Uritorco
The White Revolution is the only solution.
Resulta evidente que cualquier periodista o medio de información que vaya contra los decadentes valores capitalistas y progresistas será despedido, ignorado y relegado, además de pasar a engrosar ciertas listas negras, mientras que todo el que asuma el holocausto, el antirracismo, la igualdad, la violencia de género, los llamados "derechos humanos" o la alimentación dietética y sostenible como centro de su actividad, será premiado, saldrá en los medios y tendrá editoras y alabanzas.
Que se lo digan por ejemplo al periodista de investigación «independiente» Manuel Carballal (a) Antonio Salas, un pobre diablo que no era casi nadie cuando escribía sobre el caso Ummo o las caras de Bélmez, y que descubrió que la fama estaba en ser un polichinela de la prensa sionista escribiendo sobre lo que no tenía idea: el nacionalsocialismo, o mejor dicho, sobre los «nancy-skins» y demás diablos de fabricación casera artificial, esa parodia perversa y grotesca del "nazismo" homologada por el Sistema, a los que, víctima de su propia sugestión, este investigador ha dado «credibilidad» política y social.
Pues bien, el caso de Juan Manuel de Prada, a pesar de su condición de tradicionalista y católico, es igualmente un caso ejemplarizante, aunque en el último párrafo intentaremos levantar sustancialmente el velo sobre el por que de esa "aparente" contradicción entre popularidad y pensamiento reaccionario y conservador. Así, entre las declaraciones vertidas por este inefable monaguillo del star system oficialista y orwelliano con el ánimo de agraciar a sus talmúdicos jefes del "jewishworld", podemos encontrarnos con perlas de singular calibre recogidas en las páginas de opinión de un importante diario de la capital:
«Ninguna de las descomunales mentiras que circulan habitualmente en nuestro mundo, resulta tan grotesca como pretender que la derrota de Hitler constituyó la derrota de su ideología criminal. Pues la metafísica que alumbraba aquella ideología criminal correría a refugiarse, bajo disfraz democrático y pacifista, en el bando de los vencedores, donde hoy campea orgullosa, convertida en Nuevo Orden Mundial. Ha sido, en efecto, el Nuevo Orden Mundial el que ha hecho realidad el sueño del nazismo; ha sido el Nuevo Orden Mundial el que ha impuesto el paganismo eufórico y endiosador del hombre, el desprecio de la ley natural y divina, la confianza ciega e idolátrica en el progreso, el deseo seudomesiánico de alcanzar una unidad universal de hormiguero, la exaltación del individualismo y a la vez la deificación alienante de la «voluntad general», el triunfo del igualitarismo que conduce a los pueblos a la servidumbre, la aversión a las sociedades naturales (unidas por lazos de sangre y espíritu) y su sustitución por sociedades de masas, la imposición de una jovenlandesal estatal, el suministro de placeres plebeyos y derechos de bragueta que mantengan controladas a las masas, a la vez que las tornan más y más egoístas. Ha sido el Nuevo Orden Mundial el que ha consumado, en fin, el sueño hitleriano de una civilización degradada y desespiritualizada» (“ABC”, 11-05-2015).
Como comprobaréis, nuestro orondo protagonista se quedó tan ancho y desahogado después de verter tan maquiavélica proeza intelectual en ese infame papelucho judaico.
Pero, vayamos al grano. Durante la primera semana de diciembre de 2018, el señor Juan Manuel de Prada, colaborador de la tertulia radiofónica dirigida en Onda Cero por la periodista y masona Julia Otero, era galardonado con el Premio Café Varela, celebrado en el propio café madrileño durante una cena en la que el novelista fue entrañablemente arropado por personajes y personajillos —es decir, por la auténtica casta— como Joaquín Leguina, Pablo Iglesias, Ana Pastor, Alberto Ruiz-Gallardón, Cándido Méndez, Cándido Conde-Pumpido (implicado en el Expediente Royuela), Alex de la Iglesia, Marta Flich, Luis Enríquez (consejero delegado del Grupo Vocento), el embajador ruso Yuri Korgachin, etc.
Lo primero que llama la atención es la gran presencia de masones en el ágape. Naturalmente no afirmamos categóricamente que el distinguido y rollizo novelista, agraciado y honrado con tantos premios y galardones literarios y al que se le puede observar durante esa magnífica jornada de jubiloso compadreo entre tanto cotizado y perfumado «mandilón», pertenezca también a la «discreta» cofradía de la escuadra y el compás, aunque nadie nos hará decir tampoco que no.
Ahora bien, dicen al respecto Los Protocolos de los Sabios Sión, algo revelador: «Los cristianos van a las logias por curiosidad o con la esperanza de probar el pastel social con su ayuda, y algunos hasta por tener la posibilidad de expresar delante del público sus sueños irrealizables: tienen sed de la emoción del éxito y de los aplausos, de los cuales nunca somos avaros. Les concedemos estos éxitos para aprovecharnos de la propia satisfacción que causan, gracias a la cual, aceptan nuestras indicaciones sin darse cuenta de ello, quedando plenamente convencidos de que expresan sus propias ideas. Este detalle es la principal garantía de nuestro éxito».
El párrafo tiene una grandeza patética. Ignoramos si la sed y el anhelo desmesurado por el éxito y los aplausos, junto a la soberbia y la vanidad, forman parte del santoral de debilidades que aquejan al señor Manuel de Prada. Esto es algo de lo que solo él debe tener conocimiento y que guardará como un celoso secreto en lo más profundo de su conciencia. Sin embargo, los documentos gráficos, para quien sepa observarlos en clave "esóterica" debido al peculiar simbolismo que tras*miten los mismos (ver fotos), confirman y rebelan inequívocamente su filiación sectaria y triangular, clave para entender su éxito y popularidad en el cuarto poder.
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Que se lo digan por ejemplo al periodista de investigación «independiente» Manuel Carballal (a) Antonio Salas, un pobre diablo que no era casi nadie cuando escribía sobre el caso Ummo o las caras de Bélmez, y que descubrió que la fama estaba en ser un polichinela de la prensa sionista escribiendo sobre lo que no tenía idea: el nacionalsocialismo, o mejor dicho, sobre los «nancy-skins» y demás diablos de fabricación casera artificial, esa parodia perversa y grotesca del "nazismo" homologada por el Sistema, a los que, víctima de su propia sugestión, este investigador ha dado «credibilidad» política y social.
Pues bien, el caso de Juan Manuel de Prada, a pesar de su condición de tradicionalista y católico, es igualmente un caso ejemplarizante, aunque en el último párrafo intentaremos levantar sustancialmente el velo sobre el por que de esa "aparente" contradicción entre popularidad y pensamiento reaccionario y conservador. Así, entre las declaraciones vertidas por este inefable monaguillo del star system oficialista y orwelliano con el ánimo de agraciar a sus talmúdicos jefes del "jewishworld", podemos encontrarnos con perlas de singular calibre recogidas en las páginas de opinión de un importante diario de la capital:
«Ninguna de las descomunales mentiras que circulan habitualmente en nuestro mundo, resulta tan grotesca como pretender que la derrota de Hitler constituyó la derrota de su ideología criminal. Pues la metafísica que alumbraba aquella ideología criminal correría a refugiarse, bajo disfraz democrático y pacifista, en el bando de los vencedores, donde hoy campea orgullosa, convertida en Nuevo Orden Mundial. Ha sido, en efecto, el Nuevo Orden Mundial el que ha hecho realidad el sueño del nazismo; ha sido el Nuevo Orden Mundial el que ha impuesto el paganismo eufórico y endiosador del hombre, el desprecio de la ley natural y divina, la confianza ciega e idolátrica en el progreso, el deseo seudomesiánico de alcanzar una unidad universal de hormiguero, la exaltación del individualismo y a la vez la deificación alienante de la «voluntad general», el triunfo del igualitarismo que conduce a los pueblos a la servidumbre, la aversión a las sociedades naturales (unidas por lazos de sangre y espíritu) y su sustitución por sociedades de masas, la imposición de una jovenlandesal estatal, el suministro de placeres plebeyos y derechos de bragueta que mantengan controladas a las masas, a la vez que las tornan más y más egoístas. Ha sido el Nuevo Orden Mundial el que ha consumado, en fin, el sueño hitleriano de una civilización degradada y desespiritualizada» (“ABC”, 11-05-2015).
Como comprobaréis, nuestro orondo protagonista se quedó tan ancho y desahogado después de verter tan maquiavélica proeza intelectual en ese infame papelucho judaico.
Pero, vayamos al grano. Durante la primera semana de diciembre de 2018, el señor Juan Manuel de Prada, colaborador de la tertulia radiofónica dirigida en Onda Cero por la periodista y masona Julia Otero, era galardonado con el Premio Café Varela, celebrado en el propio café madrileño durante una cena en la que el novelista fue entrañablemente arropado por personajes y personajillos —es decir, por la auténtica casta— como Joaquín Leguina, Pablo Iglesias, Ana Pastor, Alberto Ruiz-Gallardón, Cándido Méndez, Cándido Conde-Pumpido (implicado en el Expediente Royuela), Alex de la Iglesia, Marta Flich, Luis Enríquez (consejero delegado del Grupo Vocento), el embajador ruso Yuri Korgachin, etc.
Lo primero que llama la atención es la gran presencia de masones en el ágape. Naturalmente no afirmamos categóricamente que el distinguido y rollizo novelista, agraciado y honrado con tantos premios y galardones literarios y al que se le puede observar durante esa magnífica jornada de jubiloso compadreo entre tanto cotizado y perfumado «mandilón», pertenezca también a la «discreta» cofradía de la escuadra y el compás, aunque nadie nos hará decir tampoco que no.
Ahora bien, dicen al respecto Los Protocolos de los Sabios Sión, algo revelador: «Los cristianos van a las logias por curiosidad o con la esperanza de probar el pastel social con su ayuda, y algunos hasta por tener la posibilidad de expresar delante del público sus sueños irrealizables: tienen sed de la emoción del éxito y de los aplausos, de los cuales nunca somos avaros. Les concedemos estos éxitos para aprovecharnos de la propia satisfacción que causan, gracias a la cual, aceptan nuestras indicaciones sin darse cuenta de ello, quedando plenamente convencidos de que expresan sus propias ideas. Este detalle es la principal garantía de nuestro éxito».
El párrafo tiene una grandeza patética. Ignoramos si la sed y el anhelo desmesurado por el éxito y los aplausos, junto a la soberbia y la vanidad, forman parte del santoral de debilidades que aquejan al señor Manuel de Prada. Esto es algo de lo que solo él debe tener conocimiento y que guardará como un celoso secreto en lo más profundo de su conciencia. Sin embargo, los documentos gráficos, para quien sepa observarlos en clave "esóterica" debido al peculiar simbolismo que tras*miten los mismos (ver fotos), confirman y rebelan inequívocamente su filiación sectaria y triangular, clave para entender su éxito y popularidad en el cuarto poder.
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