rejon
Madmaxista
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Las autoridades aseguran que la cepa de listeria de este brote es «especialmente virulenta», con un tiempo de incubación de solo tres días, mucho más corto del habitual.
Hace dos años que el Ayuntamiento de Sevilla no inspecciona la fábrica de Magrudis, donde se ha originado el mayor brote de listeriosis de España. En julio de 2017 se realizó la última inspección de oficio por parte del Consistorio encaminada a prevenir, eliminar o reducir los riesgos alimentarios en la planta que producía la carne mechada de «La Mechá» y otros productos contaminados con la bacteria, según confirmó a ABC el Ayuntamiento, que tiene la competencia en materia de seguridad alimentaria en los establecimientos de restauración, comercios minoristas e industrias alimentarias de una ciudad con casi 700.000 habitantes. Dicha inspección consistió básicamente en comprobar que la empresa con domicilio social en el polígono industrial de El Pino contaba con un plan de autocontrol, es decir que se controlaba a sí misma y que cumplía la normativa sanitaria y de controles. Con anterioridad, la Junta de Andalucía realizó un control en el año 2015 coincidiendo con el inicio de su actividad. En noviembre de 2016, el Ayuntamiento hispalense hizo su primera inspección ordinaria. Los resultados que arrojó deben recogerse en unas actas que ABC ha requerido al Ayuntamiento, que rehusó facilitarlas alegando que formaba parte de una investigación abierta.
¿Por qué el Consistorio no realizó ninguna inspección en dos años? ¿Consideró que no había riesgos? ¿Se le ha hecho las inspecciones adecuadas? «Eso será también parte de la investigación». Fue la pregunta que dejó ayer en el aire el subdirector de Protección de Salud de la Junta de Andalucía, que compareció junto con el teniente de alcalde de Bienestar Social de Sevilla, Juan Manuel Flores, para presentar los primeros análisis que confirman la existencia de listeria en las mechadoras empleadas por Magrudis.
El Ayuntamiento tiene una explicación para estos dos años de barbecho en su labor inspectora. «Desde 2017 la empresa en cuestión cuenta con plan de autocontrol y puntos críticos de control que se ha seguido aplicando hasta la fecha según la información requerida y comprobada por el Ayuntamiento». Añade que la normativa europea por la que se rige esta administración dice que este plan y su adecuación corresponden a la propia empresa y que tampoco hay plazos establecidos para inspeccionarla. El consejero de Salud, Jesús Aguirre, ofrece otra versión. En una entrevista en La1, aseguró el pasado miércoles que «hay una normativa vigente de inspección de establecimientos sanitarios, que la lleva el Ayuntamiento de Sevilla, en la cual le hemos pedido también que nos mande las actas de inspección, que tiene la obligación de ser anual».
Los establecimientos alimentarios de Andalucía se clasifican por distintos niveles de riesgos: A, B, C, D y E. A mayor riesgo, mayor frecuencia en la inspección. El Ayuntamiento no ha aclarado a ABC qué riesgo se asignó a Magrudis. Porque si está clasificado en el grupo A, hay que inspeccionarlo cada seis meses; en el grupo B, cada año, y en el C, cada 18 meses. En ningún caso, dos años de tardanza. El objetivo es comprobar si las instalaciones, equipos y utensilios de la fábrica cumplen las condiciones de higiene y manipulación de alimentos o la trazabilidad.
Aparte de la inspección y el autocontrol, hay otro mecanismo de seguridad: la denominada supervisión de los sistemas de autocontrol, que incluye una auditoría y toma de muestras. El Ayuntamiento de Sevilla no hizo análisis hasta que apareció el foco de listeria.
El Consejo Andaluz de Colegios Oficiales de Veterinarios apunta que hay «un doble mecanismo de control». Por una parte está el denominado autocontrol que presentó la empresa Magrudis. Por otra, «el control ejercido desde la Administración Pública competente», en este caso el Ayuntamiento. El brote de listeria fue provocado «muy probablemente por la falta de higiene en el proceso productivo» y apunta a probables «fallos en los sistemas de autocontrol». Comprobar este control interno era responsabilidad municipal.
Cd
Hace dos años que el Ayuntamiento de Sevilla no inspecciona la fábrica de Magrudis, donde se ha originado el mayor brote de listeriosis de España. En julio de 2017 se realizó la última inspección de oficio por parte del Consistorio encaminada a prevenir, eliminar o reducir los riesgos alimentarios en la planta que producía la carne mechada de «La Mechá» y otros productos contaminados con la bacteria, según confirmó a ABC el Ayuntamiento, que tiene la competencia en materia de seguridad alimentaria en los establecimientos de restauración, comercios minoristas e industrias alimentarias de una ciudad con casi 700.000 habitantes. Dicha inspección consistió básicamente en comprobar que la empresa con domicilio social en el polígono industrial de El Pino contaba con un plan de autocontrol, es decir que se controlaba a sí misma y que cumplía la normativa sanitaria y de controles. Con anterioridad, la Junta de Andalucía realizó un control en el año 2015 coincidiendo con el inicio de su actividad. En noviembre de 2016, el Ayuntamiento hispalense hizo su primera inspección ordinaria. Los resultados que arrojó deben recogerse en unas actas que ABC ha requerido al Ayuntamiento, que rehusó facilitarlas alegando que formaba parte de una investigación abierta.
¿Por qué el Consistorio no realizó ninguna inspección en dos años? ¿Consideró que no había riesgos? ¿Se le ha hecho las inspecciones adecuadas? «Eso será también parte de la investigación». Fue la pregunta que dejó ayer en el aire el subdirector de Protección de Salud de la Junta de Andalucía, que compareció junto con el teniente de alcalde de Bienestar Social de Sevilla, Juan Manuel Flores, para presentar los primeros análisis que confirman la existencia de listeria en las mechadoras empleadas por Magrudis.
El Ayuntamiento tiene una explicación para estos dos años de barbecho en su labor inspectora. «Desde 2017 la empresa en cuestión cuenta con plan de autocontrol y puntos críticos de control que se ha seguido aplicando hasta la fecha según la información requerida y comprobada por el Ayuntamiento». Añade que la normativa europea por la que se rige esta administración dice que este plan y su adecuación corresponden a la propia empresa y que tampoco hay plazos establecidos para inspeccionarla. El consejero de Salud, Jesús Aguirre, ofrece otra versión. En una entrevista en La1, aseguró el pasado miércoles que «hay una normativa vigente de inspección de establecimientos sanitarios, que la lleva el Ayuntamiento de Sevilla, en la cual le hemos pedido también que nos mande las actas de inspección, que tiene la obligación de ser anual».
Los establecimientos alimentarios de Andalucía se clasifican por distintos niveles de riesgos: A, B, C, D y E. A mayor riesgo, mayor frecuencia en la inspección. El Ayuntamiento no ha aclarado a ABC qué riesgo se asignó a Magrudis. Porque si está clasificado en el grupo A, hay que inspeccionarlo cada seis meses; en el grupo B, cada año, y en el C, cada 18 meses. En ningún caso, dos años de tardanza. El objetivo es comprobar si las instalaciones, equipos y utensilios de la fábrica cumplen las condiciones de higiene y manipulación de alimentos o la trazabilidad.
Aparte de la inspección y el autocontrol, hay otro mecanismo de seguridad: la denominada supervisión de los sistemas de autocontrol, que incluye una auditoría y toma de muestras. El Ayuntamiento de Sevilla no hizo análisis hasta que apareció el foco de listeria.
El Consejo Andaluz de Colegios Oficiales de Veterinarios apunta que hay «un doble mecanismo de control». Por una parte está el denominado autocontrol que presentó la empresa Magrudis. Por otra, «el control ejercido desde la Administración Pública competente», en este caso el Ayuntamiento. El brote de listeria fue provocado «muy probablemente por la falta de higiene en el proceso productivo» y apunta a probables «fallos en los sistemas de autocontrol». Comprobar este control interno era responsabilidad municipal.
Cd