero el cristianismo une la virtud a la salvación tras la muerte, y el vicio (su contrario) al pecado y la condena eterna. Una vez que, perdida la fe cristiana, esto deja de ser creído, con ello ha caído también la virtud personal, y toda honradez, toda verdad, toda belleza, han quedado flotando en un vacío, con pocos que las ensalcen.
Pero siguen rigiendo la buena vida.