César Cervera: "Los Reyes Católicos tenían un concepto de España bastante claro".

Covaleda

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España
César Cervera reconstruye una de las épocas más importantes de la historia de España en Los Reyes Católicos y sus locuras.

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Entrevista de Luis H. Goldaraz.

Pregunta: Hablemos de España. ¿Antes de los Reyes Católicos, qué existía exactamente?

Respuesta:
Existía una idea compartida entre los reinos cristianos peninsulares. El proyecto común de la Reconquista era una ideología de la época. La compartían todos los reyes cristianos, fueran aragoneses o castellanos. Tenían una especie de sueño en la cabeza que pasaba por "recuperar" la Hispania goda anterior a la llegada de los fiel a la religión del amores. Además, lo que hay es un hilo conductor que tiene que ver con los Trastámara. Ahora hay quien dice que Castilla absorbió a Aragón, pero es que antes de los Reyes Católicos ya estaba reinando en Aragón un Trastámara. Y en Navarra estaba metiendo mano un Trastámara también.

P: Escribes en el libro que Fernando tuvo una educación más castellana que Isabel, cuya lengua materna fue el portugués.

R:
Sí, es una cosa curiosa. Es que nos hemos olvidado de lo que fueron los Trastámara. Al final, como le hemos puesto a Fernando la etiqueta de catalanote… Como cuando muere Isabel alguna crónica le pinta así: el catalanote que regresó a su tierra a pasar la vejez… Es una cosa que le interesa mucho al catalanismo actual, claro. Ese victimismo exagerado: "No nos toleraban entonces, tampoco ahora". La realidad es que Fernando tenía un vínculo estrechísimo con Castilla desde su nacimiento. Aragón tuvo varios reyes castellanos antes de que llegase él. Y reyes obsesionados con Castilla, además. Entendían que era el reino que tenía mejores herramientas. Porque lo era. Castilla era muy poderosa a nivel económico. Y no sólo. Piensa en los hombres libres que la poblaban. Casi no había feudalismo allí. Como habían ido conquistando el territorio los vasallos libres, en realidad ellos luchaban por su tierra, que se habían ganado legítimamente.

P: Y esa es la mentalidad que le explotará en la cara a Carlos V, ¿no?

R:
Eso es. A él le sorprende mucho esa mentalidad. Llega aquí con la idea feudal de los reyes europeos. Aquí, sin embargo, como dice la tradición liberal del XIX, los reyes eran más bien los mercenarios de la gente. Es una lectura que hay que coger con pinzas, por supuesto. Viene del siglo del que viene. Pero algo dice. Desde luego los reyes siempre tuvieron la intención de ser algo más que los mercenarios del reino. En Aragón les costó un poco más, pero el braceo que tienen constantemente con las Cortes iba encaminado a tratar de tener más poder. La mentalidad de la época es incomprensible a día de hoy, de todos modos. No sirve de mucho etiquetarla desde los conceptos del presente, porque todos están contaminados por nuestra visión contemporánea. Una corona fuerte es modernidad. La época moderna se define así. Pensamos que son términos medievales, pero no. Cuando se habla de tolerancia religiosa, por ejemplo, suele decirse que es una cosa muy moderna. Nada que ver. La tolerancia religiosa de la época era más medieval, en todo caso. Más feudal. En el sentido de que cada uno en su feudo hace lo que quiere. La modernidad es un cambio que comienza con la búsqueda de fortaleza de una corona que, entre otras cosas, trata de homogeneizar culturalmente sus territorios controlando también las creencias religiosas. La política y la religión comienzan a ser realmente la misma cosa en esos momentos. Hoy en día vemos todos estos conceptos como sinónimos de tiranía. En la época fue lo que buscaron los reyes para aglutinar poder y para construir Estados fuertes.

P: ¿España fue el primer Estado moderno?

R:
Hay una cosa interesante con ese tema. Cuando muere Isabel y Fernando está desesperado por tener un heredero con Germana de Foix para salvar Aragón, el emperador del Sacro Imperio le preguntó por qué no quería separar los reinos y nombrar heredero de uno de ellos a su nieto favorito, que también se llamaba Fernando. Él contestó escribiéndole que eso nunca, pues España no había estado tan unida como entonces desde hacía siglos. Quiero decir con esto que los Reyes Católicos tenían un concepto de España bastante claro, más allá de que la estructura "federal" de los reinos fuese la que era. El concepto existía. Existía un proyecto cristiano que tenía mucho que ver con las instituciones y con las tradiciones godas.

P: ¿Desde el punto de vista cultural qué papel jugó la lengua?

R:
Hay varias cosas con respecto a ese tema. Para empezar, la política exterior se hacía en latín, directamente. Y ni Fernando ni Isabel lo dominaban. Isabel tuvo pretensiones de aprenderlo al final de su vida, pero Fernando ni siquiera lo intentó. La lengua era una cuestión muy práctica, muy viva, que ayuda a comprender la mentalidad de una nación. Tácito decía que los germanos eran una sociedad muy cerrada, que rechazaba cualquier tipo de mestizaje. Y su lengua es complicadísima de aprender. En el caso del castellano, sin embargo, se extiende rápidamente porque era la lengua de los negocios. En Aragón ni siquiera hizo falta una política lingüística, contrariamente a lo que sostienen los catalanistas. La realidad es que si querías hacer negocios tenías que saber castellano. Igual que ahora el inglés. El catalán había sido también una lengua importantísima para hacer negocios en el Mediterráneo, pero en aquellos tiempos el problema es que los aragoneses estaban en decadencia. Una cosa que sí que le dijo Nebrija a Isabel es que las lenguas siempre han sido herramientas de los imperios. Él hablaba del Imperio romano.

P: ¿Influyó algo el hecho de que el castellano gozase de una gramática tan pronto?

R:
Por supuesto. Claro. Pero no sólo. Confluyen muchos factores. Al castellano le ocurre un poco como al cristianismo, que en esos momentos se encontraba arrinconado en Europa, sin salida hacia ningún lado, ni por Asia ni por África. El castellano podría haberse quedado encerrado en Castilla y terminado siendo una lengua residual, pero con el descubrimiento de América saltó de lleno a un nuevo continente y se convirtió en una lengua hablada internacionalmente. El mérito de los Reyes Católicos está en que cogieron un territorio sin casi trascendencia en Europa, junto a una religión en estado comatoso, y consiguieron disparar ambos para que fuesen hegemónicos en los siglos posteriores.

P: Es curioso que ni Fernando ni Isabel hubiesen nacido para reinar. Luego coges los libros de texto y parece que tenían un plan de reinado a largo plazo perfectamente estructurado…

R:
El problema de estas cosas es que sólo podemos mirarlas a toro pasado, y eso siempre dificulta las cosas. Yo creo que fueron improvisando mucho, pero eso no quita que tuvieran una voluntad evidente y un plan más o menos determinado, sobre todo, para afianzar el poder de la corona. En el caso de Isabel, por ejemplo, se ve clarísimo. Es una mujer que quiere reinar, que no se quiere dejar pisar y que no pretende resignarse en ningún momento al papel que le tenía reservado la sociedad de la época. En ese sentido, era una mujer muy "empoderada", como la definirían ahora. Tampoco podemos saber qué planes tenía exactamente en la cabeza cuando se sentó en el trono. Ni siquiera tengo claro que fuese ella la que se negó rotundamente a casarse con el rey de Portugal, por ejemplo, y prefirió casarse con Fernando. ¿Fue cosa de ella o de Carrillo? Lo único seguro es que ella tenía un temperamento muy fuerte y una determinación imponente. Utilizó sus herramientas hasta el extremo. Para mí, la cuestión que mejor clarifica esto sería verlo en el contexto Trastámara. Hay que tener en cuenta que Castilla había tenido unos últimos reyes muy débiles, que habían estado literalmente secuestrados por los nobles. E Isabel decidió cambiar esa dinámica de forma rotunda. A Enrique IV le tomaba el pelo todo el mundo. E Isabel y Fernando también se lo tomaron, por supuesto. Son dos personas que habían tenido infancias muy duras y que habían llegado a la conclusión de que, si no hacían nada, a los siguientes a los que tomarían el pelo sería a ellos. Ten en cuenta que Enrique IV la arrancó de los brazos de su progenitora para tenerla cerca y vigilada cuando era todavía una niña. Ella le tenía rencor. Es posible que la moviese el ansia por no ser como él. No caer en esa dinámica autodestructiva en la que todo el mundo le tomaba el pelo y él sólo podía conformarse con dar bandazos sin sentido.

P: ¿Se puede decir entonces que todos sus logros, tanto en política peninsular como en política exterior, fueron consecuencias derivadas de su principal objetivo, que era afianzar el poder de la corona?

R:
Hay una cosa curiosa que se suele tener poco en cuenta, y es que el tiempo que ellos tardaron en llegar definitivamente al poder es casi el mismo que el que estuvieron reinando después. En los libros de Historia sólo estudiamos la segunda parte, como si fuera la consecución de una serie de estrategias que traían estudiadas de la cuna… No es así. La parte de abajo del iceberg, por así decir, son los años en los que tuvieron que pelear por controlar realmente cada uno de sus reinos. La visión que tenemos de ellos está muy condicionada por las crónicas de la época, además. Y hay que decir que fueron muy conscientes del poder de la propaganda, o, como se diría ahora, del relato. Ellos le subieron un 60% la asignación a los cronistas reales. Les daban todas las facilidades. Si querían entrevistarse con un noble, acceder a una serie de fuentes, a libros… tenían acceso privilegiado a todo. Eso sí, después lo que escribían pasaba el filtro real. Si tenemos en cuenta esto, ellos casi no se recrean en los años que tardaron en afianzar el poder. Se recrean en lo que hicieron con él una vez ya lo tenían conquistado. A veces confundimos palabras, además. Cuando describimos a Isabel como justiciera, por ejemplo, lo que quiere decir en realidad es que llevaba la justicia hasta el extremo, algo que no necesariamente tiene por qué ser bueno. Fue implacable muchas veces. Reconquistó el poder de la corona de esa forma. El reguero de nobles sometidos y humillados a lo largo de la guerra civil es tremendo…

P: Me las estás pintando casi como la Daenerys castellana…

R:
(Risas). Pues es una equiparación que está muy bien. A Daenerys todo el mundo la elogiaba al principio. Pero si llevas al extremo su discurso político te das cuenta de que es una déspota y ya está. Isabel igual. Tú puedes pactar con los nobles o los puedes someter uno a uno. También es verdad que según los cronistas ella ofrecía siempre primero la clemencia, pero si la traicionabas se volvía implacable. Una y no más, podría ser su lema. Enrique IV era todo lo contrario. Nadie le tomaba en serio por eso. Villena es el chaquetero ideal, porque con Enrique podía saltar de bando en bando sin sufrir la más mínima consecuencia.

P: A Isabel se la recuerda, sin embargo, como la primera reina que veló por los derechos de sus súbditos, incluyendo a los indios de América.

R:
También supo ser clemente en muchas ocasiones con los nobles. Ella jugaba muy bien con eso. Prefería ser temida que ser amada, desde luego, pero tenía un sentido de la justicia muy arraigado, que llevaba al extremo, y que también tenía que ver con la defensa de los débiles. Que cualquiera pudiera acudir a la justicia real como contrapeso de las arbitrariedades de los nobles.

P: En ese sentido, ¿Isabel actúa así más por su obsesión por someter a los nobles o por la particularidad de Castilla, con tantos hombres libres por metro cuadrado?

R:
Yo creo que ese hombre libre que mencionas era su público, sí. A nivel populista, era su público. Cuando ella cargaba contra la nobleza cargaba contra la alta nobleza, que eran unas pocas familias, en realidad. Luego en su testamento llegó a escribir que se arrepentía de no haber sido lo suficientemente dura con la nobleza. En el fondo era consciente de que la corona no había recuperado tanto terreno como se vanagloriaba la publicidad. Si nos fijamos bien, los grandes nobles no perdieron tanto con ella. Es cierto que no ocuparon puestos políticos de relevancia, pues Isabel estaba obsesionada con promocionar un perfil de gestor más humilde, con preparación universitaria, etcétera, pero en muchos otros aspectos se enriquecieron notablemente. A los altos nobles les daba funciones cortesanas para que se entretuviesen. El duque de Alba, que es el gran chaquetero de esa época, con la llegada de los Reyes Católicos no perdió demasiado poder. De hecho, podría decirse que al final del reinado estaba mejor que al principio. Y así pasa con casi todos. Los Mendoza también acabaron igual. Carrillo, hasta que entró en su particular espiral destructiva, había ganado muchísimo. Fernando promocionó el mayorazgo, que vino fenomenal a los nobles, pues les permitía no tener que dividir sus posesiones demasiado con las herencias, sino pasarlas casi completas al primogénito. Así aglutinaban dinero y poder más fácilmente. Lo que quiero decir es que los Reyes Católicos trataron de frenar en seco la influencia excesiva que los altos nobles habían tenido sobre la corona hasta su llegada, pero tampoco les sometieron arbitrariamente ni les quitaron todo cuanto tenían.

P: ¿Qué diferencias hubo entre Aragón y Castilla durante el reinado de Fernando e Isabel?

R:
Dice la tradición que cuando terminó la guerra civil en Castilla Isabel viajó por primera vez a Aragón con su marido. Allí observó la altivez de las cortes aragonesas y se quedó pasmada. Cogió a Fernando y le dijo algo así como que Aragón no es nuestra, tenemos que reconquistarla. La anécdota refleja un poco la sensación que tuvieron los Reyes Católicos cuando llegaron a Aragón. Diferencias entre Aragón y Castilla hubo varias, empezando por la relevancia económica y demográfica. Aragón constituía un veinte por ciento de la población total, más o menos. Su territorio era más bien pequeño, en comparación, y encima sus cortes bloqueaban políticamente las decisiones de la corona todo el rato. Los Reyes Católicos eran muy pragmáticos y decidieron no meterse en demasiados jaleos allí. Los recursos castellanos eran tantos y el poder político del que gozaban allí era tan rotundo que preferían recurrir a él. De hecho, cuando hacen la guerra en Italia, las famosas guerras del Gran Capitán, los recursos empleados en las campañas eran castellanos, pese a que las campañas respondían al interés histórico aragonés. Los Reyes Católicos pasaban completamente de estar discutiendo con las cortes aragonesas para que les cedieran una pequeña partida que pudiera financiar la guerra. Era mucho más rápido y cómodo acudir a Castilla y financiarlo por ahí. A eso hay que sumarle que, en esos momentos, Castilla era un reino en expansión, mientras que Aragón, que había vivido su esplendor en los siglos anteriores, se encontraba en decadencia. Tenía una crisis demográfica, política y económica importante. Fernando eso lo entendió perfectamente. Por eso estaba obsesionado con los castellanos. Y su padre también, y su abuelo… Todos llevaban tiempo obsesionados con irse a cualquier lado que ofreciese mejores oportunidades que la Corona de Aragón. Ahora existe esta especie de leyenda negra que dice que Castilla sometió a toda la península y los catalanes quedaron relegados a un segundo plano de manera forzosa, etcétera. El problema es que no fue una cosa deliberada. La realidad es que los números daban eso. Si el ochenta por ciento de la población está en Castilla; si Castilla es un reino al que dominas políticamente después de la guerra civil; y si encima tiene muchos más recursos económicos, la cosa está clara.

P: ¿Aragón qué pintaba para ellos?

R:
A ver, sí que pintaba. Lo que pasa es que priorizaron Castilla porque les resultaba mucho más cómodo y les daba más recursos. Aragón mandó barcos y recursos a la conquista de Granada, por ejemplo. Pero digamos que Castilla les ofrecía mucho más por mucho menos. Los Reyes Católicos tuvieron dos crisis matrimoniales. La primera fue la Concordia de Segovia, en la que tuvieron que ponerse de acuerdo para determinar cuáles eran los roles de cada uno en Castilla. En Aragón, sin embargo, los roles de Isabel no eran exactamente los mismos que los de Fernando en Castilla.

P: ¿Qué diferencias había?

R:
En Castilla la propiedad de la corona recae en Isabel, en principio, pero la justicia recae sobre los dos y la comandancia de los ejércitos sobre Fernando. Al final, a nivel global, como a Isabel lo que le interesaba era la política interior, ella se centró en eso. La política exterior fue cosa de Fernando casi de manera exclusiva. Él era un genio de la diplomacia, además. Es el gran genio de su época. En Aragón, por otro lado, el reparto era parecido sobre el papel, pero en la práctica la incidencia de Isabel es mínima. Tampoco sabemos exactamente cuánto poder tenía allí porque ella misma no quiso inmiscuirse demasiado. Es curioso, por ejemplo, si tú analizas el tiempo que estuvieron en Aragón, casi dan ganas de llorar. Fue mínimo. En treinta años de reinado a lo mejor no llegaron a pasar ni un año en Aragón. La atención de los reyes sobre Castilla fue desproporcionada. Pero es que, ya te digo, todos los Trastámara estaban obsesionados con Castilla.

P: Me interesa su política exterior y el papel de Fernando. Tengo la sensación de que el descubrimiento de América ha impedido que los menos entendidos tengamos una idea fiel de cuáles fueron los verdaderos intereses de los Reyes Católicos en política exterior.

R:
Digamos que la política exterior de Fernando es básicamente la de Aragón pero trasladado también a Castilla. Por ejemplo, tradicionalmente, Castilla había sido aliada de Francia en la Guerra de los Cien Años. Aragón al revés. ¿Qué hace ahora Fernando? Pues cambiar las alianzas castellanas. También es verdad que en la guerra civil los franceses apoyaron la causa de la Beltraneja. Pero, por resumir, digamos que la política exterior de los Reyes Católicos fue la que tradicionalmente había sido la política exterior de Aragón. Guerra contra Francia, amistad con los ingleses, compromisos comerciales con Flandes y prioridad absoluta en el Mediterráneo. Todo con recursos castellanos, por supuesto. ¿A nadie le llama la atención que el Gran Capitán esté comandando los ejércitos en la Italia que reclaman los aragoneses? Es un castellano dirigiendo peones asturianos y vascos por intereses aragoneses.
 
P: ¿Es correcto decir que los Reyes Católicos fueron unos adelantados, o es una exageración?

R:
En muchos sentidos sí que lo fueron. Había pocos países europeos que tuvieran tantos recursos y que implementaran políticas tan efectivas. En el plano militar fueron ellos los que comenzaron a construir ejércitos fijos, por ejemplo, que no se desmontasen después de cada campaña. En el político tenían a la Inquisición, que más allá de lo que se pueda decir de ella era una herramienta muy útil para los reyes, porque les permitía impartir justicia saltándose un montón de trabas. Su Inquisición, la de los Reyes Católicos, a diferencia de la Inquisición medieval, dependía directamente del ministerio del Interior, por así decirlo. En una época en la que religión y política eran la misma cosa, la Inquisición era un órgano importantísimo que los reyes podían usar a su interés. Con los Austrias eso se vería más claramente. Antonio Pérez se acogió al fuero aragonés para evitar a la justicia castellana, por ejemplo, y Felipe II respondió mandando a la Inquisición. La Inquisición era una especie de FBI. Podía saltar de reino en reino porque estaba por encima. Eso no lo tenía ningún otro rey en Europa. Fernando fue el primer rey moderno que consiguió establecer una red de embajadores, también. Embajadores fijos, establecidos en los reinos vecinos, me refiero. Son varias cosas.

P: ¿Qué papel jugó el descubrimiento de América durante su reinado? ¿Fueron realmente consciente de lo que habían descubierto?

R:
América no tuvo prácticamente trascendencia para los Reyes Católicos. Isabel se murió sin tener muy claro si lo que habían descubierto era un continente o unas islas. Sus proyectos allí eran bastante incipientes. Más rentables les parecían las Canarias, casi, porque estaban mucho más cerca. Ten en cuenta que los primeros viajes de Colón tampoco aportaron mucha riqueza. Fueron entendidos casi como fracasos. Las colonias de gente que se establecieron allí no duraron prácticamente nada. En realidad, la primera vez en la que la corona intuye que tiene en América una mina de oro, en todos los sentidos, es con Felipe I. El oro americano iba a ser importantísimo porque era oro que entraba en Castilla sin estar controlado por las cortes. Pero eso los Reyes Católicos no lo disfrutaron tanto. Felipe I, digamos, se encontró con que Fernando había dejado las arcas castellanas temblando. Y sin embargo encontró un consuelo por primera vez en las remesas de oro que comenzaban a llegar de América. Fernando también lo vio, una vez murió Felipe. Pero no lo llegó a ver en su absoluta magnitud, porque no le dio tiempo.

P: La política de población, mestizaje y conquista de América, sin embargo, sí que vino influenciada por las decisiones de Isabel, ¿no?

R:
Bueno, en realidad el verdadero mestizaje como manera de conquista lo inventó Cortés. Él es el primero que se dio cuenta de que allí había imperios y que mejor que derruirlos era utilizar sus instituciones para implantarse más rápida y cómodamente.

P: ¿Por qué la estrategia española en América fue tan diferente a la de los reinos del norte de Europa?

R:
Yo creo que porque aquí estaban mucho más acostumbrados a tratar con el otro. En el norte convivían con la idea abstracta del de la religión del amor, por ejemplo, pero aquí no tenían que imaginárselo. Los castellanos sabían que los fiel a la religión del amores no escupían fuego. Sabían que se podía convivir con ellos, aunque no tolerasen sus creencias. Llevaban siglos reconquistando la península, así que lo que hacen en América es básicamente lo mismo. Llegaban a una localidad prehispánica y hacían lo mismo que habían hecho en Andalucía. Repueblas en lugar, reconstruyes las ciudades ya existentes y te mezclas con los habitantes que había allí. Bastante pronto, además, quienes llegaron lo hicieron con una traza humanística, por así decir. Proyectaban sus ciudades con un sentido. Llevaron muy pronto hospitales, universidades, etcétera. Pero es que es algo que también se hacía en España. Era lo que sabían hacer, porque lo habían aprendido durante muchos siglos de Reconquista.

P: Desde el plano más personal, ¿cómo fue la relación entre ambos? ¿Era una relación meramente pragmática, o hubo algo más?

R:
Fue un matrimonio bien engrasado. Se compenetraban muy bien. Para empezar, nace de una historia de amor. Es decir, fue una historia novelesca. Fernando llega a Castilla disfrazado para reunirse con ella y es un príncipe apuesto, que ya tiene experiencia en combate y en la alcoba, pese a su juventud. A Isabel le encantó nada más verlo. A él ella se le presenta casi como la princesa cautiva. Una dama a la que rescatar. Digamos que su amor juvenil favoreció a que funcionase pronto su asociación. Luego vivieron sus crisis, claro. La Concordia de Segovia es alucinante. Isabel tarda bastante en avisar a Fernando de que ha muerto su hermanastro Enrique IV. Y no le avisa tampoco que se ha proclamado reina. Realmente lo que le pasa a ella es que teme que Fernando pueda reclamar sus propios derechos sobre el trono, que también los tenía por ser varón y Trastámara. Todas sus crisis terminan con abogados. Estipulan por escrito las resoluciones de sus negociaciones y después ya se dejan ver por el pueblo como reyes reconciliados. Él tuvo muchas aventuras extramatrimoniales, ella dio muestras de celos en alguna ocasión… Y sin embargo en el plano político se complementaron siempre estupendamente. Digamos que hubo amor, pero siempre subordidado a la realpolitik. Tenían mucha complicidad, por lo visto. Es algo que dejan escrito los cronistas. Los dibujan como dos personas que se hablaban con miradas y que se entendían perfectamente. Y, sobre todo, que consensuaban sus decisiones. Su segunda gran crisis matrimonial llega cuando murió el rey de Francia y Fernando vio abierta la posibilidad de reclamar unos terrenos que tenía en liza Aragón en el Rosellón. ¿Qué pasa? Pues que coincidió con la campaña de Granada, e Isabel no estaba por la labor de dividir fuerzas. Isabel le acabó diciendo algo así como: "Tú haz lo que te dé la gana, que yo me voy a Granada". Y él entendió el mensaje y se fue con ella.

P: Tanto monta, monta tanto, ¿pero monta más Castilla?

R:
Sí, eso es así. No montaba más Isabel, pero es que la desproporción de reinos era tal que su capacidad de negociación era mayor. Al final, es lo que hemos dicho antes. Aragón venía de estar reinando en el Mediterráneo durante mucho tiempo y estaba agotada. Estaba en decadencia. Castilla estaba empezando a florecer. Venía con hambre, por así decir. Y era una de las grandes economías de Europa gracias a la exportación de lana. Así que imagínate. El poder de ambos, además, pese a que tenían un Estado detrás que trataban de construir, se basaba mucho en su título personal. Fernando se debía mucho a su red diplomática, pero era una red suya propia, a la que respondía él por nombre y por afinidades. Si un banquero florentino le daba un crédito se lo daba a él en calidad de amigo. Los embajadores fijos que implantó en las cortes europeas eran amigos suyos también, no burócratas del Estado. De hecho, cuando muere Fernando esa red no funcionó igual. Tuvieron que reconstruirla. Digamos que los dos montaban, pero cada uno con sus herramientas.

 
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