Don_Quijote
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Bueno, con el carrito de la compra no, con una alemana de metro ochenta que me ha cautivado, lo que pasa es que yo iba con el carrito de la compra.
YO: 43, ingeniero, residente en Alemania, no alopécico, no rellenito, no mazado.
Iba yo, tras una dura semana de trabajo, al SUPERMERCADO, ya que mi nevera está vacía. Como soy un hombre práctico y no me gusta cargar bolsas pues considero que el ser humano ha podido gozar de las ventajas de las ruedas desde hace miles de años, pues llevava el CARRITO conmigo.
Me he cruzado con una pareja de ALEMANAS, alrededor de la treintena. La rubia, la que no me gustaba, ya había cruzado el muro, pero la otra no. Es de esas de genética delgada, que pueden prolongar el encuentro con el muro bastante tiempo.
A mí me ha parecido una tiarrona, la verdad, un bellezón morboso. Vestida estilosamente, con una figura impecable y con el pelo oscuro y cortito al estilo francés, que es algo que siempre me ha gustado mucho. No te dejan la almohada llena de pelos.
Como no sé ligar en discotecas (a las que no voy), ni sé ligar por internet, yo, cuando ligo, siempre ligo por la calle. Si veo alguna que me gusta, me acerco y le digo algo.
No sé mucho de ligar y me parece que los que se piensan mil excusas para hablarle a una tía, cometen un error. Las mujeres huelen los fingimientos siempre.
Se puede fingir ser un tipo duro, o se puede fingir ser esto, o aquello... y puede funcionar... pero sólo funciona 5 minutos.
Eso lo sé yo hace años, así que, a estas alturas de la vida que me da todo igual, no finjo nada. Digo lo que hay.
Así que me he acercado a la parejita de alemanitas, que caminaba rápido, con prisas, y les he dicho.
- Discúlpenme un momento, por favor.
(Se paran)
- Hola, perdone que la avasalle por la calle... pero es que la he visto pasar y me ha parecido que es usted guapísima, y muy elegante, y no se suelen ver muchas mujeres así, la verdad. Una entre un millón... así que me he dicho: "Tengo que decirle algo porque quizá no vuelva a ver a una mujer así jamás". Y, bueno... ¿Le importa si me presento?
(Sonrisas)
- Me llamo XXX (un nombre muy español, que todo el mundo conoce). Disculpe mi acento. El alemán no es mi lengua materna...
- ¿De dónde eres?
- De España. ¿Y tú?
(Risas)
Y ya. Hemos cruzado cuatro o cinco frases, me ha dicho su nombre, me ha dicho que vive en la ciudad... Y ella, voluntariamente, me ha ofrecido su teléfono sin yo pedírselo, lo cual creo que es una señal positiva. ¿No? Hemos quedado en que le escribo un Whatsapp y ya veremos. Igual quedamos a tomar un café o algo.
Ellas se iban a comer algo... Tenían pinta de haber quedado con más gente, y yo me he ido al super.
He ido al super, he vuelto, he acomodado la compra, he hecho la cena, una llamada de teléfono de curro y luego le escrito el Whatsapp a la alemana...
Ahora a esperar. No responderá inmediatamente, claro... Necesitará hacerse la interesante, como todas... pero ya cuento con ello y no me lo tomo de forma personal. Preveo que responderá mañana por la mañana, yo responderé después de la siesta y nos encontraremos
- el domingo, si le gusto mucho
- la semana que viene, si le gusto poco
Esa es mi previsión, al menos.
El truco de todo esto es hacerlo con galantería... Con ·"charme" como dicen ellos, con encanto... No en plan baboso.
Aquí hay que tener presente que ellas están acostumbradas al hombre alemán, bárbaro, vikingo, bruto... o asexualizado y muerto en vida, que es igualmente decepcionante.
Un hombre de sensibilidades mediterráneas, con ademanes seductores, y que no necesita litros de alcohol para hablarle a dos mujeres solas, es alguien diferente, con bemoles, con cierto estilo y al que no le va a preocupar un carajo el rechazo. La verdad es que, cuando me he acercado a ellas, lo último en lo que pensaba era en la "posibilidad de rechazo". Ni se me ha pasado por la mente. Lo que tenía en la mente era algo así como "tú no te me escapas, chati, quiero tu amor".
Y esas cosas, siempre le gustan a las mujeres.
Aprended, alfillas.
YO: 43, ingeniero, residente en Alemania, no alopécico, no rellenito, no mazado.
Iba yo, tras una dura semana de trabajo, al SUPERMERCADO, ya que mi nevera está vacía. Como soy un hombre práctico y no me gusta cargar bolsas pues considero que el ser humano ha podido gozar de las ventajas de las ruedas desde hace miles de años, pues llevava el CARRITO conmigo.
Me he cruzado con una pareja de ALEMANAS, alrededor de la treintena. La rubia, la que no me gustaba, ya había cruzado el muro, pero la otra no. Es de esas de genética delgada, que pueden prolongar el encuentro con el muro bastante tiempo.
A mí me ha parecido una tiarrona, la verdad, un bellezón morboso. Vestida estilosamente, con una figura impecable y con el pelo oscuro y cortito al estilo francés, que es algo que siempre me ha gustado mucho. No te dejan la almohada llena de pelos.
Como no sé ligar en discotecas (a las que no voy), ni sé ligar por internet, yo, cuando ligo, siempre ligo por la calle. Si veo alguna que me gusta, me acerco y le digo algo.
No sé mucho de ligar y me parece que los que se piensan mil excusas para hablarle a una tía, cometen un error. Las mujeres huelen los fingimientos siempre.
Se puede fingir ser un tipo duro, o se puede fingir ser esto, o aquello... y puede funcionar... pero sólo funciona 5 minutos.
Eso lo sé yo hace años, así que, a estas alturas de la vida que me da todo igual, no finjo nada. Digo lo que hay.
Así que me he acercado a la parejita de alemanitas, que caminaba rápido, con prisas, y les he dicho.
- Discúlpenme un momento, por favor.
(Se paran)
- Hola, perdone que la avasalle por la calle... pero es que la he visto pasar y me ha parecido que es usted guapísima, y muy elegante, y no se suelen ver muchas mujeres así, la verdad. Una entre un millón... así que me he dicho: "Tengo que decirle algo porque quizá no vuelva a ver a una mujer así jamás". Y, bueno... ¿Le importa si me presento?
(Sonrisas)
- Me llamo XXX (un nombre muy español, que todo el mundo conoce). Disculpe mi acento. El alemán no es mi lengua materna...
- ¿De dónde eres?
- De España. ¿Y tú?
(Risas)
Y ya. Hemos cruzado cuatro o cinco frases, me ha dicho su nombre, me ha dicho que vive en la ciudad... Y ella, voluntariamente, me ha ofrecido su teléfono sin yo pedírselo, lo cual creo que es una señal positiva. ¿No? Hemos quedado en que le escribo un Whatsapp y ya veremos. Igual quedamos a tomar un café o algo.
Ellas se iban a comer algo... Tenían pinta de haber quedado con más gente, y yo me he ido al super.
He ido al super, he vuelto, he acomodado la compra, he hecho la cena, una llamada de teléfono de curro y luego le escrito el Whatsapp a la alemana...
Ahora a esperar. No responderá inmediatamente, claro... Necesitará hacerse la interesante, como todas... pero ya cuento con ello y no me lo tomo de forma personal. Preveo que responderá mañana por la mañana, yo responderé después de la siesta y nos encontraremos
- el domingo, si le gusto mucho
- la semana que viene, si le gusto poco
Esa es mi previsión, al menos.
El truco de todo esto es hacerlo con galantería... Con ·"charme" como dicen ellos, con encanto... No en plan baboso.
Aquí hay que tener presente que ellas están acostumbradas al hombre alemán, bárbaro, vikingo, bruto... o asexualizado y muerto en vida, que es igualmente decepcionante.
Un hombre de sensibilidades mediterráneas, con ademanes seductores, y que no necesita litros de alcohol para hablarle a dos mujeres solas, es alguien diferente, con bemoles, con cierto estilo y al que no le va a preocupar un carajo el rechazo. La verdad es que, cuando me he acercado a ellas, lo último en lo que pensaba era en la "posibilidad de rechazo". Ni se me ha pasado por la mente. Lo que tenía en la mente era algo así como "tú no te me escapas, chati, quiero tu amor".
Y esas cosas, siempre le gustan a las mujeres.
Aprended, alfillas.
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