El genoma humano, demasiado humano.

Uritorco

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Las reacciones y proclamas que en su momento hemos tenido ocasión de leer y oír con motivo de la publicación de los nuevos e importantes avances sobre el genoma humano han constituido un ejemplo tan palmario como da repelúsnte de cómo los autodenominados medios de comunicación, los sectarios igualitaristas y los paniaguados del Sistema no sólo mienten compulsiva, continua, cínica y profesionalmente, sino que son capaces de interpretar, a voluntad y en cualquier sentido, incluso hechos científicos no sujetos a debate, hasta el punto de darles la vuelta y otorgarles un alcance y un sentido justamente opuestos a los que en rigor les corresponden.

Así, han proclamado, desvergonzadamente, que los resultados del estudio sobre el genoma humano desbaratan el basamento científico del "racismo" (obsérvese, no obstante, que, tras las alharacas iniciales, apenas se ha insistido en el asunto. Estrategia clásica: se hace el daño que se puede y luego se retiran, en espera de mejor ocasión, para evitar la respuesta que, de manera inevitable, se produciría de insistir en el ataque. ¿os acordáis de aquellos pequeños cobardes del patio del colegio?). La realidad es absolutamente contraria: si el estudio sobre el genoma afecta en algo a las posturas llamadas "racistas" (que lo hace muy escasamente), es para respaldarlas.

Antes que nada, habría que recordar sucintamente los aspectos de más interés e importancia del asunto que nos ocupa.

En primer lugar, y esto va a ser importantísimo para nuestras conclusiones, recordemos que el estudio del que hablamos ha arrojado nueva luz sobre el genoma humano.

Segundo, el estudio no fue definitivo, ya que no desentrañó totalmente (aunque si una muy significativa parte) la secuencia del material genético de nuestras células (de su núcleo, para ser exactos).

Tercero, se ha descubierto que el ser humano tiene muchos menos genes de los que se estimaba; disponemos de unos 30.000 genes (en realidad se trata de una cifra, por ahora indeterminada, que oscilaría entre los 26.000 y los 39.000 genes) frente a los 100.000 que se presumían.

Cuarto, se ha establecido (entre otras comparaciones) que el ser humano sólo tiene el doble de genes que la mosca del vinagre, un tercio más que un gusano y cinco veces más que la levadura, y que en un 98% la dotación genética humana es homóloga a la de un chimpancé.

Quinto, que la diferencia de un humano a otro se sitúa en torno al 0'2.

Sexto, que hay un 95% de ADN en el genoma humano cuyas funciones se desconocen.

Y séptimo, se ha descartado parcialmente la clave "cuantitativa", entendiendo que el número de genes, cuya importancia tampoco se desprecia, tiene menor peso, de cara a explicar las diferencias entre especies o individuos, que sus complejas estructuras e interacciones.

Pues bien, los ultra igualitaristas han decidido que, puesto que el ADN de un humano sólo difiere respecto del de otro en un 0'2, las diferencias entre razas e individuos no existen. ¡Fijaos qué gran descubrimiento!: el genoma humano de dos seres humanos es muy parecido. ¿Qué tiene eso de particular? ¿Qué esperaban? Lo cierto es que:

1º- La clave de las diferencias entre razas (y todo lo que de ellas se deriva) está en que las características comunes se transmiten genéticamente (características + transmisión genética = raza) y eso no lo altera en absoluto el resultado del estudio sobre el genoma.

2°- Si entre dos seres tan dramáticamente distintos como el ser humano y el chimpancé (de distintas especies) hay una diferencia de sólo el 2%, hay que estimar que la diferencia del 0'296 entre seres humanos (la misma especie) es enorme, tremenda, gigantesca.

3º- Si sólo se han descubierto 300 genes en el ser humano que no están presentes en el ratón, ¿cómo pueden considerarse insignificantes las diferencias halladas entre seres humanos?

4º- ¿Como pueden despreciarse nada menos que 2'1 millones de variaciones existentes entre genomas humanos (insistimos: de una misma especie)

5º- Puesto que, como apunta el Premio Nobel David Baltimore, la clave de la diferencia entre especies estaría no tanto en el número de genes como en sus complejas estructuras e interacciones, no resulta disparatado, si atendemos a las evidentísimas diferencias, preguntarse si entre individuos, razas y pueblos no ocurrirá otro tanto.

6º- ¿No sería más honesto esperar a desentrañar la función, aún ignorada, del 95% del ADN antes de sacar conclusiones políticas?

7º- El hecho de que existan diferencias genéticas entre individuos de una misma raza no desvirtúa las posturas "racistas", como pretenden los intérpretes políticos de la Ciencia. En todo caso, los únicos que defienden la igualdad entre todos los hombres son los fanáticos igualitaristas, no nosotros.

8º- Si, y a ello se agarran ahora más que nunca los enemigos de la Ciencia, el hombre no es sólo biología, sino, en gran parte, también "biografía", habrá que comprobar si en la "biografía" de los pueblos y las razas hay también diferencias. Comparemos, estamos dispuestos.

9°- Si se ha determinado, para alborozo de los igualitaristas, que las diferencias entre el genoma (no hablamos de otras diferencias más obvias e indiscutidas) de individuos de distinta raza son escasas, hemos de entender que se han estudiado individuos de distintas razas, algo que implica que los autores del estudio tienen claras las diferencias raciales (no pueden compararse dos cosas distintas sin tener previamente claro que lo son).

Resulta de gran interés el artículo "Los genes de la vida humana" (ABC, 12-11-01), donde el profesor Nombela, catedrático y ex presidente del Consejo Superior de Investigaciones Científicas, al comentar la investigación sobre el genoma y tras el pago del necesario peaje para publicar (ataca lo que el cree que es el racismo), jamás incurre en el disparate periodístico de hablar de "raza humana" en lugar de especie humana y realiza un reconocimiento, implícito pero inequívoco (no podía ser de otro modo), de la existencia de las razas y sus diferencias.

Aunque quizás nosotros y los científicos estemos equivocados, en cuyo caso, a partir de la interpretación político-periodística, parejas de personas de color o etnianos podrán tener hijos blancos y viceversa; y la parte buena es que los personas de color que asesinan blancos en Zimbabue, Sudáfrica o en las grandes ciudades norteamericanas ya no podrán seguir haciéndolo, pues no les será posible saber quien es blanco y quién no. Como ahora somos todos iguales...
 
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Las reacciones y proclamas que en su momento hemos tenido ocasión de leer y oír con motivo de la publicación de los nuevos e importantes avances sobre el genoma humano han constituido un ejemplo tan palmario como da repelúsnte de cómo los autodenominados medios de comunicación, los sectarios igualitaristas y los paniaguados del Sistema no sólo mienten compulsiva, continua, cínica y profesionalmente, sino que son capaces de interpretar, a voluntad y en cualquier sentido, incluso hechos científicos no sujetos a debate, hasta el punto de darles la vuelta y otorgarles un alcance y un sentido justamente opuestos a los que en rigor les corresponden.

Así, han proclamado, desvergonzadamente, que los resultados del estudio sobre el genoma humano desbaratan el basamento científico del "racismo" (obsérvese, no obstante, que, tras las alharacas iniciales, apenas se ha insistido en el asunto. Estrategia clásica: se hace el daño que se puede y luego se retiran, en espera de mejor ocasión, para evitar la respuesta que, de manera inevitable, se produciría de insistir en el ataque. ¿os acordáis de aquellos pequeños cobardes del patio del colegio?). La realidad es absolutamente contraria: si el estudio sobre el genoma afecta en algo a las posturas llamadas "racistas" (que lo hace muy escasamente), es para respaldarlas.

Antes que nada, habría que recordar sucintamente los aspectos de más interés e importancia del asunto que nos ocupa.

En primer lugar, y esto va a ser importantísimo para nuestras conclusiones, recordemos que el estudio del que hablamos ha arrojado nueva luz sobre el genoma humano.

Segundo, el estudio no fue definitivo, ya que no desentrañó totalmente (aunque si una muy significativa parte) la secuencia del material genético de nuestras células (de su núcleo, para ser exactos).

Tercero, se ha descubierto que el ser humano tiene muchos menos genes de los que se estimaba; disponemos de unos 30.000 genes (en realidad se trata de una cifra, por ahora indeterminada, que oscilaría entre los 26.000 y los 39.000 genes) frente a los 100.000 que se presumían.

Cuarto, se ha establecido (entre otras comparaciones) que el ser humano sólo tiene el doble de genes que la mosca del vinagre, un tercio más que un gusano y cinco veces más que la levadura, y que en un 98% la dotación genética humana es homóloga a la de un chimpancé.

Quinto, que la diferencia de un humano a otro se sitúa en torno al 0'2.

Sexto, que hay un 95% de ADN en el genoma humano cuyas funciones se desconocen.

Y séptimo, se ha descartado parcialmente la clave "cuantitativa", entendiendo que el número de genes, cuya importancia tampoco se desprecia, tiene menor peso, de cara a explicar las diferencias entre especies o individuos, que sus complejas estructuras e interacciones.

Pues bien, los ultra igualitaristas han decidido que, puesto que el ADN de un humano sólo difiere respecto del de otro en un 0'2, las diferencias entre razas e individuos no existen. ¡Fijaos qué gran descubrimiento!: el genoma humano de dos seres humanos es muy parecido. ¿Qué tiene eso de particular? ¿Qué esperaban? Lo cierto es que:

1º- La clave de las diferencias entre razas (y todo lo que de ellas se deriva) está en que las características comunes se transmiten genéticamente (características + transmisión genética = raza) y eso no lo altera en absoluto el resultado del estudio sobre el genoma.

2°- Si entre dos seres tan dramáticamente distintos como el ser humano y el chimpancé (de distintas especies) hay una diferencia de sólo el 2%, hay que estimar que la diferencia del 0'296 entre seres humanos (la misma especie) es enorme, tremenda, gigantesca.

3º- Si sólo se han descubierto 300 genes en el ser humano que no están presentes en el ratón, ¿cómo pueden considerarse insignificantes las diferencias halladas entre seres humanos?

4º- ¿Como pueden despreciarse nada menos que 2'1 millones de variaciones existentes entre genomas humanos (insistimos: de una misma especie)

5º- Puesto que, como apunta el Premio Nobel David Baltimore, la clave de la diferencia entre especies estaría no tanto en el número de genes como en sus complejas estructuras e interacciones, no resulta disparatado, si atendemos a las evidentísimas diferencias, preguntarse si entre individuos, razas y pueblos no ocurrirá otro tanto.

6º- ¿No sería más honesto esperar a desentrañar la función, aún ignorada, del 95% del ADN antes de sacar conclusiones políticas?

7º- El hecho de que existan diferencias genéticas entre individuos de una misma raza no desvirtúa las posturas "racistas", como pretenden los intérpretes políticos de la Ciencia. En todo caso, los únicos que defienden la igualdad entre todos los hombres son los fanáticos igualitaristas, no nosotros.

8º- Si, y a ello se agarran ahora más que nunca los enemigos de la Ciencia, el hombre no es sólo biología, sino, en gran parte, también "biografía", habrá que comprobar si en la "biografía" de los pueblos y las razas hay también diferencias. Comparemos, estamos dispuestos.

9°- Si se ha determinado, para alborozo de los igualitaristas, que las diferencias entre el genoma (no hablamos de otras diferencias más obvias e indiscutidas) de individuos de distinta raza son escasas, hemos de entender que se han estudiado individuos de distintas razas, algo que implica que los autores del estudio tienen claras las diferencias raciales (no pueden compararse dos cosas distintas sin tener previamente claro que lo son).

Resulta de gran interés el artículo "Los genes de la vida humana" (ABC, 12-11-01), donde el profesor Nombela, catedrático y ex presidente del Consejo Superior de Investigaciones Científicas, al comentar la investigación sobre el genoma y tras el pago del necesario peaje para publicar (ataca lo que el cree que es el racismo), jamás incurre en el disparate periodístico de hablar de "raza humana" en lugar de especie humana y realiza un reconocimiento, implícito pero inequívoco (no podía ser de otro modo), de la existencia de las razas y sus diferencias.

Aunque quizás nosotros y los científicos estemos equivocados, en cuyo caso, a partir de la interpretación político-periodística, parejas de personas de color o etnianos podrán tener hijos blancos y viceversa; y la parte buena es que los personas de color que asesinan blancos en Zimbabue, Sudáfrica o en las grandes ciudades norteamericanas ya no podrán seguir haciéndolo, pues no les será posible saber quien es blanco y quién no. Como ahora somos todos iguales...
Tema muy interesante el del genoma.Para combatir a los progres se les da su propia medicina." somos todos iguales,no existen las razas"
ah vale progre,entonces de que racismo o esclavitud o discriminación me estás hablando progre? ¿de qué privilegio blanco me hablas progre,si solo somos diferentes en el color de la piel? pensando:
 

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Tema muy interesante el del genoma.Para combatir a los progres se les da su propia medicina." somos todos iguales,no existen las razas"
ah vale progre,entonces de que racismo o esclavitud o discriminación me estás hablando progre? ¿de qué privilegio blanco me hablas progre,si solo somos diferentes en el color de la piel? pensando:
Efectivamente, asi es. Al liberalprogresismo hay que darle la batalla ideologica en todos los frentes.
 

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No hablan de razas porque las funciones básicas permanecen las mismas. Tú dices "cuidao a lo mejor hay algo oculto que demuestre que somos razas diferentes!" Pero hasta ahora no ven nada distinto, todo igual.
 

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Entre las razas humanas hallamos diferencias bastante fácilmente perceptibles en cuanto a una gran cantidad de caracteres como por ejemplo: tamaño corporal, proporciones físicas, forma del cabello, distribución de la pilosidad, color del cabello, forma del cráneo y de los rasgos faciales, capacidad craneana y constitución del cráneo, grupo sanguíneo, número de las vértebras, órganos sensuales, espesor de los huesos, huellas digitales, metabolismo general, presión sanguínea promedio, temperatura del cuerpo, capacidad de soportar altas y bajas temperaturas, capacidad de las glándulas sudoríparas, olor corporal, composición de la cera del oído, número de dientes, edad en la que aparece la dentadura permanente, relieve de las superficies dentales, duración del embarazo, frecuencia de mellizos, frecuencia de recién nacidos de uno y otro sesso, grado de madurez física de los recién nacidos, desarrollo encefalográfico del niño pequeño, daltonía, agudeza visual y auditiva, alergia a la leche, reacción galvánica de la epidermis, enfermedades crónicas, frecuencia de enfermedades infecciosas, pigmentación de piel y ojos, etc.etc. (* 68).

Las diferencias genéticas aparecen en prácticamente todas las comparaciones anatómicas, psicológicas y bioquímicas efectuadas entre grupos raciales (* 69). No hay ninguna razón para suponer que el cerebro constituya una excepción a esta regla (* 70). Por lo tanto, hay mucho que habla a favor de que existen diferencias raciales también en ciertas características del comportamiento relacionadas con las propiedades físicas del sistema nervioso central (* 71).

Cuando se trata de las diferentes presiones arteriales que se observan entre las razas, a nadie se le ocurriría difamar de "racista" al que efectuase este tipo de investigaciones. Pero, desde el momento en que la inteligencia es considerada como un valor por la opinión general, inmediatamente se escucha un tremendo griterío cada vez que alguien comprueba diferencias hereditariamente orientadas en la inteligencia. La aversión a ocuparse científicamente del tema, o la tendencia a evaluar luego los hallazgos con un criterio de discriminación ambientalista, se condice con una inclinación a tratar de ofrecer compensaciones debido a los crímenes cometidos por los esclavistas en el pasado.(* 72). Pero esto no debe impedirnos un enfoque científico del tema.

Hay dos cuestiones que es preciso separar:

1) Los grupos raciales ¿se diferencian en cuanto a su inteligencia?

2) En caso afirmativo ¿a qué se deben estas diferencias?

La mejor manera de dilucidar la primer cuestión es mediante el estudio de Audrey Shuey publicado en su libro "The Testing of oscuro Intelligence"("La Comprobación de la Inteligencia del oscuro") - (2da. edición 1966). Esta obra trata, a lo largo de 578 páginas, de 282 investigaciones unitarias que se realizaron entre 1913 y 1965 empleando en ellas 81 tests de inteligencia diferentes. En varios tests resultó que los personas de color norteamericanos se hallaban, en promedio, 15 puntos de CI por debajo del promedio blanco.

Comparativamente, alrededor de 6 veces más blancos que personas de color llegaban a valores de CI por encima de 139 y, en la misma comparación, 6 veces más personas de color que blancos caían por debajo de un CI de 70 (* 72a).

Según los muy amplios datos de la investigación Coleman, presentada en 1966, también en los tests escolares, los personas de color se hallan, en promedio, por debajo de la media de blancos y asiáticos (* 73). Los niños son testeados al comenzar los grados 1, 3, 6, 9 y 12. Los resultados-promedio obtenidos por niños indios, mejicano-americanos, portorriqueños y personas de color (en ese orden descendente) fueron, por lejos, peores que los de niños de ascendencia blanca o asiática, y esto, en todos los grados escolares (* 74).

Con referencia a las normas de actividad grupal, desarrolladas para evaluar el grado de aprendizaje de las materias elementales que se enseñan en las escuelas públicas, el oscuro norteamericano, con pocas excepciones fue incapaz de mantener el ritmo con las normas establecidas para cada grado (* 75). Los personas de color del 12° grado se encuentran, por ejemplo, unos 4 años atrasados respecto de la normal, de modo tal que alumnos blancos del 8o grado superan, por regla, a alumnos de color del decimosegundo grado en este terreno (* 76). Osborne estima que alumnos blancos y de color del sexto grado se diferencian, en materia de madurez intelectual, en un promedio de alrededor de más de dos años; mientras que alumnos de décimo grado difieren en cerca de más de 3 años (* 77).

El socialista Jencks, si bien acepta diferencias un tanto menores, reconoce, no obstante, sobre la base de los datos existentes, lo siguiente:

Por lo menos en Norteamérica, el niño blanco promedio, en tests estandardizados, tiene un desempeño mejor en prácticamente 15 puntos por sobre el niño oscuro promedio. Esta discrepancia se hace evidente ya en alumnos del 1er grado y se mantiene a lo largo de todo el período escolar y colegial. En materia de edad mental y calificaciones, los personas de color se ubican progresivamente detrás de los blancos. El niño promedio oscuro de 6 años está demorado en un año respecto del niño promedio blanco de 6 años. A la edad de 12 años, el niño promedio oscuro alcanza a obtener, aproximadamente, los mismos resultados de test que el niño promedio blanco de 10 años. El joven promedio oscuro de 18 años tiene resultados comparables con el de un niño blanco de 14 o 15 años (*78). En ninguna investigación se pudo constatar una igualdad de resultados.

A modo de ejemplo mencionaremos aquí a uno de los tests más amplios y concienzudos que se hayan efectuado. Nos referimos a la comprobación realizada sobre 12.000 alumnos blancos y 5.500 alumnos de color en Wilmington N. C. Se utilizaron diferentes tests psicológicos, entre ellos especialmente el "Otis Quick Scoring Mental Ability Test".

En 1956 la medición de los grados 7, 8 y 9 arrojó para los blancos una media de CI de 99,55 y para los personas de color una de 81,24. En 1959 se verificó al mismo grupo que ahora ya había avanzado a los grados 10, 11 y 12, proceso durante el cual cierto porcentaje de alumnos que no pudieron sostener el ritmo de estudios había quedado por el camino. Los personas de color tuvieron un CI promedio de 84,62; los blancos uno de 101,98. Ningún alumno oscuro llegó a obtener 120 puntos o más, mientras que el 7,2% de los blancos llegó a sobrepasar esa cifra. Por el otro lado, sólo el 0,2% de los alumnos blancos cayó por debajo de 70 puntos contra un 6,6% de los personas de color (* 79).

El material es abrumador. Justamente por ello capituló en este terreno uno de los más tenaces defensores de la igualdad racial en el ámbito de la inteligencia. El profesor judío Otto Klineberg, dijo ya en 1963: "en lo que a tests mentales concierne, la cuestión no reside en establecer si, en promedio, los niños personas de color obtienen resultados más bajos que los blancos. Que ello es así no puede ser puesto en duda.” (* 80)

Que las diferencias existen ya no pudo ser discutido y, de hecho, hoy solamente las trata de negar cierto periodismo más preocupado por argumentos ideológicos que por hechos científicamente comprobados. Sin embargo, aun en el ámbito académico, los partidarios del ambientalismo a ultranza construyeron rápidamente una nueva línea de defensa atrincherándose detrás de las causas que podrían estar ocasionando las diferencias. Según estas teorías, los tests mostrarían diferencias, pero ello no significaría forzosamente que la inteligencia de los personas de color sea menor. Quizá la inteligencia tan sólo no resultaba correctamente expresada dada la inadecuación de los tests para distintos grupos raciales; o el idioma de los tests no sería comprensible para los personas de color; o los resultados de los tests resultarían falseados por la pertenencia de los examinadores a una raza hostil a los examinados.

Todos estos argumentos fueron investigados. Por de pronto, se verificó el argumento principal de las apóstoles ambientalistas en cuanto a que los tests de CI no serían culturalmente neutrales sino que estarían diseñados para el estilo y el saber de la clase media blanca, con lo que otros grupos económicos y raciales resultaban desfavorecidos.

Con toda seguridad es cierto que, dados otro idioma, otra cultura y otra escala de valores, el empleo de tests desarrollados por una raza puede resultar de problemática aplicación a otra raza completamente diferente. Pero los personas de color de EE. UU. viven allí desde hace más de 300 años, junto con los blancos, en el mismo medio, y hablan el mismo idioma. En la medida en que se argumenta que su nivel lingüístico es inferior, el argumento resulta inconsistente. Precisamente, en los tests lingüísticos, los personas de color, presentan resultados mejores que en aquellos - más mentales o más equitativos culturalmente hablando - en que se comprueba la capacidad de deducción lógica (* 81). Justamente tests culturalmente equitativos dan para los personas de color, en promedio, valores un tanto inferiores a los que arrojan los tests convencionales como, por ejemplo, el de Stanford-Binet o el de Wechsler. Además, en tests que se relacionan con capacidad de abstracción, los personas de color presentan también un desempeño inferior (* 82). Si los tests de CI no fuesen culturalmente neutrales, los personas de color deberían obtener resultados especialmente desfavorables con problemas de contenido cultural y, por sobre todo, con problemas de índole lingüística lo cual, precisamente, no es el caso.

Por lo demás - para excluir las posibles interferencias negativas del ingles estándar - varios tests se han traducido a la jerga del ghetto. Tres estudios de este tipo no arrojaron mejores resultados (*83). Para "denunciar" la importancia lingüística de los tests, el psicólogo oscuro Robert J. Williams inventó un test - el Bitch - (literalmente: "cortesana" N. del. T. ) - en el cual los blancos quedaban regularmente peor que los personas de color. Pero resulta que este test no verificaba la inteligencia sino que se limitaba a preguntar acerca del significado de 100 palabras tomadas de la jerga del ghetto oscuro, como por ejemplo "Blood" (literalmente: "sangre", utilizado para significar: "hermano de color") (* 84). Obviamente, con la problemática del CI, este test no tiene nada que ver.

Si los tests estuviesen especialmente diseñados para blancos resultaría inexplicable por qué ciertos grupos blancos obtienen resultados relativamente pobres. Portugueses, españoles o irlandeses tienen un CI sensiblemente inferior al de un blanco americano promedio (* 85). Pruebas de aptitud en el ejército norteamericano, realizadas con reclutas que habían nacido en Europa, demostraron que los reclutas provenientes de los países germánicos con predominante proporción de raza nórdica obtenían resultados marcadamente superiores a los de aquellos reclutas cuyo origen se situaba en Turquía, Grecia, Rusia, Italia y Polonia (* 86). Los 1.500 niños californianos de Terman con un CI de alrededor de 150 se componían mayoritariamente de europeos del norte y europeos del oeste, así como de judíos; mientras que apenas si estaban representados los miembros de pueblos amerindios, del norte de Africa y personas de color (*86a).

Jensen verificó a mejicanos en cuyas familias se hablaba inglés sólo en un 19,7% comparándolos con grupos de control en donde el 96,5% (entre los blancos) y el 98,2% (entre familias negras) hablaba inglés como único idioma. Para un 14,2% de los mejicanos el español o algún otro idioma extranjero era el único idioma utilizado. Además, los mejicanos provenían de la capa socioeconómica más baja; se hallaban, en comparación con los blancos, en una situación más de tres veces peor que los personas de color. Los mejicanos, aunque se desempeñaron muy por debajo de los blancos americanos en tests verbales y en tests de desempeño escolar, superaron, no obstante, claramente a los personas de color. En tests de inteligencia no-lingüística los mejicanos estuvieron tan sólo un poco por debajo de los blancos pero claramente por encima de los personas de color. En cuanto a memoria mecánica, por el contrario, blancos y personas de color, se ubicaban iguales y los mejicanos resultaban inferiores a ambos grupos (* 88).

En consecuencia, no existe prueba alguna para afirmar la concomitancia cultural de los tests (* 89) y las tesis al respecto pueden reputarse de falsas. Ahora, si la cuestión no se hallaba en los tests ¿no podía hallársela en la raza de los examinadores? El hecho es que los niños personas de color no obtienen mejores resultados cuando son examinados por maestros o examinadores de su mismo color de piel (* 90).

Más info:
La historia de los personas de color o como se falsifican los hechos.
 
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Bueno, ese proceso de "mestizaje" del que habla usted, y perdone que le responda a estas alturas, se produjo principalmente en Latinoamérica. En Europa quedamos hasta el presente a espensas de ese problema. Aunque tal y como se están desarrollando e imponiendo los acontecimientos, a la raza blanca le auguro como mucho tres generaciones.