Copio un extracto de un articulo muy interesante de Leif Johnson. La guerra continúa. La supervivencia del dólar está en juego, y según el artículo China no las tiene todas consigo:
Occidente se encierra para enterrar a China
ÚLTIMA ACTUALIZACIÓN EL MARTES 27 DE OCTUBRE DE 2020 13:52
Leif Johnson
El actual encierro del mundo occidental y buena parte del Tercer Mundo es un ataque a China. Funciona así:
- Reducir el ingreso chino por exportaciones. La economía china tiene un fuerte componente de exportaciones. El 17 por ciento de la enorme producción china se exporta a países donde ahora, o escasean los recursos para importar, o la capacidad adquisitiva se ha encogido tras meses de gran desempleo. Lo que queda de las exportaciones chinas ya no podrá venderse a los mismos precios; y eso, después de que los aranceles sobre esas exportaciones a los Estados Unidos, su principal socio comercial, aumentaron de 10% a 25% a partir de 2018.
- Hacer quebrar los proyectos de la Franja y la Ruta china. La exportación china de capital para ferrocarriles, hidrovías, represas, puertos, centrales de energía y otras mejoras de infraestructura en 138 naciones del mundo se estima en tres billones de dólares [millones de millones—nt]. Esos proyectos habrían de financiarse con cuotas de uso. Ya que muchos países del Tercer Mundo, y otros, tal vez ya no puedan pagar esos préstamos, China podría perder billones.
- Minar el comercio chino en todo el mundo. Para frenar la competencia china especialmente en electrónica, Estados Unidos y Gran Bretaña han vedado compañías como Huawei y TikTok, y tienen detenida a la Directora de Finanzas de Huawei. Los Estados Unidos han deportado científicos y estudiantes chinos, al tiempo que buscan, con sus sanciones contra Irán y Venezuela, interrumpir las exportaciones de petróleo a China.
De todo esto, lo que más ha perjudicado a la economía china es el encierro; ese perjuicio aumentará en la medida en que deterioren las economías del mundo. Tal vacío económico someterá a la banca y a las industrias de exportación chinas a una presión extraordinaria.
Hay otros dos grandes frentes de ataque:
El militar: Los Estados Unidos han desplegado cerca de aguas territoriales chinas una flota ampliada que incluye dos portaaviones. Australia construye una base en una isla de cara a China, se han reforzado las fuerzas militares de Japón y Corea, y Japón podría permitir el emplazamiento de armas nucleares en su territorio. Los Estados Unidos han aumentado sus gastos militares especialmente en armas nucleares y de tecnología avanzada.
Para defenderse de tales amenazas China tendrá que aumentar su presupuesto militar otros doscientos o trescientos mil millones de dólares al año. Tal aumento requiere desviar capital de la economía de paz y bienes de consumo, al sector militar: un grave desgaste económico.
El propagandístico: Las medidas hostiles para con China se disfrazarán de lucha por la “democracia”, la “apertura”, la “libre empresa”, la “justicia”, el “régimen de derecho”, la “normativa internacional”, los “derechos humanos”, el “antiterrorismo”, la “anticorrupción” y el “anticomunismo”. Podemos esperar, especialmente los norteamericanos, cuentos de horror sobre Hong Kong y Xinjiang, odas anuales a la masacre de Tiananmen, documentales sobre la persecución de cristianos, budistas, el Dalai Lama y, por supuesto, Tibet. ¿Y qué de esa contaminación china que puede destruir el planeta? ¿Y el Partido Comunista Chino, esa organización abominable, perversa y peligrosa que todos los occidentales debemos reprobar con pasión orwelliana?
Estos ataques llegan en muy mala hora. China está entrando en una automatización a gran escala que requiere ingentes gastos de capital, al mismo tiempo que sufre calamidades naturales que van desde la fiebre porcina hasta el gusano cogollero y grandes sequías e inundaciones.
¿Será posible que la élite financiera angloamericana tuviese tanto poder como para convencer a las naciones del mundo a entrar en encierro? Pues controlan la ONU, la OMS, la gran prensa internacional, fuerzas militares por todo el mundo, las finanzas globales, y las vastas y complejas redes culturales, propagandísticas, criminales, terroristas y narcofinancieras del Imperio del Dólar. Los oligarcas de Europa también (por lo general) colaboran con este sistema.
¿Qué esperan lograr?
Hagamos a un lado respuestas fáciles como “hegemonía mundial”, Nuevo Orden Mundial, avaricia corporativa, poder financiero, control mental tipo
1984, o régimen de vigilancia. Es algo mucho más fundamental: el Imperio del Dólar, y su precursor el Imperio Británico, llevan 400 años gobernando el mundo. China ha surgido como el mayor reto a ese imperio. Si no se puede destruir a China, el Imperio del Dólar perecerá.
En orden de más a menos deseable, creo que los banqueros mercantes de Occidente buscan uno de los siguientes resultados:
El más deseable: Cambio de régimen en China, derrocando el actual gobierno y poniendo un régimen vasallo del Imperio del Dólar. Pero es poco probable que el pueblo chino se rebele contra un gobierno que ha levantado de la pobreza a 800 millones de personas. No se excluye, sin embargo, la fuerza militar. En la revista
Foreign Affairs (Septiembre-Octubre 2020, pág 156) dicen: “Mejorando sus ya considerables capacidades en este renglón [submarinos no tripulados], los Estados Unidos y sus aliados ostentarían la posibilidad de un bloqueo marítimo de China”.
Algo menos deseable: Convencer a China de que adopte medidas políticas y financieras amenas al dominio del Imperio del Dólar. En palabras de Henry Paulson Jr., ex banquero de Goldman Sachs y ex Secretario de Hacienda de los Estados Unidos, en el boletín del Consejo de Relaciones Exteriores (19 de mayo de 2020):
[China debe pasar a] “una economía dictada por el mercado, mejorar la gobernanza corporativa y desarrollar mercados financieros eficientes y bien regulados que merezcan el respeto de los inversores internacionales, para que Pekín pueda eliminar el control de capitales y convertir al RMB [renminbi] en una divisa determinada por el mercado”.
Es decir, desregulación, eliminación del control de banca y capital, abrir la divisa china, el renminbi, a la especulación internacional, “libre comercio”, “mercados libres”, y “condicionalidades” del FMI y la OMC, diseñadas para exponer la gigantesca economía china al saqueo del Imperio del Dólar, como ocurrió en Rusia de 1992 a 1998. Pero los chinos han descubierto una fórmula para el éxito de la economía nacional (el capitalismo industrial), y aquel dragón escupefuego, el Partido Comunista Chino, cuida el portón contra cualquier reanudación del saqueo imperialista.
El menos deseable: El Imperio del Dólar puede imponer un tercer nivel de opciones: un ataque combinado de medidas económicas (encierro, sanciones, guerra comercial y financiera), militares (la OTAN, los Cinco Ojos, la Séptima Flota) y políticas (subversión étnica-religiosa, propaganda, narcotráfico) contra la economía china. Eso frenaría el crecimiento de China y menguaría su poder en el mundo.
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