Asedio okupa en dos bloques de Alcorcón: «El clan ha instaurado una dictadura»

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De nuevas con los clanes, un día los McGregor, otro los McDonald... Son escoceses 100% porque barrio o bloque que pillan, vecinos escocíos que dejan
Una pregunta si eso ¿ Y no es delito que la Sareb no cuide sus edificios vacios como debe ?
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Asedio okupa en dos bloques de Alcorcón: «El clan ha instaurado una dictadura»
Los edificios pertenecen a la Sareb, que ha denunciado la usurpación de 16 viviendas y locales y espera la orden de lanzamiento; mientras, los vecinos se sienten con las manos atadas ante la impunidad de los 'inquilinos'
Exterior del edificio okupado en la calle Praga, con algunas ventanas tapiadas

Exterior del edificio okupado en la calle Praga, con algunas ventanas tapiadas GUILLERMO NAVARRO
CARLOTA BARCALA
Madrid

12/10/2023
Actualizado 13/10/2023 a las 04:52h.


En una de las entradas del norte de Alcorcón hay restos de una rata sin cabeza, una paloma muerta y bolsas de sarama en las copas de los árboles. Una zona verde hace tiempo que dejó de serlo para convertirse en un suelo de malas hierbas donde se acumulan latas de cerveza, vasos de plástico, alguna que otra silla rota y papeles esparcidos, como si de un pequeño basurero se tratara. Un Audi rojo de juguete, sin ruedas, 'se refugia' a la sombra de un arbusto y, delante, una pequeña moto destartalada hace tiempo que no tiene dueño que la monte.

Las agujas del reloj marcan el mediodía de un día lectivo cuando un niño de no más de siete años –en bañador y sin camiseta– rueda una bicicleta por la acera, mientras otros –todos menores– se cobijan en los soportales de un edificio tocando las palmas. «Canta, venga, canta», insta un mayor de edad. Es la radiografía de una mañana cualquiera en la calle Praga de Alcorcón, una vía de poco más de cien metros con okupas en los dos únicos edificios de la acera impar. «Es una dictadura», resumen los vecinos del barrio de Parque Oeste-Fuente Cisneros. Hartos, dicen basta a siete años de okupaciones.


Los números 1 y 3 de Praga son dos bloques de ladrillo con ventanas tapiadas, toldos corroídos y grafitis en las zonas bajas que se conocen como 'Las Torres'. Las Torres pertenecen a la Sareb, entidad que se creó en 2012 para absorber los activos inmobiliarios problemáticos y que depende del Gobierno central, aunque desde hace años quien controla el lugar es el clan que se ha asentado y apropiado de los pisos, un asunto judicializado pero cuyas órdenes de lanzamiento no llegan.
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El infierno de los alcorconeros comenzó en 2016, cuando los jovenlandesadores (legales) de Las Torres comenzaron a abandonarlas a medida que ascendía la cuantía que pagaban por el alquiler. Algunos decidieron invertir en una promoción de chalés que se levantó justo enfrente; otros optaron por un arrendamiento más barato. «Los edificios empezaron a vaciarse y en cuanto hubo una oportunidad una persona okupó una vivienda«, recuerda Felipe (nombre ficticio), uno de los portavoces de los habitantes del barrio, que se niegan a dar la cara por temor a represalias. El efecto llamada hizo el resto.

Quién entra y sale
«Ahora es una dictadura total. El clan que está es el más peligroso de todos los que han pasado por aquí», dice el afectado, que no duda en ejemplificar el día a día y la convivencia. «Desde Las Torres controlan quién entra y quién sale del barrio. Tienen fichados nuestros coches, los de nuestras familias... Saben quiénes somos y a qué nos dedicamos. Cualquiera que viene nuevo llama la atención«, continúa Felipe. Y no le falta razón. Solo permiten que el equipo de ABC permanezca diez minutos en el lugar, hasta que son conscientes de su presencia.
–¿Qué hacéis aquí? ¿A qué le haces fotos? –increpa uno de ellos de malos modos–. ¿Voy yo a hacer fotos de tu casa? Fuera de aquí –dice desde una furgoneta, antes de dar la voz de alarma a sus familiares. Es hora de abandonar el enclave.







sarama en los alrededores de los edificios okupados; los jovenlandesadores saliendo de uno de ellos; y animales muertos en el exterior GUILLERMO NAVARRO
Tal es el control que a los vecinos no les permiten aparcar en la calle. «Los coches aparecen rayados o te dan un golpe en señal de que ese sitio es suyo, de que no puedes aparcar. No es la primera vez que viene alguien a visitar a algún vecino, deja ahí el coche y se lo encuentra rayado. Ya hemos tenido discusiones con ellos por eso... La calle es suya, hasta que esto explote«, expone el residente. El clan también roba bicicletas con las que luego ven jugar a los más pequeños de los okupas.
Con su presencia se ha desatado la insalubridad en uno de los barrios más olvidados de Alcorcón, donde se ha originado una plaga de ratas cuyo posible foco es el garaje de estos dos edificios. El ayuntamiento asegura que se ha creado un dispositivo específico en la zona con el fin de «abordar las medidas integrales en materia de limpieza y desratización en las áreas de competencia municipal« y que el garaje ha sido clausurado después de que la Sareb –a quien compete el interior– acometiese una limpieza integral hace un par de semanas con un plan de desratización mediante cebos y trampas.

Con una excavadora también se levantó la tierra, se recogió la sarama y se llevaron media decena de contenedores cargados de desperdicios. Iberdrola les cortó la luz, a la que están enganchados ilegalmente, debido al riesgo de incendio por la presencia de los roedores. Pero la limpieza del lugar poco ha durado y la luz ha vuelto, aunque nadie se explica cómo.
Los vecinos buscan erradicar la inseguridad, aunque denuncian que ninguna administración –ni el ayuntamiento (un tripartito de PSOE, Ganar Alcorcón y Más Madrid) ni la Sareb– les informa de qué pasos dan para poner fin a la presencia de okupas. «Se supone que el ayuntamiento ha puesto una patrulla policial que viene varias veces al día. Disuaden, pero en cuanto la patrulla se va, vuelve la orquesta», explican los jovenlandesadores, que también hablan de «trapicheos».

«De madrugada, hay coches aparcados en doble fila, con gente dentro. No sabemos a ciencia cierta qué hacen, pero lo imaginamos», subrayan, sintiéndose con las manos atadas mientras ellos actúan con total impunidad. No es la primera vez que la Policía efectúa detenciones en los edificios, y temen que tampoco sea la última. «Es el clan más peligroso que ha pasado por aquí», sentencian.

Familias realojadas
Desde la Sareb lo confirman. «Todos los residentes actuales son conflictivos«, dicen fuentes del 'banco malo' consultadas por ABC, que explican que el historial de estos inmuebles es largo. »Desde 2018 trabajamos con los servicios sociales y la Policía Local. Hicimos un examen, vivienda por vivienda, de los que residían en el bloque y once familias, las consideradas vulnerables, fueron realojadas en otros edificios de la Sareb que cuentan con programa de alquiler social«, continúan las mismas fuentes.

La gestora de activos tiene la situación judicializada. «Hay denuncias tanto por la vía civil como por la penal, pero no podemos desokupar sin orden judicial. Necesitamos que la decisión judicial se produzca ya y se dicte orden de lanzamiento para poder echarlos y recuperar el activo. Actualmente hay denunciadas 13 viviendas y tres locales«, añaden. Esa sería la cifra oficial de casas okupadas, con un número indeterminado de habitantes, aunque podría haber más, todos aquellos que no quisieron abrir la puerta a la Sareb cuando acudió a realizar el examen de vulnerabilidad.
Los problemas no solo los sufren los vecinos, sino también negocios cercanos. «Los niños roban servilleteros a cualquier hora. La última es que se pasean y miran si los coches están abiertos para ver si pueden robar algo de dentro«, dice la trabajadora de un comercio, a pocos metros. Su jefe ha sufrido la presencia de los okupas. »Hace tiempo nos robaron unas sillas y cuando fue a preguntar le pidieron dinero para devolvérselas«. En la zona todo es de ellos.

La respuesta de la Sareb y del consistorio no convence a los vecinos que ven cómo la orden de desalojo no llega y la okupación se enquista en una calle de solo cien metros sin que ninguna administración les atienda y responda. «Al final, nos toca a nosotros movilizarnos», dicen resignados, mirando a Las Torres y a unos habitantes que se han hecho con el control del barrio.
 
O trapaceros amantes del flamenco, o jovenlandeses, o ambos.
 
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