Artículo da repelúsnte del Feocojo banderillas contra Vox, en el que alaba a Aznar por traer a 5 millones de latinitos

RazingerZ

Madmaxista
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19 Ene 2023
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Y hacia un socialismo de derechas, como en Francia o Alemania, se dirige fatalmente Vox. Por eso, Buxadé echó de las listas a Rubén Manso, autor del mejor programa económico del partido o a Sánchez del Real. Y por eso no queda, entre los que echaron y los que se han ido, ni un liberal en Vox. Por supuesto, acogido a la autoridad jovenlandesal de Mario Conde, Julio Ariza "El Toro", niega ninguna purga de liberales, en realidad, niega que pase nada en Vox, salvo la animadversión de los medios, a la que también se acogió Iván Espinosa de los Monteros, si no liberal, sí más alfabetizado en materia económica que Buxadé, en esa despedida que algunos llaman elegante. No veo la elegancia de decir ante los periodistas que está seguro de que no han tratado bien a Vox por propia voluntad, sino porque lo imponen sus medios. O sea, que son mercenarios de la pluma, si no, aplaudirían lo que hace Vox. La única excepción habrá sido tratarlo elegantemente, y sólo porque se iba.

El discurso contra "los ricos" del Tercer Vox va más allá del que, con sobrados motivos, aunque no siempre sobrado de argumentos, hacía contra la Agenda 2030, el ruinoso ecologismo impuesto por Bruselas en favor de las multinacionales verdes y sus energías ecosostenibles. He escrito en LD bastantes artículos, el verano pasado una serie de siete, contra esa política, que es, en el fondo, el típico ataque comunista al derecho de propiedad. A ellos me remito. Y remito también a los misacantamos y monaguillos del Vox Dei. Algo aprenderán.

La demagogia contra "los ricos"
Sin embargo, el aplauso del Vox-Dei mediático a la demagógica propuesta de Meloni de una subida fiscal de un 40% a los "beneficios extraordinarios" de los bancos, calcada de las de Sánchez, y que tuvo que corregir al día siguiente tras el derrumbe de la Bolsa, con la excusa de que era sólo a partir del 0´1 de las reservas, prueba que Vox está abandonando lo que lo distinguía de los demás partidos europeos, que era su defensa de la propiedad contra la planificación estatista, en línea con la crítica del primer Vox al paradigma socialdemócrata asumido por Rajoy y Montoro.

Cuando Vox levanta la bandera de la defensa del pequeño comercio contra las grandes superficies, emprende un camino exactamente contrario al del PP de Madrid, el único claramente liberal y con más éxito de toda la derecha española en las últimas décadas. Va también contra la política de Aznar, que dio la bienvenida a la inmi gración masiva hispanoamericana, hasta cinco millones, como hacía Vox hasta que se centró en distinguir a los de dentro y los de fuera, en línea con los partidos de la derecha alternativa. No es que no haya razón de sobra al denunciar el descontrol de fronteras o la inseguridad de las bandas latinas. Es que centrar en eso la política social conduce fatalmente al proteccionismo, que no supone protección del pobre. Y es, sobre todo, abandonar una línea ideológica que siempre fue la de Vox.

En última instancia, esa vuelta a una forma de nacional-sindicalismo o de economía proteccionista y, por tanto, dirigida por el Estado, supondría un verdadero desastre para la derecha social española, esos once millones que se reparten entre PP y Vox, antes entre PP y Ciudadanos, o UCD y AP. Si hay algo indiscutible en los valores de la derecha social es la defensa de la propiedad, del ahorro, del esfuerzo, del mérito y la libertad de mercado, inseparable de los beneficios de la competencia legal y justa. Contra eso va esta deriva populista, mussoliniana, falangista o como se le quiera llamar. Al final, estatolatría, socialismo con agua bendita, nostalgia sindicalista del corporativismo medieval, entre Girón de Velasco y Arrese.

No es de extrañar la animadversión del Vox-Dei a economistas como Juan Ramón Rallo, al que Hermann Tertsch insultó recientemente en Twitter y le respondió llamándole la Derecha llorona -yo diría llorica- e instándole a dimitir del cargo público que disfruta y pagamos todos, antes de atacar a nadie. La verdad es que después de que Abascal quitara la publicidad de Vox del grupo Libertad Digital, salvo un programa al que quiso favorecer y, naturalmente, perjudicó, nada extraña en Vox. Pero esta es una empresa que nació, mucho antes que Vox, para defender la Nación y la Libertad. Lo hemos hecho contra los socialistas de todos los partidos. Y, naturalmente, lo haremos, contra el, por lo visto, ineluctable socialismo nacional de Vox.

P.D. El bochornoso espectáculo de la Derecha

En El retorno de la Derecha explico las dos taras que aquejan a los partidos en que se han repartido los once millones de votos de la Derecha –ocho al PP y tres a Vox-. En el PP, los complejos ante la izquierda; en Vox, su tendencia al sectarismo. Ambos han perdido las elecciones contra Sánchez, unos por no llegar a lo que prometían sus encuestas y otros por incapaces de salir del espíritu de secta, mezcla de soberbia y miedo a la realidad que se refugia en la paranoia. Ninguno ha sido capaz de reconocer que su campaña ha sido mala, aunque la del PP y su Verano Azul es la peor que yo recuerde, y la de Vox, antes y después de las listas, la purga de todo el que pudiera pedir cuentas a Abascal.


Como ambos comparten el desprecio por su base social, que es el problema de fondo, este jueves protagonizaron un espectáculo lamentable, ante la evidencia que al PP le cuesta asumir, de otra legislatura en manos de Sánchez, para liquidar definitivamente Nación y Constitución. Aunque, en este caso, la culpa sea del PP, lo triste es su incapacidad de votar juntos, no para la Mesa del Congreso, sino para parar a Sánchez. Vox culpa al PP y a los medios, a todos, de pedir el "voto útil". Ellos, al parecer, no pidieron el voto. Y el PP culpa a Vox de estorbar para llevarse todos los votos de la derecha. ¡Como si supieran para qué! Los sorayos del PP se repartían ministerios y los opusinos de Vox aguardaban la pedrea, como en las autonomías. Pues nada. Estas Generales no han sido el cuento de la lechera, sino el de dos lecheras fantasiosas.


Feijoó y Abascal parecen en estado de shock. Uno, se veía en la Moncloa; el otro, se veía junto al uno, y con Vox hecho cuartel y sacristía. Ninguno tiene el Poder que pensó, pero los dos tienen algo más importante: defender a su país de sus enemigos y a sus once millones de votantes del intento de expulsarlos de la vida pública. Si unos siguen soñando con el PNV y el eterno giro al centro, y otros con Hungría y la quema de periodistas molestos, estarán idénticamente muertos y nos llevan a la fosa. Como sólo tenemos al PP y a Vox para la defensa de la Ley y de España, hay que pedir a Feijóo y Abascal que dejen de pensar en sí mismos y se prepararen para la guerra que Sánchez y los suyos han declarado a España. Si no son capaces de identificar al enemigo y obrar en consecuencia, sobran ambos.
 
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