Qué penita, pená, las tropas de un caballo blanco; supuroso y enfermo como un ataúd/brillando en las noches negras/ padeciendo por el poder del Rey y su cohorte, como perros en el fulgor de sus aposentos, y brillando como estrellas fugaces que se disparan en el poniente de sus deseos.../Incólumes como auténticos leones que viven en el paraíso de sus dentelladas nocturnas cual pájaros en el averno/ deseándose, cautivándose como enamorados/. La noche es larga y yo deseándo la muerte a todo aquel que miente, se desdice, se alienta, se consume.../ Niños jugando, mujeres paseándo y enfermizos ellos cual alimañas de un sol nocturno que nada aparenta/La tropa reviénta y nada dice, nada se espera, en el ataúd de los muertos donde nadie quiere habitar, y todos soñando intrépidos, fugaces, pausativos, desdeñados, odiosos y calumniosos, pueden se ellos los tristes, los mentirosos, los astutos que todo inventan/ No entiendo por qué las personas somos nada y ellos todo en su poder/ Los abuelos mirándome y las niñas caprichosas como las nubes, observándo, mirándo...Los caballeros templarios eran la muerte con sus cánticos, con sus palabras, con sus deseos, y todo ello en un compás de muerte y dolor cual flechas falangistas y españolas de aquellos que traicionaron a la patria ofreciéndo sus ser en lo más alto del dolor y de la bellaquería, preguntándo, indagándo, mirándo. Ellos miran, nadie observa, sus sombreros grises y mechados a pesar del sufrimiento, son ellos y no otros, mamá ¡qué dolor y cuanta muerte, nos odian!. Pequeña poesía sobre la muerte y el dolor dedicada a mi amiga Mar Montilla Pinilla que tánto me ha ayudado a superar mis problemas y a entender la realidad que me rodea, escrita por mí. Soy poeta del pueblo y se la dedico también a la Guardia Civil, que tánto ha hecho por mí...N.G.D.Franco.