10 practicas habituales en la cocina que te pueden dar de baja de la suscripción de la vida


1. Guardar los bemoles en la puerta de la nevera


El huevo es uno de los alimentos más susceptibles de presentar microorganismos patógenos como la salmonela, la bacteria que más brotes causa en España. "Al pasar por la cloaca del pollo, un orificio por donde también se desechan las heces, este alimento entra en contacto con muchos microbios", explica el tecnólogo de alimentos Mario Sánchez. Pese a que la parte comestible está protegida por una cáscara, esta es muy sensible a los cambios de temperatura. Por ello, no es aconsejable colocar los bemoles en la puerta de la nevera, que se abre y cierra continuamente y, por tanto, expone al alimento a temperaturas distintas. "Los fabricantes de frigoríficos nos han convencido de que ese es su lugar agregando espacios con forma ovalada en la puerta, pero está totalmente desaconsejado. Lo mejor es conservarlos en los estantes intermedios o superiores", recomienda Sánchez.




Los bemoles deben guardarse en los estantes intermedios y superiores de la nevera


Precisamente por la porosidad de la cáscara del huevo, también está desaconsejado lavarlos con agua, porque pueden absorber la suciedad del exterior. Los expertos recomiendan guardarlos en la nevera sin lavar y, si presentan mucha suciedad, retirarla con un cepillo o unas gotitas de agua justo antes de cocinarlos.




2. No consumir la mayonesa casera al momento


Aunque los guardemos en el lugar correcto de la nevera y no los limpiemos con agua, los bemoles pueden seguir presentando salmonela. ¿Cómo evitarlo? Cociéndolos a más de 65 °C, que es la única manera de acabar con esas bacterias. En el caso de las elaboraciones con huevo crudo, como la mayonesa o la tortilla poco cuajada, deberemos consumirlas al momento para evitar posibles intoxicaciones. "Si tengo una mayonesa durante horas a temperatura ambiente, la salmonela se irá multiplicando y es más fácil que nos enferme", advierte Lluís Riera, tecnólogo de alimentos y director de la consultoría Saia. Cuando esté lista, lo mejor es usarla y guardarla en la nevera. "Si la hemos preparado al mediodía no hay problema con consumirla de noche (siempre que la conservemos de la forma adecuada). Pero en frío tampoco nos aguantará mucho más", añade.

Mayonesa

Las elaboraciones con huevo crudo deben consumirse al momento

Getty Images


3. Dejar comida cocinada a temperatura ambiente


¿Y podemos dejar las elaboraciones que no incluyan huevo crudo a temperatura ambiente? Tampoco. "A veces se quedan horas en la encimera o el horno, como si fuera un armario para comida. Eso facilita que los microorganismos proliferen, un crecimiento que solo se detiene a temperaturas superiores a 65 °C o inferiores a 4 °C", señala la tecnóloga de alimentos y dietista-nutricionista Beatriz Robles. No es conveniente guardar la comida todavía caliente en el refrigerador, ya que podría dañar el electrodoméstico y echar a perder el resto de alimentos almacenados. Pero las sobras no deben estar en el exterior más de dos horas (y no se debería superar la hora en verano).




Las sobras no deberían estar a temperatura ambiente más de dos horas


Para enfriar alguna elaboración rápidamente, Riera recomienda meter el recipiente donde se ha cocinado (ollas, cazuelas...) en el fregadero con hielo. Cambiar la comida de envase también puede ayudar a que baje antes de temperatura.




4. Lavar el pollo bajo el grifo


Puede parecer un alimento que es necesario desinfectar antes de cocinar, pero no se aconseja lavar el pollo bajo el grifo. "Con eso solo conseguiremos repartir las bacterias presentes en la carne por todo el fregadero, aumentando las posibilidades de contaminar otros alimentos y utensilios de cocina", señala Sánchez. El pollo, concretamente, puede contener Campylobacter, la bacteria que según la Autoridad Europea de Seguridad Alimentaria (EFSA, por sus siglas en inglés) más intoxicaciones provoca. "Limpiarlo es incensario si lo cocinamos a más de 65 °C", insiste el experto.

No en todos los súpers tienen pollo congelado

El pollo puede presentar 'Campylobacter'

Getty Images/iStockphoto


5. Dejar la bayeta durante mucho tiempo en remojo


Las bayetas y estropajos también pueden convertirse en un nido de microorganismos y contaminar otros utensilios de la cocina si no se desinfectan correctamente. Dejarlos en remojo durante horas no es buena idea, ya que facilita la aparición de microbios, que se desarrollan mejor y más rápido en entornos húmedos. "Se recomienda hervir las bayetas y secarlas, o sumergirlas en agua con lejía una media hora", explica Lluís Riera. El agua mejor que esté fría, dice este experto, porque en caliente este producto de limpieza pierde su poder desinfectante.


Por otro lado, cuando la bayeta o el estropajo se tornan viscosos, deben ir directos a la sarama. Esa textura es la prueba de que se ha desarrollado un biofilm o, lo que es lo mismo, una colonia de bacterias organizadas por jerarquías que son muy difíciles de eliminar y que pueden ser nocivas.


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6. Descongelar a temperatura ambiente



Otra mala práctica en la cocina que puede hacernos enfermar es descongelar los alimentos en la encimera. Como ya se ha comentado, las bacterias crecen fácil y rápidamente entre los 4 y los 65 °C, y pueden echar a perder el producto. La mejor manera de descongelar es dejar el alimento en la nevera y que suba de temperatura poco a poco. "Así también evitaremos que se dañe la textura y la pieza se mantenga mejor", explica Robles. El microondas es otra opción si no disponemos de tiempo, pero el producto se puede cocer parcialmente.




7. Usar utensilios de madera


Dicen que los utensilios de madera no rayan las sartenes, que es difícil quemarse con ellos, porque no son conductores de calor, y que dan un aspecto más acogedor a la cocina. Sus bondades, sin embargo, no compensan sus peligros, advierte Sánchez. "Es un material que asociamos a la tradición y a la cocina de la abuela, pero es muy poco adecuado desde el punto de vista de la seguridad alimentaria. Esto se explica porque, como es poroso, absorbe los jugos de los alimentos, que se quedan atrapados en el utensilio y facilitan la aparición de microorganismos". Tampoco se pueden lavar en el lavavajillas, porque la humedad favorece que crezcan estos microbios, y desinfectarlos correctamente es complicado.

El uso de utensilios de madera es habitual en muchos hogares españoles

La porosidad de la madera dificulta su limpieza

Getty Images/iStockphoto


8. No vigilar con la contaminación cruzada


Se conoce como contaminación cruzada el paso de bacterias de un alimento a otro, por contacto directo o a través de utensilios y superficies. "Puede darse, por ejemplo, al utilizar una tabla de cortar para trocear una carne y unos tomates. Haciendo esto, los microorganismos de un alimento pasarán al otro, y si el tomate se toma en crudo, podríamos intoxicarnos", señala Beatriz Robles. También puede suceder si cascamos un huevo en el recipiente donde lo vamos a batir: los microbios de la cáscara impregnarán el bol, contaminando la yema.




9. Desinfectar mal las verduras


Las verduras que vamos a comer en crudo, en ensaladas o sopas frías, deben desinfectarse correctamente. Y lavarlas con agua no es suficiente. "Primero hay que ponerlas bajo el grifo para acabar con la suciedad más visible y después dejarlas en remojo en un recipiente con agua y unas gotitas de lejía alimentaria (el envase suele indicar la cantidad exacta). Por último, se vuelven a lavar con agua y ya se pueden consumir", explica Riera. Si la idea es trocearlas, mejor hacerlo una vez estén limpias, porque al cortar la verdura, es más sencillo que se contamine con bacterias del exterior. Este paso no es necesario en el caso de las verduras de bolsa que ya vienen desinfectadas.

Recipiente de lechuga pasado por agua

Las verduras que vayamos a consumir en crudo deben desinfectarse

Getty Images/iStockphoto


10. Llevarnos la comida al trabajo a temperatura ambiente


Cocinar la comida un día antes y llevárnosla al día siguiente al trabajo puede ayudarnos a comer más sano, pero es clave saber cómo transportarla hasta la oficina si no queremos que se eche a perder. "Las bolsas isotérmicas nos van a venir bien para mantener la temperatura, pero una vez lleguemos al puesto de trabajo, debe ir directa a la nevera", señala Robles. Si no tenemos frigorífico, la experta recomienda colocar bloques de hielo en la bolsa. Por otro lado, hay algunas elaboraciones que es mejor tomar en casa recién hechas, como las ensaladillas con mayonesa casera. "Como esta salsa lleva huevo crudo, se puede contaminar más fácilmente", advierte. La fruta, por otro lado, es recomendable que nos la llevemos entera. "Si la cortamos, exponemos la pulpa a posibles contaminaciones", concluye.
Acoger un mena y que cuando estes en la cocina coja un cuchillo y práctique el medievo con tu ojo ciego.
 
lgtb. Yo en la cocina no entro más que a beber agua por la noche y no eso. Eso es sitio de la mujer.
 

1. Guardar los bemoles en la puerta de la nevera


El huevo es uno de los alimentos más susceptibles de presentar microorganismos patógenos como la salmonela, la bacteria que más brotes causa en España. "Al pasar por la cloaca del pollo, un orificio por donde también se desechan las heces, este alimento entra en contacto con muchos microbios", explica el tecnólogo de alimentos Mario Sánchez. Pese a que la parte comestible está protegida por una cáscara, esta es muy sensible a los cambios de temperatura. Por ello, no es aconsejable colocar los bemoles en la puerta de la nevera, que se abre y cierra continuamente y, por tanto, expone al alimento a temperaturas distintas. "Los fabricantes de frigoríficos nos han convencido de que ese es su lugar agregando espacios con forma ovalada en la puerta, pero está totalmente desaconsejado. Lo mejor es conservarlos en los estantes intermedios o superiores", recomienda Sánchez.




Los bemoles deben guardarse en los estantes intermedios y superiores de la nevera


Precisamente por la porosidad de la cáscara del huevo, también está desaconsejado lavarlos con agua, porque pueden absorber la suciedad del exterior. Los expertos recomiendan guardarlos en la nevera sin lavar y, si presentan mucha suciedad, retirarla con un cepillo o unas gotitas de agua justo antes de cocinarlos.




2. No consumir la mayonesa casera al momento


Aunque los guardemos en el lugar correcto de la nevera y no los limpiemos con agua, los bemoles pueden seguir presentando salmonela. ¿Cómo evitarlo? Cociéndolos a más de 65 °C, que es la única manera de acabar con esas bacterias. En el caso de las elaboraciones con huevo crudo, como la mayonesa o la tortilla poco cuajada, deberemos consumirlas al momento para evitar posibles intoxicaciones. "Si tengo una mayonesa durante horas a temperatura ambiente, la salmonela se irá multiplicando y es más fácil que nos enferme", advierte Lluís Riera, tecnólogo de alimentos y director de la consultoría Saia. Cuando esté lista, lo mejor es usarla y guardarla en la nevera. "Si la hemos preparado al mediodía no hay problema con consumirla de noche (siempre que la conservemos de la forma adecuada). Pero en frío tampoco nos aguantará mucho más", añade.

Mayonesa

Las elaboraciones con huevo crudo deben consumirse al momento

Getty Images


3. Dejar comida cocinada a temperatura ambiente


¿Y podemos dejar las elaboraciones que no incluyan huevo crudo a temperatura ambiente? Tampoco. "A veces se quedan horas en la encimera o el horno, como si fuera un armario para comida. Eso facilita que los microorganismos proliferen, un crecimiento que solo se detiene a temperaturas superiores a 65 °C o inferiores a 4 °C", señala la tecnóloga de alimentos y dietista-nutricionista Beatriz Robles. No es conveniente guardar la comida todavía caliente en el refrigerador, ya que podría dañar el electrodoméstico y echar a perder el resto de alimentos almacenados. Pero las sobras no deben estar en el exterior más de dos horas (y no se debería superar la hora en verano).




Las sobras no deberían estar a temperatura ambiente más de dos horas


Para enfriar alguna elaboración rápidamente, Riera recomienda meter el recipiente donde se ha cocinado (ollas, cazuelas...) en el fregadero con hielo. Cambiar la comida de envase también puede ayudar a que baje antes de temperatura.




4. Lavar el pollo bajo el grifo


Puede parecer un alimento que es necesario desinfectar antes de cocinar, pero no se aconseja lavar el pollo bajo el grifo. "Con eso solo conseguiremos repartir las bacterias presentes en la carne por todo el fregadero, aumentando las posibilidades de contaminar otros alimentos y utensilios de cocina", señala Sánchez. El pollo, concretamente, puede contener Campylobacter, la bacteria que según la Autoridad Europea de Seguridad Alimentaria (EFSA, por sus siglas en inglés) más intoxicaciones provoca. "Limpiarlo es incensario si lo cocinamos a más de 65 °C", insiste el experto.

No en todos los súpers tienen pollo congelado

El pollo puede presentar 'Campylobacter'

Getty Images/iStockphoto


5. Dejar la bayeta durante mucho tiempo en remojo


Las bayetas y estropajos también pueden convertirse en un nido de microorganismos y contaminar otros utensilios de la cocina si no se desinfectan correctamente. Dejarlos en remojo durante horas no es buena idea, ya que facilita la aparición de microbios, que se desarrollan mejor y más rápido en entornos húmedos. "Se recomienda hervir las bayetas y secarlas, o sumergirlas en agua con lejía una media hora", explica Lluís Riera. El agua mejor que esté fría, dice este experto, porque en caliente este producto de limpieza pierde su poder desinfectante.


Por otro lado, cuando la bayeta o el estropajo se tornan viscosos, deben ir directos a la sarama. Esa textura es la prueba de que se ha desarrollado un biofilm o, lo que es lo mismo, una colonia de bacterias organizadas por jerarquías que son muy difíciles de eliminar y que pueden ser nocivas.


Lee también

Las señales que te indican cuándo debes cambiar tus táperes
Hada Macià
Horizontal
6. Descongelar a temperatura ambiente



Otra mala práctica en la cocina que puede hacernos enfermar es descongelar los alimentos en la encimera. Como ya se ha comentado, las bacterias crecen fácil y rápidamente entre los 4 y los 65 °C, y pueden echar a perder el producto. La mejor manera de descongelar es dejar el alimento en la nevera y que suba de temperatura poco a poco. "Así también evitaremos que se dañe la textura y la pieza se mantenga mejor", explica Robles. El microondas es otra opción si no disponemos de tiempo, pero el producto se puede cocer parcialmente.




7. Usar utensilios de madera


Dicen que los utensilios de madera no rayan las sartenes, que es difícil quemarse con ellos, porque no son conductores de calor, y que dan un aspecto más acogedor a la cocina. Sus bondades, sin embargo, no compensan sus peligros, advierte Sánchez. "Es un material que asociamos a la tradición y a la cocina de la abuela, pero es muy poco adecuado desde el punto de vista de la seguridad alimentaria. Esto se explica porque, como es poroso, absorbe los jugos de los alimentos, que se quedan atrapados en el utensilio y facilitan la aparición de microorganismos". Tampoco se pueden lavar en el lavavajillas, porque la humedad favorece que crezcan estos microbios, y desinfectarlos correctamente es complicado.

El uso de utensilios de madera es habitual en muchos hogares españoles

La porosidad de la madera dificulta su limpieza

Getty Images/iStockphoto


8. No vigilar con la contaminación cruzada


Se conoce como contaminación cruzada el paso de bacterias de un alimento a otro, por contacto directo o a través de utensilios y superficies. "Puede darse, por ejemplo, al utilizar una tabla de cortar para trocear una carne y unos tomates. Haciendo esto, los microorganismos de un alimento pasarán al otro, y si el tomate se toma en crudo, podríamos intoxicarnos", señala Beatriz Robles. También puede suceder si cascamos un huevo en el recipiente donde lo vamos a batir: los microbios de la cáscara impregnarán el bol, contaminando la yema.




9. Desinfectar mal las verduras


Las verduras que vamos a comer en crudo, en ensaladas o sopas frías, deben desinfectarse correctamente. Y lavarlas con agua no es suficiente. "Primero hay que ponerlas bajo el grifo para acabar con la suciedad más visible y después dejarlas en remojo en un recipiente con agua y unas gotitas de lejía alimentaria (el envase suele indicar la cantidad exacta). Por último, se vuelven a lavar con agua y ya se pueden consumir", explica Riera. Si la idea es trocearlas, mejor hacerlo una vez estén limpias, porque al cortar la verdura, es más sencillo que se contamine con bacterias del exterior. Este paso no es necesario en el caso de las verduras de bolsa que ya vienen desinfectadas.

Recipiente de lechuga pasado por agua

Las verduras que vayamos a consumir en crudo deben desinfectarse

Getty Images/iStockphoto


10. Llevarnos la comida al trabajo a temperatura ambiente


Cocinar la comida un día antes y llevárnosla al día siguiente al trabajo puede ayudarnos a comer más sano, pero es clave saber cómo transportarla hasta la oficina si no queremos que se eche a perder. "Las bolsas isotérmicas nos van a venir bien para mantener la temperatura, pero una vez lleguemos al puesto de trabajo, debe ir directa a la nevera", señala Robles. Si no tenemos frigorífico, la experta recomienda colocar bloques de hielo en la bolsa. Por otro lado, hay algunas elaboraciones que es mejor tomar en casa recién hechas, como las ensaladillas con mayonesa casera. "Como esta salsa lleva huevo crudo, se puede contaminar más fácilmente", advierte. La fruta, por otro lado, es recomendable que nos la llevemos entera. "Si la cortamos, exponemos la pulpa a posibles contaminaciones", concluye.
Dicen que los utensilios de madera no rayan las sartenes, que es difícil quemarse con ellos, porque no son conductores de calor, y que dan un aspecto más acogedor a la cocina. Sus bondades, sin embargo, no compensan sus peligros, advierte Sánchez. "Es un material que asociamos a la tradición y a la cocina de la abuela, pero es muy poco adecuado desde el punto de vista de la seguridad alimentaria. Esto se explica porque, como es poroso, absorbe los jugos de los alimentos, que se quedan atrapados en el utensilio y facilitan la aparición de microorganismos". Tampoco se pueden lavar en el lavavajillas, porque la humedad favorece que crezcan estos microbios, y desinfectarlos correctamente es complicado.

Esto es directamente MENTIRA.
Precisamente la madera es antibacteriana (bactericida natural).

Are Wooden Boards Hygienic?

Contrary to popular belief, wooden boards are inherently antibacterial. As an organic material, the natural cellulose contained in wood actively destroys bacteria both on its surface and deeply embedded within its fibres. Hardwoods in particular such as ash, beech, birch and elm can not only resist micro-organisms but effectively have the ability to clean themselves.

This does not guarantee that your wooden boards are always safe for serving food, until they are thoroughly cleaned. Read below for in-depth advice on the best cleaning procedures for your wooden boards.


Until the invention of plastic, wood was overwhelmingly used for food preparation- and for good reason! Wood has consistently shown the ability to halt the growth of and kill harmful bacteria that comes in contact with its surface. As moisture is naturally drawn into the board, bacteria are unable to multiply and die as a result. It’s been shown that both new and well-maintained older boards maintain this ability.

Y tú augusto sin estudios repites como un loro lo que el augusto lorito dice para meter miedo.

Daís ardor de estomago estúpidos, soís incompetentes y os creéeis inteligentes por repetiros los unos a los otros.
 
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