la jueza hallase «indicios criminales de racionalidad» suficientes a partir del testimonio de la chica, que ha sido constante y coherente desde la denuncia hasta su última declaración en el juzgado, el del acusado, que coincide con el de la joven en todos los detalles salvo en los abusos, que niega, y la versión facilitada por dos testigos.
A mayores, la jueza cuenta ahora -cuando firmó el auto de procesamiento aún no disponía de él- con un informe del Instituto de Medicina Legal (IML) de València que ve compatibles con una sumisión química -uso de sustancias para anular la voluntad de la víctima- los síntomas descritos por la joven, que fue consciente de lo que estaba sucediendo pero no podía moverse.
La joven subió en el asiento del copiloto y, por el camino, perdió varias veces la consciencia, pero notó cómo él le tocaba presuntamente los pechos y le introducía los dedos en su sesso en varias ocasiones, sin que ella fuera capaz de mover un solo músculo.
Tanto es así, que fue la amiga quien abrió la portezuela y, al verla desmayada, la despertó y la ayudó a bajarse. La víctima salió entonces corriendo y se refugió en su casa.