Tal es el valor que le doy a la vida, a mi vida, y del que no soy enteramente consciente, que da miedo cuando vuelve esa consciencia. A poco que ocurre algo que me hace ver que la vida es algo que se puede perder, a poco que despierto del trance en el que suelo estar en el que veo el final de la vida como algo lejano, me doy cuenta de nuevo de su valor, su valor ignorado, enterrado por la inercia de una rutina que vivo con un sentido tan aplastante, y grande, que hasta la posibilidad de perder las cosas mas nimias de esta tan despeciada vida, por muchos, me conmueve por su belleza.
Una belleza que no valoro hasta que la pierdo. Uno no valora las cosas que tiene, hasta que las pierde, suelen decir. Siempre he creído en ello, pero hay veces, que es impresionante, incluso, aterrador, cuanto poder tiene sobre uno, cosas tan aparentemente insignificantes.
Aterrador por que en esta vida lo he pasado muy mal, y lo mal que me quede por pasar, por ir a contracorriente de un mundo que va contra la vida. Sólo pensar en volver a tener "otra vida" así, similar, pero con sufrimientos y padeceres por el estilo, me hace casi odiar, la posibilidad de reencarnación.
Pero por qué se ha demonizado la posibilidad de reencarnarse, que en realidad, es simplemente "volver a vivir". Supongo que es por lo oscuro que el paraíso original se ha tornado aquí. Te hace renegar, de la propia vida en sí. Y si esa es la agenda de las fuerzas oscuras, el negarnos a nosotros mismos, están haciendo un trabajo fabuloso en la mayoría del género humano.
La vida es bella, y me resulta temible admitirlo. Todos los pesares que vivimos lo demuestran. Toda tu tristeza, tu depresión, es tu amor por la vida. Y si fracasas, tienes la posibilidad de enmendarlo, por que puedes hacer, lo que quieras, DE NUEVO. Por que hay luz en cada esquina, belleza en cada recoveco, tanta, que asusta.
Eso es reencarnar, eso es, revivir. Ese el poder del creador que tengo, y que me asusta.
Entonces, a dónde quiero ir, con mis deseos de trascendencia?, la consciencia de la muerte, del fin de la vida, me pone a prueba, en qué es de verdad lo que quiero hacer. Si algo debo de hacer, es aceptar mis errores, mis fracasos, y no mirar atrás, por que si miro atrás, volveré para vivir aquello que me quedé con ganas de vivir. Es mi poder, mi poder de ser rico pobre guapo feo follador y todo lo que me de la gana!, y asusta, tener ese poder.
Es un test de madurez, el juicio que uno se hace a sí mísmo que le permite mirar más allá de tener el paraíso en sus manos, y querer mirar más allá.
Mucho se debate sobre esto, en la comodidad de las circunstancias de cualquiera, pero eso son solo pasatiempos intrascendentes cuando uno de verdad considera la posibilidad del fin de esa, su vida, triste e insignificante, pero que al fin y al cabo, amaba con todos los ápices de su ser.
Pensároslo más de dos veces, antes de venir a darme lecciones con vuestros comentarios al respecto de esto, pensad en vuestra comodidad, en vuestras circunstancias agradables y lejos de riesgo en las que viváis, antes de opinar. Por que es muy fácil mear fuera de tiesto en esto. Invito a la reflexión, claro, que lección voy a dar yo, si vuestra propia naturaleza ya está ahí para hacerlo. Yo no tengo que dar lecciones a nadie de nada, solo los ególatras impostores lo hacen.
Tomas de consciencia, y no mirar atrás.