remosinganas
Madmaxista
http://www.diariosur.es/prensa/20070517/portada/okupa-traje-familia-halla_20070517.html
MÁLAGA
'Okupa' con traje: una familia halla al agente inmobiliario instalado en su piso
La familia vive en Vitoria, por lo que le confió a una agencia de Torremolinos la gestión del alquiler de su casa. Durante unas recientes vacaciones descubrieron que el director de la oficina y un amigo se habían instalado allí.
SORPRESA. Agripina Martín muestra la documentación de su apartamento y la sentencia hebre*cial.
PUENTE. Cuatro días de vacaciones por delante. «Venga, nos vamos al apartamento de la playa». Agripina Martín, su marido, Armando, su hija y su yerno, residentes en Vitoria, hacen las maletas y se suben al coche. No sin antes llamar en varias ocasiones a la inmobiliaria a la que confiaron las llaves para que les alquilara el piso por temporadas, para cerciorarse de que no había ningún inquilino en la casa. Pero no hubo respuesta.
La familia tiene un piso en el complejo residencial La Sirena, en la avenida Carlota Alessandri, 148, en Torremolinos. La agencia, ya cerrada, estaba enfrente. Pero las vacaciones no iban a resultar como esperaban. Varias horas de carretera después llegaron a la Costa del Sol. «Nos encontramos al portero, y nos dijo que teníamos gente en casa. Nos quedamos en estado de 'shock'», explica Agripina.
Mientras debatían cómo actuar en una cafetería cercana, sus dudas se despejaron casi por arte de magia. «El guarda nos dijo que tenían una moto de color y por casualidad los vimos salir. Eran dos y enseguida reconocí al dueño de la inmobiliaria al que le había dejado las llaves para que me lo alquilara», explica, todavía ofendida a pesar del tiempo transcurrido.
Al momento, el grupo subió al al piso y abrió la puerta con su llave. La estampa que se encontraron era cuanto menos desagradable. «Estaba todo muy sucio y desordenado, y era como si hubieran trasladado todo lo que había en la inmobiliaria a la casa». En cuestión de minutos, Armando cambió el bombín de la cerradura. «Teníamos guardado el antiguo en un cajón de cuando compramos el piso».
Regresan
El siguiente paso fue llamar a la Policía Local de Torremolinos. «Mi marido y yo vamos a poner la denuncia y se quedan mi hija y mi yerno dentro». Apenas tres horas después, los supuestos inquilinos vuelven a casa y se encuentran que todo ha cambiado. «Llamaron al timbre diciendo que ellos vivían allí. Comentan incluso que ¿yo les había alquilado el piso! En comisaría me llamó mi hija y la policía mandó una patrulla. Subimos acompañados por los agentes y nos encontramos al de la inmobiliaria fuera, porque el otro al parecer no tiene papeles y se había marchado». Al llegar, el ocupante asegura que le ha mandado un talón y un contrato precisamente ese día, algo que en el juicio posterior resultó ser falso, y fue detenido.
Pero no queda ahí la historia. Por la noche, al volver de cenar, se encuentran en la calle al segundo compañero. «Le reconocí enseguida. Quiso entrar en el bloque pero le cerramos, y entonces se pone a llamar insistentemente al timbre, y dice que él vive allí». Por lo que volvieron a llamar a la policía. Minutos después otra patrulla lo detuvo en los alrededores.
A la mañana siguiente, lo que iba a ser una relajada escapada a las playas mediterráneas se debatió entre un juicio rápido en Torremolinos y la retirada de los trastos que sus jovenlandesadores habían dejado. «Estuvimos todo el día limpiando, recogiendo cosas en bolsas de papelera sólo para poder dormir. La casa estaba de pena». Por la tarde, agentes escoltaron a los teóricos inquilinos para que recogieran sus cosas. «La Policía Local se ha portado de maravilla», dice Agripina.
Temor a alquilar
Para colmo, el juicio rápido no fue suficiente y tuvieron que volver con posterioridad a Málaga para una nueva vista. «De todo esto no he sacado nada más que quebraderos de cabeza y gastos, viajes en avión, nervios y trabajo».
En esta ocasión, los dos hombres fueron condenados a pagar una multa de 2.880 euros por un delito de usurpación, al considerar el tribunal que se apropiaron de la vivienda, cuyas llaves le había dejado la propietaria a uno de ellos, que era director de una inmobiliaria, para que le gestionase su alquiler. «Los dos hombres se instalaron en el piso en febrero sin conocimiento ni consentimiento de su propietaria», añade la sentencia.
Agripina ha alquilado el piso -esta vez por su cuenta- porque lo necesita para hacer frente a la hipoteca, pero reconoce que tiene miedo. «Dios mío, a ver quien se va a meter. Siempre te queda la cosa de 'y si...' Lo que más me molesta es que se aprovechen de nuestra confianza».
SIN PALABRAS
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MÁLAGA
'Okupa' con traje: una familia halla al agente inmobiliario instalado en su piso
La familia vive en Vitoria, por lo que le confió a una agencia de Torremolinos la gestión del alquiler de su casa. Durante unas recientes vacaciones descubrieron que el director de la oficina y un amigo se habían instalado allí.
SORPRESA. Agripina Martín muestra la documentación de su apartamento y la sentencia hebre*cial.
PUENTE. Cuatro días de vacaciones por delante. «Venga, nos vamos al apartamento de la playa». Agripina Martín, su marido, Armando, su hija y su yerno, residentes en Vitoria, hacen las maletas y se suben al coche. No sin antes llamar en varias ocasiones a la inmobiliaria a la que confiaron las llaves para que les alquilara el piso por temporadas, para cerciorarse de que no había ningún inquilino en la casa. Pero no hubo respuesta.
La familia tiene un piso en el complejo residencial La Sirena, en la avenida Carlota Alessandri, 148, en Torremolinos. La agencia, ya cerrada, estaba enfrente. Pero las vacaciones no iban a resultar como esperaban. Varias horas de carretera después llegaron a la Costa del Sol. «Nos encontramos al portero, y nos dijo que teníamos gente en casa. Nos quedamos en estado de 'shock'», explica Agripina.
Mientras debatían cómo actuar en una cafetería cercana, sus dudas se despejaron casi por arte de magia. «El guarda nos dijo que tenían una moto de color y por casualidad los vimos salir. Eran dos y enseguida reconocí al dueño de la inmobiliaria al que le había dejado las llaves para que me lo alquilara», explica, todavía ofendida a pesar del tiempo transcurrido.
Al momento, el grupo subió al al piso y abrió la puerta con su llave. La estampa que se encontraron era cuanto menos desagradable. «Estaba todo muy sucio y desordenado, y era como si hubieran trasladado todo lo que había en la inmobiliaria a la casa». En cuestión de minutos, Armando cambió el bombín de la cerradura. «Teníamos guardado el antiguo en un cajón de cuando compramos el piso».
Regresan
El siguiente paso fue llamar a la Policía Local de Torremolinos. «Mi marido y yo vamos a poner la denuncia y se quedan mi hija y mi yerno dentro». Apenas tres horas después, los supuestos inquilinos vuelven a casa y se encuentran que todo ha cambiado. «Llamaron al timbre diciendo que ellos vivían allí. Comentan incluso que ¿yo les había alquilado el piso! En comisaría me llamó mi hija y la policía mandó una patrulla. Subimos acompañados por los agentes y nos encontramos al de la inmobiliaria fuera, porque el otro al parecer no tiene papeles y se había marchado». Al llegar, el ocupante asegura que le ha mandado un talón y un contrato precisamente ese día, algo que en el juicio posterior resultó ser falso, y fue detenido.
Pero no queda ahí la historia. Por la noche, al volver de cenar, se encuentran en la calle al segundo compañero. «Le reconocí enseguida. Quiso entrar en el bloque pero le cerramos, y entonces se pone a llamar insistentemente al timbre, y dice que él vive allí». Por lo que volvieron a llamar a la policía. Minutos después otra patrulla lo detuvo en los alrededores.
A la mañana siguiente, lo que iba a ser una relajada escapada a las playas mediterráneas se debatió entre un juicio rápido en Torremolinos y la retirada de los trastos que sus jovenlandesadores habían dejado. «Estuvimos todo el día limpiando, recogiendo cosas en bolsas de papelera sólo para poder dormir. La casa estaba de pena». Por la tarde, agentes escoltaron a los teóricos inquilinos para que recogieran sus cosas. «La Policía Local se ha portado de maravilla», dice Agripina.
Temor a alquilar
Para colmo, el juicio rápido no fue suficiente y tuvieron que volver con posterioridad a Málaga para una nueva vista. «De todo esto no he sacado nada más que quebraderos de cabeza y gastos, viajes en avión, nervios y trabajo».
En esta ocasión, los dos hombres fueron condenados a pagar una multa de 2.880 euros por un delito de usurpación, al considerar el tribunal que se apropiaron de la vivienda, cuyas llaves le había dejado la propietaria a uno de ellos, que era director de una inmobiliaria, para que le gestionase su alquiler. «Los dos hombres se instalaron en el piso en febrero sin conocimiento ni consentimiento de su propietaria», añade la sentencia.
Agripina ha alquilado el piso -esta vez por su cuenta- porque lo necesita para hacer frente a la hipoteca, pero reconoce que tiene miedo. «Dios mío, a ver quien se va a meter. Siempre te queda la cosa de 'y si...' Lo que más me molesta es que se aprovechen de nuestra confianza».
SIN PALABRAS