@Forofgold (Azul)
Yo no tengo una tan mala opinión de la psiquiatría como tienes tú, a pesar de que el "ateísmo" de los psiquiatras, llevado al extremo del fanatismo, les impide contemplar bajo ninguna circunstancia el que pueda haber hechos paranormales o inexplicables por el estado actual de la ciencia, y que muchas personas podrían experimentar tales hechos y actuar en consecuencia de manera extraña, o también cometiendo alguna falta o incluso delito.
No, no pienso que la psiquiatría sea nociva o inútil. El problema que tiene la psiquiatría es cuando quiere imponer al paciente una medicación, cuando se le somete (mediante presiones, coacciones o incluso obligando físicamente, como ocurre los manicomios, ahora llamados "hospitales psiquiátricos") a una determinada medicación psiquiátrica, ya sea antipsicótica o de otro tipo.
Las medicaciones psiquiátricas deberían ser siempre, absolutamente siempre, voluntarias, y como drojas que son debería advertirse siempre de los efectos secundarios, con frecuencia importantes, que tienen estas medicaciones, para que el paciente decida si le compensa o no seguir las mismas. El psiquiatra deberá informar de una medicación y sus efectos, y podrá sugerir, quizá incluso aconsejar, pero sin presionar al paciente, mucho menos obligarle.
Sin embargo, no estoy en contra de las privaciones de libertad o reclusiones. Si el paciente cometiese alguna falta o delito, y solamente en ese caso y con pruebas o evidencia de que así ha sido (de modo similar a como ocurre con los delincuentes comunes), podrá recluírsele, igual que se hace con el delincuente común, pero jamás ser obligado, ni siquiera allí, a someterse a ninguna medicación.
En este sentido, soy de la opinión de que no existen ni enfermos mentales ni delincuentes, es decir, que
los enfermos mentales serían en parte delincuentes y los delincuentes serían en parte enfermos mentales, cayendo así todos en una única categoría que llamaríamos "delincuente-enfermo" (o algún otro calificativo). De este modo, probablemente no debieran existir ni cárceles ni manicomios, sino algun penal de tipo intermedio y común para todo tipo de personas que cometan delitos, independientemente de su calificación o no como enfermo mental. Pero, como he dicho antes, sin obligar allí nunca a nadie a seguir una medicación, aunque sí podría incentivarse al "delicuente-enfermo" a hacerlo, a cambio de una reducción de la "condena-tiempo de reclusion", si hubiese evidencia de que la medicación le inhibiese de cometer nuevos delitos y, como antes también he dicho, informándole de los efectos secundarios. Pero la decisión final siempre estaría en manos del afectado, el cual rechazaría la medicación si cree, por ejemplo, que le sucedieron hechos paranormales y fueron reales (como fue, mismamente, mi caso), con lo que no procedería la administración de ninguna medicación (ni tampoco la calificación de enfermo).
Por tanto, la situación actual en que se diferencian los delincuentes de los supuestos enfermos mentales, se recluye en sitios diferentes a cada tipo, y se les trata de manera distinta, es completamente equivocada. Más equivocado aún es el obligar a nadie a someterse a ninguna medicación.