La ventana de oportunidad que se abrió en los 80, con una Administración por hacer todavía, no tendrá parangón en España con ninguna otra, de no ser que medie una Revolución o un cambio de Régimen que descoyunte todo y se necesite crear el Estado y sus instituciones desde cero otra vez.
Quien supo ver esa oportunidad se llevó el gato al agua, siendo, por otro lado, bastante menos atractivo trabajar en la Administración que en la empresa privada. Hubo casos de sacar 400 plazas y presentarse solamente 256 opositores; e incluso de gente que se presentaba, se sacaba la plaza, para posteriormente renunciar al no ver colmadas sus expectativas, pues las condiciones de ser funcionario no eran para tirar cohetes en una época donde los trabajos en la privada eran "para toda la vida" o no había muchos problemas para adquirir una vivienda, al menos una modesta.
No es que trabajar en una Administración sea la panacea, es que trabajar en la empresa privada se ha deteriorado tanto, que hoy ser funcionario es un chollo. Con la incorporación indiscriminada de la mujer al trabajo y el
dumping laboral inmigrante, la privada se ha reventado.
Con eso y con todo, no es lo mismo sacarse unas oposiciones limpias en la Administración Estatal que estar enchufado en el Ayuntamiento de Fuendetitoberni porque seas del partido. Estos últimos son quienes degradan lo público y son el cáncer de este país.