Pienso que tanto la figura de Satanás, como el pecado original, etc.. son formas de que el misterio de la libertad humana sea asequible al ser humano, al menos en la medida en la que lo necesita para mejorar como persona.
Aunque pienso que fue útil en el pasado, en la actualidad hablar de diablos, etc.. es contraproducente para explicarle a alguien el origen de sus malas acciones.
Por ejemplo, cuando Pedro le dice a Jesús que no permitirá que le hagan daño, Jesús le responde "Retrocede Satanás, porque tus pensamientos no son los de Dios, sino los de los hombres". Es de resaltar que no le dice "tus pensamientos son los del diablo".
Aquí hay que tener en cuenta que nosotros cuando leemos textos biblicos, estamos leyendo palabras cuya semántica que conocemos se vió alterada por esa propia tradición religiosa desde antes que naciéramos. Y lo digo por palabras como "Satanás", que no sabemos realmente lo que es.
Por poner un ejemplo diferente, tenemos la palabra "ángel", la semántica popular de esa palabra es que un "ángel" es un tipo de ser, que se es o no. En cambio San Agustín dijo al respecto de la palabra "ángel": "Si me preguntas por lo que es te diré que es espíritu, si me preguntas por su oficio, a lo que se dedica te diré que es ángel". No sé si será la interpretación correcta, pero podría serlo, y sería un buen ejemplo de como nos confunde el uso inexacto del lenguaje.
Mi punto de vista es que nuestra vida incluye consciencia, y la consciencia alberga ideas del mismo modo que las células albergan "vida", no siendo la consciencia sino una manifestación más avanzada de la vida. Estas ideas que pueblan la consciencia son "espíritu", y por eso la Biblia habla del Espíritu de la Verdad o del espíritu del engaño. La cuestión es que existen consciencias incorporeas, que podríamos llamar ángeles y demonios, y creo que muchos en este subforo somos, valga la redundancia, conscientes de ello, para bien o para mal. Por esto, además, no se puede decir que nadie "sea malo" sino que obra mal o que tiene malas ideas en su mente. Hemos de combatir el engaño y no a los seres humanos, al contrario de cómo obra el espíritu del engaño, que pretende aceptar las ideas ("tolerancia" para que así se propague el engaño) y combatir a las personas (aborto, eugenesia, guerra, purgas, etc).
Algunos de estos seres, caidos o no, tienen potestades bien definidas sobre distintos aspectos de la Creación, como la misma Biblia apunta. En esa cita de Pedro, entiendo que literalmente hablaba "poseido" por el espíritu de la tentación (Satanás, quien tienta para luego acusar a quien cae), en la medida en que su consciencia albergaba temporalmente ciertas ideas propias del diablo (y que Jesucristo expulsa con su respuesta contundente, pues comprende plenamente la Verdad). El diablo extiende su "ser", su "espíritu" sobre Pedro, viendo la oportunidad, o gracias a la divina Providencia, para que nos llegue el testimonio de cómo Jesucristo supera toda prueba, o más bien por ambas razones a la vez pues todo se puede entender a más de un nivel. Al extender el diablo su espíritu sobre Pedro, parte de este espíritu permea su consciencia aprovechando los "resquicios" de las ideas incorrectas que Pedro tiene (en este caso el valorar la vida del cuerpo por encima de la voluntad de Dios), pues aun no ha recibido el Espíritu Santo (aun no había resucitado Jesucristo para dárselo a los Apóstoles). Pedro entonces confunde estas ideas ajenas con su propia consciencia (o esta voluntad del diablo le mueve a obrar usando esas ideas malas que Pedro tiene, hay varias formas de entender el proceso) y tienta a Jesús en un momento muy delicado, pues tiene aun que afrontar una prueba durísima (entregarse a la muerte voluntariamente, sufriendo la agonía de quien ve acercarse el día).
El bautismo católico, con su fórmula que exorciza al diablo, nos protege en parte contra su acción, aunque es preciso que vayamos confirmando nuestra fe a medida que maduramos, pues nada nos puede proteger contra nosotros mismos, contra el mal uso de nuestra libertad.
Creer que el diablo no existe es ya estar en parte presa de su juego. Sí, se puede ver desde un punto de vista meramente humano, pero hay una "inteligencia" maligna detrás, buscando la oportunidad en cada momento.