Es que es lo que distingue a un profesional de un currito, esté en el puesto que esté, el querer hacer un poco más de lo mínimo exigido.
En arquitectura hay un montón de señoritingos a los que mi viejo odiaba, yo iba con el a veces a las obras y hablaba con todos, se preocupaba de cómo se hacía todo. Como me decía que debía ser. Si el era el arquitecto, tenía que saber desde como se pone un ladrillo a cómo se pone el último enchufe. Y esto sin haberlo practicado es imposible. Tenías que haber visto las broncas que se traía con los constructores por las chapuzas.
Mi viejo curró de "niño del botijo" mientras se sacaba la carrera, y no por falta de pelas.
Pero ya sé que la vida no es así, si algo sale mal es culpa del que está por debajo, que lo ha hecho mal, el curro del "jefe" no es supervisar que todo salga bien, sino buscar culpables cuando algo se tuerce.
Y así va el mundo en realidad, así son los jefes en un gran porcentaje.
Pero como tenemos que pasarnos media vida currando, lo mejor es que el curro te guste, y para ello se necesita cierta pasión por lo que uno hace.
