Ex diputada Podemita Cantabra: montón de indignados porque chapa el puñetero Corte Inglés y me la pela el negocio de fascistas esos fascistas

Pasteleo

Madmaxista
Desde
11 Ene 2020
Mensajes
5.398
Reputación
2.222
¿ Cuantos trabajadores tienen las tiendas de barrio? Y no me malinterpreteis, no estoy en contra de las tiendas de barrio, mis padres tuvieron una, y nunca contrataron a nadie, así que no creo que se pueda comparar la perdida de puestos de trabajo.
Para tus padres era su puesto de trabajo ¿No?
 

ciberecovero

Será en Octubre
Desde
18 Ene 2010
Mensajes
74.183
Reputación
41.261
Lugar
HispanoSurista




Escrito por Javier Giral Palasí para el libro “Contra la Manipulación de la Izquierda”.

La ideología de la derecha actual y que juega en democracia está formada por miembros con ideas liberal-conservadoras, sin embargo continuamente es atacada con el mantra y el insulto personal de “fascista” a poco que esta se atreva a sugerir una mínima idea, un insulto contra cualquiera que ose contradecir el sectarismo ideológico de la izquierda, cuando no totalitarismo y pensamiento único. Obviamente el objeto de esta táctica es la estigmatización del adversario y el dominio para acallar cualquier discusión comprometida.

Por este motivo, es importante aclarar qué es el fascismo, si es cierto que es la extrema derecha, y si la izquierda puede otorgarse una superioridad moral para acallar a sus adversarios con esta acusación.

Comenta una estudiante en “Yahoo respuestas”:


“Hola, tengo una disertación mañana y estoy muy confundida, según la información que tengo Mussolini era socialista al igual que Hitler pero me sale que la ideología fascista está en contra del socialismo, no entiendo”

Precisamente nos encontramos ante el mayor éxito propagandístico de la izquierda en toda su historia, el haber hecho creer que el fascismo es una ideología de extrema derecha cuando en realidad es una ideología socialista unida al sentimiento nacionalista, y que no surgió en la derecha sino dentro del movimiento socialista de la izquierda tras el acontecimiento que supuso la Revolución rusa de 1917 y que sirvió para propagar todo tipo de socialismos revolucionarios y antisistema, entre los que incluimos a lo que conocemos por fascismo.

Por otro lado los propios líderes fascistas siempre renegaron de la etiqueta de pertenecer a la derecha remarcando sus posturas anticapitalistas, y haciendo alarde de sus programas y medidas socialistas a favor de los trabajadores. Es algo inédito que se incluya a una ideología dentro de una etiqueta de la que ellos mismos reniegan. Sin embargo proclamar esta realidad puede resultar inútil cuando nos enfrentamos a la propaganda de la izquierda, que siempre acusará a los demás con el mantra de “fascistas” cuando en realidad sean sus posturas las que nos recuerden en tantas ocasiones al fascismo, algo natural desde el momento que se nos revela su naturaleza y procedencia. Esta estigmatización del adversario, independientemente de lo progre que ya se haya convertido, se usa para dominar y coartar la libertad, pues es necesario que haya teóricos fascistas para que predominen los buenos “antifascistas”, siempre a cuenta de pastar en el presupuesto.

¿POR QUÉ DICE NAZISMO?

“Nosotros somos socialistas, somos enemigos del sistema económico capitalista actual porque explota al que es débil desde el punto de vista económico, con sus salarios desiguales, con su evaluación indecente de un ser humano según tenga riqueza o no la tenga, en vez de evaluar la responsabilidad y la actuación de la persona, y estamos decididos a destruir este sistema capitalista en todos sus aspectos.”

Adolf Hitler

Nazismo es un acrónimo de nacional-socialismo, es un término creado por la izquierda con el fin de ocultar que esta ideología también era socialista, y del mismo modo han utilizado el término genérico de “fascismo”. Pero al igual que los líderes del nacional-socialismo siempre renegaron de la etiqueta de pertenecer a la derecha a la que detestaban, Hitler siempre habló del partido o movimiento nacional-socialista y no “nancy”, algo que se entiende perfectamente del alemán en sus discursos.

El “fascismo”, o mejor el nacional-socialismo, nació de unir el fervor socialista revolucionario de entreguerras con el nacionalismo de cada país, se trataba de una tercera vía, más moderada respecto al comunismo de Lenin en cuanto que no pretendía destruir la nación o toleraba la propiedad privada de las clases medias e iba enfocado contra el capitalismo de los oligopolios, pero dentro de la dialéctica socialista revolucionaria y anticapitalista que pretendía controlar estatalmente la economía con numerosas colectivizaciones, y que no renunciaba, como los comunistas (o socialistas marxistas-leninistas) a controlar a la sociedad imponiendo una dictadura de corte totalitario.

Curiosa y graciosamente lo que más ha odiado históricamente un izquierdista es la ideología que más se le parece y que también surgió de ella, pero en molesta competencia, y como una odiada herejía respecto a la matriz del socialismo marxista en la lucha por ganarse a la clase obrera y a la clases medias en aquellos momentos en que las ideologías antisistema cobran fuerza, es decir, en períodos de crisis capitalista. Unos trataban de realizar la revolución y otros la revolución-nacional, y ambos terminaron dejando millones de víctimas en el camino sangriento hacia su utopía, y aunque la propaganda que se remonta a tiempos de la Komintern hable de extremos opuestos, en realidad son ramas del tronco común del socialismo.

LA PRUEBA DEL DISCURSO

Les propongo que busquen un vídeo en youtube que hallarán fácilmente, se trata de un discurso que pronunció el Ministro Secretario General del Movimiento, Don José Luis Arrese Magra, en el que arremete contra el capitalismo en la apertura del Tercer Consejo Sindical en 1945. En este vídeo se puede comprobar la dialéctica socialista y anticapitalista, pero en voz de un personaje de la Falange, que era el partido que representaba al nacional-socialismo español.

Después a quién consideren, y sin que vea las imágenes, invítenle por el contenido del discurso a indicar de qué ideología se trata, de alguien de izquierda o de derecha. Lo más probable es que diga que se trata de alguien de izquierda, para después sorprenderse al descubrir que se trata de un personaje calificado oficialmente por la culminación de la mentira histórica como de “extrema derecha”. Y así comprobarán fácilmente que no es correcto llamar “extrema derecha” al nacional-socialismo, o en este caso a la forma española que adopta y que se hacía llamar como nacional-sindicalismo que es el término similar que adoptaron los propios falangistas. Por tanto, considero que es más apropiado que se denomine a todos los “fascismos” como partidos nacional-socialistas, y no sólo al ejemplo alemán, con el objetivo de restituir la verdad histórica, pues de este modo esta ideología se podrá visualizar de forma clara, y de paso no le resultará tan fácil a la izquierda estigmatizar a sus oponentes con los males y los crímenes que hizo una ideología que tuvo su origen en la propia izquierda. Y respecto al tema del franquismo, no lo incluyo dentro de esta familia política al tratarse en realidad de un régimen militar autoritario que se definió como católico, más allá del papel que jugaron los falangistas como una familia del régimen que se inicia el 18 de julio de 1936.


......................​
 

ciberecovero

Será en Octubre
Desde
18 Ene 2010
Mensajes
74.183
Reputación
41.261
Lugar
HispanoSurista
......................

EL PRECURSOR DEL NACIONAL-SOCIALISMO ESPAÑOL: ERNESTO GIMÉNEZ CABALLERO

Hoy como muchas personalidades del bando vencedor en la guerra civil, Ernesto Giménez Caballero ((1899-1988), es una figura apartada y pretendidamente olvidada. Sin embargo fue un intelectual y un hombre de acción que participó intensamente en las vanguardias literarias y políticas de su tiempo. Además de escritor, ideólogo, periodista, fue catedrático de Literatura, diplomático, articulista de revistas como El Sol y La Revista de Occidente de Ortega y Gasset, y más tarde Procurador en Cortes y embajador.

Pero lo realmente importante de Giménez Caballero es que fue el precursor del fascismo en España, con Circuito Imperial (1928) y Genio de España (1932), y después fue colaborador con Ramiro Ledesma Ramos, y pasó por la Falange de José Antonio. Es interesante mencionar que antes había sido uno de los fundadores de Las Juventudes Socialistas, pues al igual que Mussolini, Giménez Caballero procedía del socialismo marxista. Pues tanto el “fascismo” (nacional-socialismo) como el comunismo (socialismo leninista) podemos decir que son escisiones políticas de los partidos socialistas, basta recordar que Santiago Carrillo también procedía de las Juventudes Socialistas. El comunismo era una reafirmación en los métodos socialistas del marxismo revolucionario e internacionalista. El “fascismo” era la unión de ese socialismo revolucionario con el nacionalismo. Y ambos socialismos se inspiraban en los métodos revolucionarios que habían llevado a Lenin y a los bolcheviques a la toma del poder y a la creación del primer estado socialista.

Para Giménez Caballero, el precursor del fascismo español, el origen y la naturaleza de la ideología nacional-socialista está muy claro, y así lo afirma en el documental Los Falangistas (Historia Inmediata):

“El creador del fascismo, Benito Mussolini, era un socialista, es más era un marxista de camisa roja y de puño cerrado, entusiasta de Lenin y que adoraba a Marx. Pero este hombre un día llega después de la postguerra como combatiente a su Roma, y allí el genio de Roma universal hace que ese socialismo se haga nacionalista italiano. Y ahí es donde nace el origen profundo de los fascismos, el hacer a los socialismos en socialismos nacionales, eso es exactamente el fascismo”.

Y añade posteriormente:

“Esa nacionalización de una idea universal que era el socialismo marxista, ese y no otro es el origen de todo fascismo, que es un socialismo nacional”

EL FUNDADOR DEL NACIONAL-SOCIALISMO: BENITO MUSSOLINI

Lenin, el carismático líder comunista dijo de Mussolini a principio de los años 20:

“En Italia, compañeros, en Italia sólo hay un socialista capaz de guiar al pueblo hacia la revolución: Benito Mussolini”.

A la pregunta de qué es el fascismo, basta referirse a la respuesta que Mussolini, su fundador, le dio en una entrevista a una periodista extranjera:

“Durante toda mi vida yo fui un socialista internacionalista. Cuando estalló la gran guerra vi que todos nuestros partidos que eran internacionalistas se convirtieron en socialistas nacionalistas. Eso me pasó a mí y eso es el fascismo”.

Según el historiador César Vidal:

“El fascismo es un socialismo nacional y se parece al socialismo, tanto en la visión económica intervencionista como en el miedo a la libertad y el intento de controlar a la sociedad. En el caso del fascismo está muy acentuado el elemento nacional, pero a lo que más se parece el fascismo es al socialismo. Aunque la historiografía marxista siempre ha insistido en que el fascismo es la agudización de la derecha en realidad el fascismo es un socialismo de carácter nacional. Y cuando empieza la II Guerra Mundial el estado más intervenido del mundo es la Unión Soviética, pero el segundo es la Italia de Mussolini…”

No hay duda de que el fascismo es un socialismo nacional, y antes que Mussolini le diese forma a esta variante socialista existe un precedente difuso en Georges Sorel, a quien Mussolini leía y citaba. Hasta entonces, el socialismo defendía la eliminación de las naciones para ser coherentes con el discurso igualitarista, una pretensión que se vino abajo ante el nacionalismo que cundió en la I Guerra Mundial. Algo que señaló Sorel, y que Mussolini se tomará como la decisión de crear un socialismo nacionalista.

Con esta perspectiva, es cuándo deja de sorprendernos que Mussolini al final de su vida afirmase, que no sólo su movimiento era socialista y anticapitalista, sino que además pertenecía a la izquierda y que veía a la derecha como su mayor enemigo por delante del “peligro rojo”, decía así:

“Nuestros programas son definitivamente iguales a nuestras ideas revolucionarias y ellas pertenecen a lo que en régimen democrático se llama “izquierda”; nuestras instituciones son un resultado directo de nuestros programas y nuestro ideal es el Estado de Trabajo. En este caso no puede haber duda: nosotros somos la clase trabajadora en lucha por la vida y la muerte, contra el capitalismo. Somos los revolucionarios en busca de un nuevo orden. Si esto es así, invocar ayuda de la burguesía agitando el peligro rojo es un absurdo. El espantapájaros auténtico, el verdadero peligro, la amenaza contra la que se lucha sin parar, viene de la derecha. No nos interesa en nada tener a la burguesía capitalista como aliada contra la amenaza del peligro rojo, incluso en el mejor de los casos ésta sería una aliada infiel, que está tratando de hacer que nosotros sirvamos a sus fines, como lo ha hecho más de una vez con cierto éxito. Ahorraré palabras ya que es totalmente superfluo. De hecho, es perjudicial, porque nos hace confundir los tipos de auténticos revolucionarios de cualquier tonalidad, con el hombre de reacción que a veces utiliza nuestro mismo idioma”.

Precisamente tanto Lenin como Mussolini representaban los dos nuevos movimientos socialistas radicales que surgirán tras la I Guerra Mundial, y que trataban de sobreponerse a los erosionados partidos socialistas creados a fines del siglo XIX, como el PSOE.

Mussolini, había sido hasta 1915 el nº3 del Partido Socialista Italiano y el director de su periódico propagandístico Avanti, además pasó por la guandoca por agitador socialista, había escrito libros como El Trentino visto por un socialista, había defendido públicamente su ateísmo y había publicado novelas anticlericales como Claudia Particella, l’amante del cardinale Madruzzo.

Pero algo cambiará en la filosofía de Mussolini a partir de 1915, en el que abandona Avanti y funda Il Popolo d’Italia, de tendencia nacionalista, lo que le valió la expulsión del Partido Socialista Italiano.

Mussolini llegó a la conclusión durante la I Guerra Mundial que en vez de refundar el socialismo para acentuar el carácter internacionalista del marxismo, como propugnaba Lenin, había que crear un partido socialista que también fuera nacionalista, sin dejar de ser revolucionario.

Tras la I Guerra Mundial surgirán estos dos nuevos movimientos socialistas extremos salidos de las siete plagas socialista, el socialista radical internacionalista, por la vía del marxista Lenin, y el socialista radical nacionalista, por la vía del también marxista Mussolini. Y ambos radicalismos son consecuencia del incumplimiento de los tradicionales partidos socialistas europeos agrupados en la II Internacional Socialista, que cayeron en la exaltación nacionalista al no seguir la consigna del “internacionalismo proletario” que exigía la oposición militante de los partidos socialistas contra “la guerra imperialista” y participación de los obreros en ella independientementemente de su nacionalidad.

Lenin que previamente había militado en el Partido Obrero Socialdemócrata Ruso y tras el triunfo de su Revolución Rusa de 1917, irá alentando la creación de los nuevos partidos socialistas marxistas e internacionalistas que adoptarán el nombre de comunistas, a menudo como simples escisiones de los partidos socialistas (es el caso del PCE en España) y que se agruparán en torno a la III Internacional, llamada Internacional Comunista o Komintern.

Y por su parte el líder socialista Mussolini, que había militado en el Partido Socialista Italiano, responde a la traición a la consigna de la II Internacional Socialista, creando el Partido Nacional Fascista Italiano que se hará con el poder en 1922 y servirá de inspiración a Hitler y al resto de partidos nacional-socialistas que se irán creando posteriormente, que se conocen por el nombre de partidos “fascistas”, a menudo creados con cuadros que provienen de los partidos socialistas al igual que en el caso de los comunistas. Si bien la izquierda desde temprano comenzó a usar el acrónimo despectivo de “nancy”, si escuchamos cualquier discurso de Hitler apreciaremos que siempre se refiere al partido o movimiento nacional-socialista, palabras que se entienden perfectamente del alemán.

Ambos movimientos socialistas son prácticamente paralelos en el tiempo, pero la ventaja la llevará Lenin con su triunfo en la revolución rusa de 1917 y el impacto mundial que supuso el primer estado socialista del mundo. Y serán los métodos revolucionarios y el ejemplo de los bolcheviques de Lenin los que darán un fuerte empuje a todo el socialismo revolucionario y totalitario, lo que servirá también de acicate y de inspiración a los nacional-socialistas, que copiarán sus métodos y organización, sin olvidar que también procedían del marxismo; y a semejanza de los bolcheviques tendrán cuadros políticos entrenados y adoctrinados, una organización de milicias, la toma del poder a través de las elecciones y/o de la revolución (nacional, en este caso), la creación de un estado de dictadura totalitaria, la prohibición de los demás partidos políticos, la militante oposición al liberalismo, la creación de un sindicato paralelo, o la implementación de toda una serie de derechos laborales para los trabajadores como La carta del lavoro, etc. Y hasta el final de sus días Mussolini no tendrá ningún reparo en seguir denominándose como un socialista, al igual que Hitler.

Como curiosidades podemos comentar también que el nombre que le pusieron en 1943, entre Mussolini y Hitler, a la media Italia aún no invadida por los aliados fue el de “República Social Italiana”, siguiendo el aire de familiaridad con el socialismo; o la costumbre que tienen los nacional-socialistas de llamarse como “camaradas” al igual que los comunistas; o que la marca de automóviles creada por Hitler se llamase Volkswagen que en alemán significa literalmente “coche del pueblo”, creada por el estado social alemán para fabricar un coche económico para el pueblo.

A partir de los años 20, como decíamos el socialismo extremo lo podemos agrupar en internacionalista y nacionalista (comunista y fascista), sin embargo durante el período de Stalin y su política de “construir el socialismo en un solo país”, ya que había fracasado la revolución comunista en otros países de Europa como en Alemania, el estalinismo se alejará de la política de la revolución permanente de Trotsky y caerá en cierto nacionalismo ruso en convivencia contradictoria con el marxismo internacionalista, y utilizando la Internacional Comunista fundamentalmente para el servicio de los propios intereses de la Unión Soviética. Tras la derrota del nacional-socialismo en la II Guerra Mundial, en que la Europa del este fue liberada de su yugo totalitario para caer en el de la URSS, quedará desprestigiada la línea de aquellos partidos que quieran militar en esta ideología, sin embargo seguirá produciéndose el fenómeno de que algunos partidos socialistas se hagan también nacionalistas, pero sin salirse de los parámetros de la izquierda aunque sea en fragante contradicción, piense en los actuales ERC o BILDU.

......................
 

ciberecovero

Será en Octubre
Desde
18 Ene 2010
Mensajes
74.183
Reputación
41.261
Lugar
HispanoSurista
......................

LA NATURALEZA DEL “FASCISMO”

Del mismo modo que genéricamente se llama a los partidos de esta familia como socialistas, no tiene sentido salvo por el ánimo de desviar la atención, el no llamar a esta variante de partidos socialistas por otro nombre genérico que no sea el de nacional-socialistas para referirse a todos ellos, sea el Partido Nacional Socialista de los Obreros Alemanes, el Partido Nacional Fascista o la Falange Española, y no por el de “fascistas” o “nazis”, pues de lo contrario queda difusa su naturaleza política y filosófica.

El nacional-socialismo no es la extrema derecha y a lo que más se parece es al socialismo marxista de su época, del que parte y al que añade incluso un punto de moderación respecto al comunismo de entonces al no pretender acabar con la nación, ni con la propiedad de las clases medias ya que su anticapitalismo iba enfocado principalmente contra los oligopolios del gran capital, o al propugnar en vez de la lucha de clases la colaboración entre ellas, sin dejar de ser al mismo tiempo un movimiento socialista antisistema, antiliberal y anticapitalista. Por las palabras de Mussolini comprendemos que el nacional-socialismo deseaba militar en la izquierda y combatir a la derecha, sin embargo fue expulsada por ella acusada de herejía política y para mayor enfado porque competía y triunfaba peligrosamente en algunos países comiéndole el terreno al socialismo marxista. Cómo buenos movimientos socialistas, tanto fascismo como comunismo comenzaron desde el principio a perseguirse, y sólo entonces será cuando el nacional-socialismo se descubra en su enfrentamiento a muerte junto a la incómoda derecha que detestaba compartiendo enemigo político y esperando que sea una circunstancia coyuntural. Y puesto que ambos socialismos radicales cobran fuerza en los períodos de crisis capitalistas, es en esas circunstancias también cuando los sectores de la derecha vieron en el nacional-socialismo, que era la segunda opción de una población con ánimos exaltados, como el mal menor frente a la revolución marxista, aunque tampoco fuera de su agrado.

El hecho de que ambos movimientos fueran socialistas no quita que tanto el socialismo marxista como el nacional socialismo se odiaran a muerte, puesto que competían en períodos de crisis tras la I Guerra Mundial y la Gran Depresión por ganarse a la clase obrera y a las clases medias. Las ideologías socialistas siempre se han perseguido entre ellas y puntualmente se han aliado contra un tercer y común enemigo político. Recordemos que la III Internacional o Comunista estalinista pasó de llamar “socialfascistas” a los partidos socialistas y socialdemócratas de la II Internacional para después aliarse con ellos en Frentes Populares contra el peligroso nacional-socialismo que triunfaba en Europa.

Años más tarde el socialismo marxista de Stalin dará otro giro en su política para espantar el enfrentamiento con Hitler y llegará a ponerse de acuerdo con el propio nacional-socialismo, firmando el pacto de no agresión Ribbentrop-Mólotov y con el que secretamente se repartirán la invasión de territorios en la Europa del este, lo que provocará la II Guerra Mundial, y en la que durante los dos primeros años la URSS socialista de Stalin será el principal suministrador de materias primas y de petróleo a la Alemania nacional-socialista de Hitler, y hasta que este decida invadirla.

Pero alianzas estratégicas puntuales aparte, lo que realmente encontraremos es que los socialistas se han pasado la mayor parte del tiempo persiguiéndose, ya sea entre comunistas y anarquistas, entre trotskistas y estalinistas, entre socialistas y socialdemócratas, entre comunistas y cristianos marxistas, etc. Por tanto no debe extrañarnos el repruebo visceral que se declararon socialistas marxistas y nacional-socialistas, sólo debemos apartar la propaganda de que eran ideologías en extremos opuestos. Tampoco debemos olvidar las purgas internas dentro de los propios partidos socialistas, ya que nadie ha asesinado a más comunistas que los propios comunistas, ni la purga que hizo Hitler contra sus camaradas, los “camisas pardas”. Sin lugar a dudas, el socialismo es la ideología más mortífera y genocida que ha dado la historia, y sólo el islamismo parece querer emularlo.

Para entender mejor la naturaleza de la ideología socialista, es recomendable sustituir el término “socialista”, aparentemente inocuo y lleno de buenas intenciones en pro de la sociedad, por el de “estatalistas”, pues todos los socialistas son realmente adoradores del Dios estado, y trabajan para que el estado sea omnipresente y totalitario.

Las variantes socialistas del pasado y del presente se deben clasificar por la cantidad de estatalismo que propugnan inyectar en la sociedad. En la cumbre están los socialismos radicales, comunismo y fascismo, que tratan de acabar con el libre mercado o de regular fuertemente la economía a través del estado, al que los ciudadanos también han de someter sus libertades en la construcción de la utopía socialista y los designios de su líder mesiánico para construir ese paraíso socialista en la tierra. Paraíso que siempre ha acabado en un infierno de muerte asesinando a millones de seres humanos, en miseria al eliminar la libertad de las personas para crear riqueza en sustitución de un ineficiente estado, y en opresión porque ha convertido a sus países en auténticas cárceles. Sólo el socialismo ha construido muros para que no escapen sus ciudadanos de su “paraíso”, como sucedió con el muro de Berlín.

Otra característica es que ambos socialismos tienen una filosofía anticristiana, pero con estrategias diferentes para acabar con su influencia. En el caso del nacional-socialismo alemán, que pone el citado punto de moderación respecto al comunismo, se toleraba a la religión cristiana como una circunstancia enraizada con el pueblo alemán, pero sin olvidar que era una “religión para débiles y de origen judío”, así que su estrategia era sustituirlo paulatinamente por su nueva religión racista de súper hombres y ritos paganos de los antiguos pueblos germánicos, llegando a sustituir los símbolos cristianos navideños por elementos inventados de aquella nueva religión nacional-socialista. El socialismo marxista por su parte sólo buscaba aniquilar de un plumazo al cristianismo a sangre y fuego, para imponer su mesiánica y dogmática religión socialista en su lugar. Una actitud hostil heredada en la actualidad.

Y dentro de los propios partidos nacional-socialistas encontramos más diferencias, el alemán representa su más ambiciosa formulación, y por tanto la que más se acerca en sus pretensiones al estalinismo de su época, pero puesto que el fascismo es una adaptación socialista al estrato histórico y socio-cultural de cada país, y por tanto más moderado en su carácter revolucionario, nos encontramos que en el caso italiano, sede de la Roma vaticana y del catolicismo, existe una mayor convivencia con el catolicismo sin mezclarse con él. Mussolini dejó a un lado su anticristianismo y empezó a ver a la religión como algo inevitable y además estrechamente ligada a la cultura de su país, para después incluso firmar los pactos de Letrán con la Iglesia. Y por su parte el nacional-socialismo español de la Falange dio un paso más en los años 30 y de persecución religiosa, acentuando su posición católica como un elemento cultural estrechamente vinculado a la idiosincrasia española. Basta pensar que tanto Italia como España han sido históricamente la punta de lanza del catolicismo universal.

Otra variación que hace el nacional-socialismo alemán en la distorsión que hace del marxismo es que mientras el socialismo pretendía exterminar a los “enemigos de clase” para construir el paraíso socialista, éste pretende exterminar a los “inferiores racialmente”, especialmente a los judíos, para implantar su propia utopía en la tierra. Una pretensión genocida que acercaba al nacional-socialismo alemán a los ilustres genocidas del socialismo marxista con 100 millones de víctimas a sus espaldas, pero que sin embargo hasta entonces no habíamos visto en Mussolini, el fundador de esta variante socialista, que incluso había llegado al poder con pocas víctimas mortales, ni mucho menos la Falange de José Antonio que no era un partido racista. Hitler representa la maximización del proyecto nacional-socialista, y aunque con el correr de los años quiera marcar distancias con el marxismo, su megalomanía lo hará más similar al proyecto de Lenin y Stalin.

Ahora entenderán mejor por qué los programas económicos de ambos movimientos socialistas son tan familiarmente similares, ocurre echando un vistazo al del PSOE de los años 30 comparándolo con la Falange de entonces, o si echamos un vistazo a sus herederos políticos, como pueden ser Podemos en España comparando sus medidas económicas con el Frente Nacional en Francia, pues a pesar de repetir erróneamente la propaganda de que unos pertenecen a “la extrema derecha” y otros a “la extrema izquierda”, en realidad son simplemente variantes socialistas antisistema y anticapitalistas, por la rama nacionalista e internacionalista.

Sin embargo, el socialismo marxista que ha asesinado a unas diez veces más que el socialismo de Hitler, sigue estando escandalosamente bien visto gracias a la propaganda que perpetúa las consignas que se remontan a tiempos de la Komintern. Mientras el nacional-socialismo que perdió la guerra fue justamente condenado al cajón de los horrores de la historia, y Hollywood nos los ha recordado con numerosas películas, mientras los medios, las editoriales, el cine y las universidades vinculadas con la izquierda nos sigue presentado al socialismo como un alto ideal para implantarlo en la sociedad.

Después de conocer todos estos hechos, supongo que le resultará más amargo para los miembros de la izquierda tener que defender el mito de que el “fascismo” es la extrema derecha y una consecuencia natural del capitalismo, como ha sostenido una propaganda que sólo se suspendió durante los años del pacto de no agresión de 1938, entre la Alemania Nacional Socialista y la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas, pues en aquel momento el periódico comunista francés, L´Humanité, pedía la alianza de los tres grandes partidos socialistas de Europa: el comunista francés, el comunista ruso y el nacional socialista alemán, para terminar en que los comunistas franceses colaboraban en camaradería con las tropas invasoras alemanas hasta que se produjo la invasión de la URSS.

Pero a pesar de todas las pruebas que mostremos, puede ser un ejercicio inútil, una gota de agua en el océano del agitprop de la izquierda y su apabullante propaganda, en la que no interesa la verdad ni el rigor histórico sino el seguimiento de las consignas y la estigmatización. Decía Lenin que “la mentira es un arma revolucionaria”, y en esta diatriba seguimos.



EL NACIONAL-SOCIALISMO RACISTA ALEMÁN

Hitler fue el discípulo aventajado de Mussolini, de hecho admiraba a Mussolini, el cual había alcanzado el poder en Italia una década antes. Hitler hará su propia escenificación del nacional-socialismo siguiendo los pasos de Mussolini pero exagerando su expresión, y siempre en la distorsión que hacen del marxismo los nacional-socialistas hasta hacerlo irreconocible para las mentes llenas de la propaganda de la izquierda. Hitler le añadirá al nacional-socialismo un fuerte componente racista y antisemita al sustituir el elemento del genocidio marxista de los enemigos de clase practicado por Lenin y Stalin, por el del genocidio de los inferiores racialmente o considerados parásitos de la raza aria, para construir al “nuevo hombre” y el paraíso que el nacional-socialismo prometía desde su religión pagana y que nada tenía que envidiar al estalinismo.

El partido de Hitler se llamaba Partido Nacional Socialista de los Obreros Alemanes, el NSDAP en alemán, cuyas siglas traducidas al español son PNSOA. Si volásemos la imaginación y pensásemos que el austriaco Adolf Hitler hubiera fundado su partido en España, entonces su nombre hubiera sido el de Partido Nacional Socialista de los Obreros Españoles, en vez de alemanes, y entonces sus siglas quedarían como PNSOE. ¿Le recuerda esto a otro partido socialista español?

Hay un pequeño artículo en el New York Times que recoge unas declaraciones de Joseph Goebbels en 1925, ocho años antes de que Hitler llegase al poder, cuando el partido Nacional Socialista de los Obreros Alemanes era un partido naciente y creciente, y que daba sus discursos en reuniones que se daban en cervecerías. Dice el texto, recogiendo las palabras de Goebbels:

“On the speaker’s assertion that Lenin was the greatest man, second only to Hitler, and that the difference between communism and the Hitler faith was very slight“

Es decir, que en el artículo Goebbels, futuro ministro de propaganda de Hitler y su hombre de confianza, consideraba que “Lenin y Hitler podían ser comparables, que Lenin era el hombre más destacado después de Hitler y que la diferencia entre el comunismo y las ideas de Hitler era muy pequeña”.

Como vemos estamos ante uno de los mayores éxitos de la manipulación y de la propaganda de la izquierda, el haber inculcado la idea de que el nacional socialismo es la extrema derecha, cuando en realidad se trataría en todo caso de la “extrema izquierda nacionalista”, pero en disputa a muerte por hacerse con el poder en competencia directa con el socialismo marxista.

Al igual que la mayoría tras repetir continuamente la palabra “nancy”, en vez de nacional-socialismo, han olvidado el nombre completo de este partido, tampoco parece que tras la esvástica hayan visto la bandera roja, pues la esvástica es recogida como símbolo de la superioridad de la raza aria de los pueblos germánicos (nacionalismo), pero detrás hay una bandera roja, y el rojo en la simbología socialista es utilizado como metáfora de la sangre obrera derramada tras incontables luchas obreras, como hace el socialismo y el comunismo.

También pude comprobar como Hitler en sus discursos y concentraciones también levantaba y cerraba el puño como cualquier socialista para arengar a sus partidarios. Si se fijan en las imágenes de 1933 que recoge un vídeo de la serie histórica “Apocalipsis Segunda Guerra Mundial-La Agresión” de National Geographic, podrán comprobarlo.

El espíritu anti capitalista de los socialistas se puede encontrar también y en línea lógica en los programas políticos de los partidos nacional-socialistas. Así que veamos algunos puntos del programa político del partido de Hitler, en los que se puede observar su absoluta adscripción a la ideología socialista:


  1. Demandamos que el Estado se comprometa a interesarse en primer lugar por las posibilidades de trabajo y de vida de sus ciudadanos. Si no es posible alimentar al conjunto de la población, conviene expulsar del Reich a los sujetos pertenecientes a otras naciones (los no ciudadanos).
  2. Exigimos la estatalización de todas las empresas que han existido hasta el presente bajo la forma de Sociedades (Trusts).
  3. Exigimos la participación [de los asalariados] en los beneficios de las grandes empresas.
  4. Exigimos la creación y protección de una sana clase media. La transferencia a las comunas de todos los grandes almacenes y el alquiler a precios bajos de sus locales a pequeños industriales, la rigurosa atención de todos los pequeños industriales por la provisión por parte del Estado, de los Länder [estados o provincias] o de las comunas.
  5. Exigimos una reforma agraria adaptada a nuestras necesidades nacionales, la promulgación de una ley que sustente la expropiación sin contrapartida de los bienes raíces en provecho de empresas de utilidad pública. La abolición de la renta territorial y la prohibición de toda especulación con bienes raíces.
  6. Con el objeto de permitir a todos los alemanes capaces y diligentes alcanzar un nivel de formación superior y acceder a puestos de responsabilidad, corresponde al Estado emprender el desarrollo sistemático del conjunto de la educación del pueblo. Los programas de estudio de todos los establecimientos escolares deben adaptarse a las necesidades de la vida práctica. Siempre que las propias facultades lo permitan, la escuela debe alcanzar de los jóvenes que comprendan el sentido del civismo (instrucción cívica). Exigimos la formación, a expensas del Estado, de los niños dotados intelectualmente de forma particular, pero nacidos de familias pobres, sin distinción de su pertenencia social o profesional.
  7. Corresponde al Estado mejorar la sanidad pública protegiendo a la madre y al niño, y prohibiendo el trabajo de los jóvenes, poniendo en acto todos los medios conducentes a promover la educación física, por la prescripción legal de la participación obligatoria en la práctica de la gimnasia y los deportes, y por el sostenimiento generoso de todas las asociaciones que se consagran a la formación física de la juventud.
  8. Para realizar todas estas reivindicaciones, exigimos para el Reich la instauración de un poder central fuerte; autoridad incondicional del Parlamento político central sobre el conjunto del Reich y, de forma general, sobre sus organismos, así como la creación de cámaras corporativas y profesionales encargadas de ejecutar en los diferentes estados federales las leyes básicas decretadas por el Reich.
 

ciberecovero

Será en Octubre
Desde
18 Ene 2010
Mensajes
74.183
Reputación
41.261
Lugar
HispanoSurista
Mussolini: el socialista que fundó el fascismo


Fascist Message to Future Found Under Obelisk in Rome - redice.tv

Firme creyente de las ideas socialistas introducidas por su padre, con 17 años se afilió al Partido Socialista Italiano

por El Libre PensadorActualizado el 10 de abril de 2017 11:43

Benito Mussolini fue el dictador de Italia desde 1922 hasta 1943. Firme creyente de las ideas socialistas introducidas por su padre (el cual le llamó Benito Amilcare Andrea en honor a los dirigentes socialistas Benito Juárez, Amilcare Cipriani y Andrea Costa), con 17 años se afilió al Partido Socialista Italiano.

Pronto fue nombrado director del periódico oficial del partido (‘’Avanti!’’), el cual era el periódico con más tirada en Italia por aquel entonces. Comenzó a hacer llamamientos continuos para que Italia entrara en la Primera Guerra Mundial, chocando con la idea de los líderes del partido que mantenían que Italia debía permanecer neutral.

Finalmente, Mussolini se fue del partido y fundó su propio periódico ‘’Il Popolo d’Italia’’ (El pueblo de Italia). El propio Lenin lamentó su marcha y en una carta escrita a los líderes del partido socialista dijo: ‘’qué desperdicio que hayamos perdido a Mussolini. Él es un hombre de primera clase que hubiera llevado a nuestro partido al poder en Italia.’’

Finalmente fundó el Partido Nacional Fascista en 1921. Adopto il fascio como símbolo (el hacha romana) y vestían camisas negras en honor a los arditi (conocidos como los más osados en el ejército de Italia).

Los fascistas estaban dirigidos por antiguos oficiales y llevaban todo tipo de armamento para atacar a sus enemigos (desde el famoso manganello, hasta bacalaos secos). Organizados como auténticas unidades de combate, comenzaron a sembrar el caos en todas aquellas ciudades donde estaban presentes. Cada vez tenían más adeptos y pasó de tener 20.000 militantes a 200.000 en apenas un par de meses. En las elecciones de 1921 consiguió entrar en el Parlamento Italiano con 2 diputados.

En 1922, Italia se encontraba en una situación económica y social terrible. Así pues, llamó a sus seguidores a marchar sobre Roma para reclamar el poder. No obstante, Mussolini no acudió a la marcha y permaneció en Milán, ya que no esperaba obtener ningún resultado positivo. Poco más de 16.000 personas acudieron a la marcha. Sorprendentemente, el 27 de octubre de 1922, el filtro e inepto rey Víctor Manuel III, le ordenó la formación de un gobierno de coalición nacional.

Así fue como Mussolini pudo someter a Italia a los dictados de un nuevo sistema (el fascismo), tras haber obtenido 29.000 votos en las elecciones (el ganador obtuvo más de 1.500.000) y con tan sólo 16.000 hombres mal armados.

El resultado después de alcanzar el poder, es bien conocido por todos. Estas son las diez frases que mejor definen al creador del fascismo:

1- Primero me encerraban ellos a mí, ahora los encierro yo.

2- El fascismo rechaza frontalmente las doctrinas del liberalismo, tanto en el campo político como económico.

3- La concepción fascista se pronuncia por el Estado.

4- Socialismo significa la elevación y purificación de la conciencia individual, y su implantación será el resultado de una larga serie de esfuerzos.

Todos, en realidad, desde el profesional al obrero, pueden poner una piedra en este edificio, realizando un acto socialista todos los días.

5- La plutocracia europea intenta derribarnos, ¡pero no podrán con nosotros camaradas!

6- Un pueblo tiene que ser pobre para poder ser orgulloso.

7- Los mejores fascistas son los que obedecen en silencio.

8- La organización corporativa del Estado, ya es un hecho consumado. El estado democrático y liberal, débil y agnóstico, ya no existe. En su lugar ha surgido el Estado Fascista.

9- Si el siglo XIX fue un siglo de individualismo, se espera que este, el siglo XX, será el siglo del colectivismo y así el siglo del Estado.

10- Durante toda mi vida fui socialista internacionalista. Cuando estalló la gran guerra vi que todos nuestros partidos que eran internacionalistas se convirtieron en socialistas nacionalistas. Eso me pasó a mí y eso es el fascismo.

J.G.M
 

ciberecovero

Será en Octubre
Desde
18 Ene 2010
Mensajes
74.183
Reputación
41.261
Lugar
HispanoSurista


Cesar Vidal: Revolución Rusa y Fascismo Socialista


Jota dbs_com

Publicado el 11 nov. 2017
El reconocido escritor español (conferencista, podcaster, etc) en una nota con fantino en la tv argentina, temas rapidos: revolucion rusa, fascismo, intelectuales de izquierda, el papa francisco, los liderazgos de estilo caudillo religioso, el peronismo.-
/////////////////////////////////////////////////////////////////////////////////////////////
 

ciberecovero

Será en Octubre
Desde
18 Ene 2010
Mensajes
74.183
Reputación
41.261
Lugar
HispanoSurista

¿Era Franco fascista?, por José Javier Esparza

05 de julio de 2018 por Redacción FNFF

José Javier Esparza

Franco no fue nunca fascista. Ni él ni su régimen, ni siquiera en los momentos en que más se parecían al fascismo sus formas externas. El fascismo, más allá de la retórica y de esa abusiva tendencia –de origen comunista a calificar como “fascista” a cualquier régimen autoritario de derechas-, es una etiqueta que corresponde a realidades ideológicas y políticas muy concretas, y apenas ninguna de ellas se da en el franquismo ni en la propia persona de Franco.

¿Qué quiere decir “fascismo”? Stanley Payne, en su Historia del fascismo (Planeta, Barcelona, 1995, p.15), utiliza materiales de Ernst Nolte, Giovanni Gentile y Juan José Linz para proponer una tabla muy completa de rasgos fundamentales. Basta repasarlos para constatar hasta qué punto el franquismo no fue un fascismo.

El fascismo, de entrada, se caracteriza por su adhesión a una filosofía idealista, vitalista y voluntarista, que implica normalmente la intención de crear una cultura moderna, secular y autodeterminada. Esto quiere decir que el fascismo bebe en las corrientes filosóficas de la segunda mitad del siglo XIX y años sucesivos, es decir, la modernidad tardía. Frente al mundo tradicional, que ponía a Dios en el centro de todas las cosas, la modernidad reivindica al hombre como motor del mundo. A partir de este esquema de pensamiento nacen formas de describir la realidad que pasarán a las teorías políticas. El fascismo es una de ellas. Idealismo, vitalismo, voluntarismo, dice Payne. ¿Qué quiere decir eso? Más o menos esto: el mundo no está cerrado ni ordenado, sino trágicamente abierto al caos; sólo se ordena con la fuerza de la idea, con la voluntad del hombre que imprime su sello a las cosas; esa voluntad corresponde a líderes superiores o a minorías egregias que encuentran en el ejercicio de su poder, de su voluntad (de su voluntad de poder), la legitimidad de su acción sobre la Historia. El fascismo en sentido estricto deriva de este concepto de las cosas. Es un movimiento profundamente moderno, arraigado en una visión del mundo sin causa divina ni orden natural.

¿Hay algo de eso en el franquismo? Ni por asomo, ni siquiera en las formulaciones teóricas de la Falange. Excluida la filosofía de Ramiro Ledesma y algunas intuiciones de Giménez Caballero –quizá los únicos nombres propiamente fascistas del entorno del régimen, anteriores en todo caso a la guerra civil-, la doctrina que vertebró al franquismo está en los antípodas del modernismo fascista. La visión del mundo franquista es profundamente religiosa, cristiana, tradicional. Eso es así incluso en los escritos más tempranos de teóricos falangistas como Eugenio Montes. Si el estilo fascista reivindica la voluntad trágica frente al mundo en caos, el estilo franquista prefiere la imagen del hombre de fe que ordena el mundo en nombre de Dios y de la tradición. Su bisabuelo no es Hegel, sino Menéndez Pelayo.

Pragmatismo contra ideología

El segundo elemento específico del fascismo, según la tabla de Payne, es la creación de un nuevo Estado nacionalista autoritario, ajeno a modelos o principios tradicionales. Esto es transparente en los casos italiano o alemán: son, efectivamente, nacionalistas y autoritarios, y en ambos casos se proclama explícitamente la ruptura con el orden tradicional. La Italia de Mussolini y la Alemania de Hitler son estados laicos, secularizados, integralmente modernos. ¿Y el franquismo? Lejísimos de eso. El Estado del 18 de julio es declaradamente confesional desde el principio, se coloca bajo la advocación de la Iglesia y le entrega parcelas no menores de poder político. El Estado de Franco fue moderno en su centralismo autoritario, pero fue tradicional en la legitimación del poder: el Caudillo lo era “por la gracia de Dios”.

¿Y en lo económico? ¿Fue fascista el franquismo en lo económico? Sólo un poco y sólo al principio; después, a partir de los años 50, en absoluto. El fascismo se caracteriza por crear una nueva estructura económica de ámbito nacional altamente reglamentada, multiclasista e integrada. Es el modelo del corporativismo nacional en Italia y del nacionalsocialismo en Alemania. El modelo teórico del nacionalsindicalismo, aportación de la Falange al régimen de Franco, pretendía seguir similares patrones; a ellos responde el Fuero del Trabajo, que convertía a los sindicatos verticales en pilar económico del Estado. Pero es un hecho que el nacionalsindicalismo sólo funcionó durante un cierto tiempo y, además, de manera incompleta. En 1941 es cesado como jefe de la organización sindical el falangista Gerardo Salvador Merino y su destierro a las Baleares pone punto final a la experiencia. A partir de ese momento, el sindicalismo vertical se transforma en un instrumento de pacificación de las relaciones laborales en beneficio de las empresas y, eso sí, bajo el control del Estado. Es verdad que el Fuero garantizará derechos importantes para los trabajadores, más de los que había habido nunca en España, pero éstos quedarán lejos de conformar aquella base popular del régimen con la que soñaban los teóricos del nacionalsindicalismo. De manera que, en lo económico, el franquismo tampoco fue un fascismo. Las medidas de liberalización introducidas a partir de los años cincuenta terminarán de alejarlo del modelo, en provecho de un criterio estrictamente pragmático.

El fascismo se señala también por una evaluación positiva de la violencia y la guerra, que implica la disposición a recurrir efectivamente a ellas. No hay demostración más evidente que la realidad: todos los fascismos murieron en la guerra. ¿Y el franquismo? El franquismo, aun apoyado explícitamente en su origen por Hitler y Mussolini, funcionó al revés: nació de una guerra (civil) y permaneció alejado de los campos de batalla, sin más sobresaltos que los de Ifni y el Sáhara, donde tampoco se planteó una guerra. La intervención bélica en la segunda guerra mundial, la División Azul, no se enfocó como una guerra de Estado, sino de partido, es decir, de voluntarios. La retórica belicista de la posguerra civil evolucionó rápidamente hacia la imagen de Franco como pacificador y desembocó en la campaña de los “Veinticinco años de paz” en 1964. De manera que los ardores bélicos se templaron muy pronto, por más que la liturgia militar se mantuviera en determinadas manifestaciones públicas. Tampoco en esto el franquismo fue un fascismo. Ni lo fue en política exterior, donde el fascismo tiende al expansionismo, pero Franco, por el contrario, se limitó a contemporizar de la manera más pragmática posible con unos y con otros, tanto antes como después de la segunda guerra mundial. En materia territorial, el régimen de Franco se plegó a las condiciones generales de la descolonización en jovenlandia y en Guinea. Y en materia diplomática, apostó por criterios geopolíticos completamente objetivos: alineamiento con la órbita de poder norteamericana y paciente espera en la puerta de Europa. Pragmatismo, una vez más.

Contra liberales y comunistas

Dentro del estilo filosófico e ideológico sobre el que se asienta el fascismo, juegan un papel muy importante sus negaciones: antiliberalismo, anticomunismo, anticonservadurismo. El franquismo tuvo en común con los fascismos sus enemigos: el comunismo y el liberalismo, sin duda. Pero no todos sus enemigos, porque tanto el fascismo italiano como el nacionalsocialismo alemán declararon igualmente enemigos a los conservadores –de hecho, conservadores serán los que intenten dar de baja de la suscripción de la vida varias veces a Hitler-, mientras que Franco siempre tuvo en los sectores conservadores su apoyo principal. Y ello precisamente porque el franquismo no se inspiró en principios fascistas, sino tradicionales.

El franquismo fue, sí, un anticomunismo desde su mismo nacimiento, el 18 de julio de 1936 (cuando aún no había tal franquismo), hasta el testamento político del dictador, y en el comunismo halló el régimen una suerte de enemigo perpetuo. ¿Fue también un antiliberalismo? Lo fue, sin duda, en el aspecto filosófico, moral, pero no tanto por emulación fascista como por inspiración cristiana: los argumentos del régimen contra el liberalismo son los mismos que llevaron a Pío IX a condenarlo en el Syllabus de 1867. El franquismo fue también antiliberal en el aspecto político, pero con matices: siendo radicalmente ajeno a las formas del liberalismo democrático tal y como se impusieron en los regímenes parlamentarios, mantuvo sin embargo una estructura de división de poderes razonablemente moderna, en especial en lo que concierne al poder judicial. El franquismo no fue en nada, ciertamente, un liberalismo, pero se atuvo a determinados usos habituales en el espacio político de occidente, cosa que no ocurrió, por ejemplo, en la Alemania nancy. Y aún más ambiguas son las relaciones del franquismo con el liberalismo en el plano económico: siendo un régimen doctrinalmente a-liberal, partidario de la economía centralizada y dirigida, su práctica de gobierno fue más bien la de un “capitalismo de Estado” cada vez más liberalizado a partir de los años cincuenta.

Pero, entonces, ¿y las camisas azules y los himnos y el partido único? ¿No es eso estilo fascista? Sí. Y el fascismo, además de una ideología o una doctrina, es precisamente un estilo, como explicó ampliamente Armin Mohler. Ahora bien, toda esa liturgia, en los fascismos propiamente dichos, es inseparable de una tentativa de movilización de las masas, con la militarización de las relaciones políticas y con el objetivo de crear una milicia de partido. Pero el franquismo, por el contrario, muy rara vez trató de movilizar a nadie, más bien al revés. En vano buscaremos en el franquismo ese aire de movilización permanente en magnas concentraciones uniformadas, al estilo italiano o alemán. Ni siquiera en las liturgias masivas de “Coros y danzas”. En cuanto a las relaciones políticas, al margen de la retórica falangista (confinada por otra parte a la estructura del Movimiento Nacional), nunca se militarizaron; más bien siguieron un patrón jerárquico de tipo ancien régime, lejos del tono directo de “camaradería vertical” que caracteriza a las formas militares. Y, por supuesto, de milicia del partido, nada de nada: cuando acabó la guerra, la Falange mantuvo milicias, pero bajo el mando de militares como Muñoz Grandes. Por otra parte, aquellas milicias, prontamente desaparecidas, nunca tuvieron una función semejante, ni de lejos, a las otorgadas a las SA o a las SS bajo el nacionalsocialismo. Y respecto a la liturgia de Estado, no fue una liturgia de partido, sino, con frecuencia, una liturgia eclesiástica, sobre todo en los años del “nacional-catolicismo”.

Caudillo

Hay un rasgo académico del fascismo donde el parentesco con el franquismo es más claro: la tendencia específica a un tipo de mando autoritario, carismático, personal. El fascismo es inseparable de la figura del líder, Duce, Führer, Caudillo o como se le quiera llamar. También el franquismo es inseparable de la figura de Franco. Ahora bien, los fascismos estaban concebidos de tal modo que el movimiento podría sobrevivir al líder, no se extinguiría con él, mientras que en el caso del Caudillo español, por el contrario, nadie pensó en un “franquismo después de Franco”: desde fecha tan temprana como 1947 el propio dictador arregló las cosas para un cambio de sistema que implicaría la coronación de un Rey. Algo muy poco fascista.

Y otra cuestión crucial: todos los líderes fascistas son dictadores, pero no todos los dictadores son fascistas ni su estilo de mando se corresponde con las características del fascismo. Aquí intervienen innumerables elementos, desde el origen de la investidura dictatorial hasta el sistema de controles efectivos del poder que sirvan de contrapeso al dictador. Franco, que fue un dictador en el sentido que la ciencia política da a esa figura, en líneas generales carece de los elementos de carisma personal que caracterizan a los grandes líderes fascistas. En cuanto a su manera de ejercer el poder, resultó formalmente limitada por la progresiva institucionalización de consejos con funciones ejecutivas o consultivas específicas. Franco fue un dictador, sí, pero no un dictador fascista.

¿Hay que decir más? El fascismo implica una deificación del Estado, pero Franco nunca quiso hacer del Estado una religión. El fascismo se basa en la existencia de un partido único que actúa como vanguardia política y encarnación del pueblo-nación, pero el Movimiento resultante de la fusión de la Falange y el Requeté jamás gozó, ni siquiera en la primera época, de atribuciones de ese carácter. El fascismo es un totalitarismo que pretende encauzar por una sola vía todas las manifestaciones de la vida social, pero en la España de Franco siempre existió una pluralidad (ciertamente, controlada) de “vías”, desde las asociaciones católicas hasta el Ejército y el Movimiento, pasando por la burocracia del Estado o por las corporaciones económicas, por no hablar del poder fáctico de la Iglesia. El fascismo, en fin, como movimiento moderno que es, se asienta sobre una cultura de la movilización absoluta y permanente de las masas, pero el Movimiento rara vez buscó “movilizar” a masa alguna, e incluso al contrario, se le ha reprochado apoyarse sobre lo que Dionisio Ridruejo llamó “el macizo inconmovible de la raza”.

En la retórica de la política cotidiana seguiremos escuchando, sin duda, que Franco fue “un nancy y un fascista”, como dijo una vez la simpar Celia Villalobos, que, por cierto, antes de “progresista del PP” fue funcionaria de la Organización Sindical franquista. Pero si hablamos en serio, dando a cada cosa su apropiado concepto, la realidad es la que es. Franco no fue fascista jamás. Y su régimen –dictatorial, autoritario, sí- no fue un régimen fascista. Fue otra cosa. Y de sus filas e instituciones salieron los que enseguida iban a construir el actual sistema democrático.

La FNFF no se hace responsable de aquellos otros datos, archivos y artículos de opinión de sus colaboradores amparados por el Derecho a la Libertad de Expresión e Información, dado que dichos artículos son responsabilidad de sus respectivos titulares. Esta página, por tanto, ni aprueba, ni hace suyos los contenidos, información, datos, archivos y opiniones que no sean los que son categorizados como "Comunicados"
 

astroman

Madmaxista
Desde
5 Nov 2011
Mensajes
4.912
Reputación
10.419
mi padre trabajo 35 años en esa empresa y gracias pudo mantener una familia comprar dos casas y vivir.
estos no crean ni un puesto de pipas,que cruz nos ha caido con esta gente...
 

ciberecovero

Será en Octubre
Desde
18 Ene 2010
Mensajes
74.183
Reputación
41.261
Lugar
HispanoSurista


Fascismo y nazismo son ideologías de izquierda


Fundación para el Progreso

25 sept. 2018
Para Lucía Santa Cruz, autora del libro “La igualdad liberal”, el fascismo y el nazismo fueron ideologías de izquierda. La historiadora explica que ambos proyectos han sido de los más antiliberales contemplados en la historia de la humanidad. La idea de una construcción social centralizada que buscaba a través del Estado imponer la primacía de una raza, a través del control económico total, pertenece a la izquierda y por eso el nazismo se definió a sí mismo como socialista, enfatizó Santa Cruz.

Mira la entrevista completa acá bit.ly/2x0Bu8q
La entrevista con Axel Kaiser es un programa original de El Líbero.
 

ciberecovero

Será en Octubre
Desde
18 Ene 2010
Mensajes
74.183
Reputación
41.261
Lugar
HispanoSurista
INFORMACIÓN Y OPINIÓN

El verdadero fascismo es el socialismo

La izquierda que llama fascistas y ultraderechistas a sus adversarios reúne ella misma muchas de las características y rasgos del fascismo. La "ofensa" descalificadora de "fascista" se lanza hoy con especial intensidad contra VOX, el partido que crece como la espuma y que el domingo 7 de octubre reunió a mas de 10.000 personas en Vista Alegre (Madrid) para celebrar su expansión en España, donde, como ocurre en muchos países del mundo, esa nueva derecha a la que las izquierdas llaman "ultraderecha" para demonizarla, está resurgiendo y atrayendo las simpatías de una ciudadanía cansada de ser engañada, manipulada y vapuleada por esa izquierda que se hace millonaria en el poder, corrompida, injusta y acostumbrada a gobernar en contra del pueblo y de sus intereses.

¿Que los que defienden el fin de las autonomías abusivas, el amor a España, la lucha contra la corrupción y el control de la inmi gración son fascistas de extrema derecha? Eso es difícil de creer porque entonces muchos millones de españoles serían fascistas. Mucho más fascistas son los que temen a las urnas y se niegan a convocar elecciones, como prometieron, y han tomado el poder sin los votos del pueblo, aliados con los que odian a España y se saltan las leyes.




En Ucrania, los ciudadanos echaron a la basura a políticos corruptos. En España todavía no.

Esa izquierda que llama fascista a todo el que le incomoda, piensa diferente o es un obstáculo para su control del poder está aterrorizada porque vislumbra ya el fin de sus días de poder. Saben que ellos son los verdaderos fascistas y temen que el pueblo, cuando se de cuenta, los repudie y los arroje al basurero, como ya está ocurriendo en muchos países del mundo.

¿Por qué creéis que la izquierda está siendo barrida en todo el mundo y sustituida por esos partidos a los que, para demonizarlos, los llaman "extrema derecha"? Porque la gente se está dando cuenta de que la verdadera extrema derecha fascista es la que gobierna corrompida, engaña, despilfarra y ha dejado de amar a la nación y a sus ciudadanos.

El verdadero fascismo es la arbitrariedad, el abuso de poder, la corrupción, el despilfarro, el endeudamiento enloquecido, el hundimiento de los valoresy un estilo de gobierno que acumula privilegios y ventajas para el partido, mientras olvida al ciudadano y el bien común, vicios todos ellos muy arraigados en la política española. Quizás la prueba del fascismo más atroz sea la naturaleza del actual gobierno de Pedro Sánchez, que ha pactado ventajas, facilidades e injusticias con los partidos golpistas y antiespañoles con tal de mantenerse en el poder. Nada hay más fascista que el poder a toda costa, sin respeto a los valores ni a la Constitución.

Fascismo es eludir el Senado porque no conviene a la izquierda que gobierna, cambiar las leyes porque a ellos les perjudican, cobrar impuestos abusivos como el de Sucesiones y Donaciones, repudiado por el 80 por ciento de la población, según las encuestas, financiar a los partidos políticos con el dinero procedente de los impuestos, recortar servicios vitales como la sanidad y la educación, dejar libres a los políticos que roban, sin obligarles a devolver el botín, hacerse multimillonarios gracias a la política, como ha ocurrido con Felipe González y otros muchos de su cuerda, o dejar a Andalucia sumida en la cola europea del atraso y la pobreza, a pesar de haber recibido de Europa más de cien mil millones de euros en ayudas.

Fascismo es trasladar los presos golpistas catalanes a Cataluña, donde la Generalitat los trata a cuerpo de rey, convirtiendo sus cárceles en hoteles de lujo. Fascismo es dedicar gran parte de los recursos policiales a escoltar y cuidar a los políticos y a sus familias, mientras el pueblo queda desprotegido. Fascismo es llenar las calles y plazas de España de pagapensiones ilegales, sin filtrar, a sabiendas de que entre ellos hay miles de delincuentes y vagos incapaces de trabajar, dispuestos a delinquir y a vivir de los subsidios y ayudas públicas. Fascista es alzar el puño izquierdo en público, como hacen Sánchez, Zapatero y otros muchos socialistas, exaltando con ese gesto el totalitarismo comunista, que es el peor de los fascismos, el más cruel y asesino de la historia,

Histórica y filosóficamente, el fascismo y el nazismo fueron dos formaciones surgidas del socialismo. Tanto Hítler como Musolini comenzaron sus carreras políticas en el socialismo y siempre se declararon socialistas.

Fascismo es resucitar el repruebo, acabar con el perdón y la reconciliación que se fraguaron en la Transición, convertir la revancha en Ley de Memoria Histórica y pretender no sólo remover los restos del dictador Franco, sino dinamitar la gran cruz del Valle de los Caídos, todo eso en contra de la voluntad popular mayoritaria, que desea que el pasado y los muertos descansen en paz.

Fascismo también es corromper la democracia, dominar desde el Ejecutivo a los poderes Judicial y Legislativo, haber eliminado la democracia interna en la vida de los partidos, comprar medios de comunicación, comprar voluntades con dinero público y pactar con los enemigos de España para mantenerse en el poder.

Aquel grito espontáneo de ¡¡¡Vosotros socialistas sois los fascistas!!!, acuñado en el pasado por los ciudadanos españoles frustrados, es la auténtica verdad, cuidadosamente ocultada por la izquierda en el poder y por sus medios sometidos.

Francisco Rubiales


- -
Lunes, 15 de Octubre 2018
Artículo leído 1851 veces