Nunca ha dejado de resultarme irónico que los estadounidenses se refieran a ciertos países como "estados fallidos", cuando en realidad ellos, técnicamente, ni siquiera son un país al uso. Los EEUU son una federación de estados, cada uno de ellos con sus propias leyes y administración. Por no tener, ni tienen una lengua oficial. Donde la sociedad que, más allá de una exaltación patriótica que a veces tiene tintes de sobreactuación, dista mucho de estar cohesionada. Cada comunidad (blancos, neցros, hispanos, asiáticos...) suele ir por su lado, y sin interaccionar mucho con las demás comunidades. Una consecuencia de la mentalidad diferencialista de los anglosajones WASP, que ni siquiera son un grupo uniforme desde el principio, si nos atenemos a las oleadas provenientes de Inglaterra en la Edad Moderna: puritanos, caballeros, cuáqueros y fronterizos. Cada uno de ellos con su propia cosmovisión.
Curiosamente, sus intentos para crear su propia civilización consisten en intentar renegar de sus orígenes, de esa Europa de donde provienen los blancos. Pero si han logrado ser una potencia cultural durante el siglo XX, fue a base de recibir inmi gración desde el viejo continente; todas aquellas figuras del arte y la cultura (y también de la ciencia) que se asentaron en los EEUU, en muchos casos huyendo de la tumultuosa Europa de la primera mitad de siglo. Antes de eso, se les consideraba, salvo excepciones, un páramo cultural. La tierra de las fábricas y las máquinas de vapor, pero poco más.