Noticia: La odisea de los universitarios por encontrar un piso: “me han pedido 1.100 euros por un zulo sin ventanas”

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La odisea de los universitarios por encontrar un piso: “Me han pedido 1.100 euros por un zulo sin ventanas”​

En el último año, los alquileres han subido hasta un 14% en los barrios con más estudiantes. Las viviendas se rentan en promedio en menos de tres días​

Lucía Pascua frente a un bloque de pisos en León, el 30 de agosto.
Lucía Pascua frente a un bloque de pisos en León, el 30 de agosto.Emilio Fraile
Denisse LópezLaura Delle Femmine
Madrid - 02 SEPT 2024 - 05:45 CEST





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A Lucía Pascua, de 22 años, le llegaron a pedir 1.100 euros por lo que ella describe como “un zulo sin ventanas que tenía dos habitaciones del tamaño de un armario grande y habían conseguido meter una cama dentro”. Originaria de León, ha venido por un año a Madrid a estudiar un máster en geopolítica, defensa y seguridad. Su experiencia buscando piso en la capital ha sido traumática a causa de las crecientes dificultades para encontrar alquiler en zonas cercanas a las universidades. El problema no es únicamente el precio, sino la creciente demanda que obliga a los jóvenes a pagar fianzas que superan lo razonable o aceptar cláusulas irregulares por la desesperación de no encontrar un sitio donde vivir. El problema ya no está en encontrar un apartamento asequible, la tensión afecta incluso al alquiler de habitaciones donde también se encuentran precios disparatados.
Entre julio del año pasado y este, los alquileres se han disparado hasta un 14% en los barrios con mayor presencia universitaria, según datos proporcionados por Fotocasa. De acuerdo al portal inmobiliario, este repunte se debe al aumento de la demanda en zonas ya de por sí tensionadas por la escasa oferta. En efecto, en los últimos 10 años, el número de alumnos ha ido aumentando paulatinamente hasta alcanzar en el curso 2022-2023 los 1,7 millones de estudiantes en el Sistema Universitario Español, según cifras del Ministerio de Universidades. La mayor cantidad de matriculados se concentra en Madrid, Cataluña, la Comunidad Valenciana y Andalucía, precisamente los territorios en los que los barrios académicos han repuntado entre un 7% y un 14,5% en cuestión de un año.
“La demanda sobrepasa de manera tan considerable la oferta que en estos momentos los propietarios se encuentran en posición de elegir entre un gran número de candidatos. Esto ha dado lugar a los castings, en los que los inquilinos compiten por la vivienda ofreciendo su mejor perfil”, reconoce María Matos, portavoz del portal inmobiliario. Eso es precisamente lo que le ocurrió a Rebeca Álvarez, quien tuvo que proporcionar su perfil de Instagram a una agencia antes de poder visitar los apartamentos que ofrecían. “Lo más incómodo fue que una chica que me enseñó uno de los pisos dudó que yo fuera española y no me trató muy bien en la visita. Obviamente, no me quedé ahí”, explica la joven de 21 años.

En cuestión de una semana, Rebeca visitó más de una veintena de casas en busca de una habitación que cuadrara con su presupuesto máximo: 500 euros que debe abonar cada mes en efectivo. Lo cogió al instante por miedo a perder la oferta. “Me decían que tenía que darme prisa porque tenían mucha gente, así que no lo pensé más”. Su miedo era justificado; las agencias inmobiliarias han detectado en este año más de 30 contactos por anuncio de media. En Madrid y Barcelona superan los 50 contactos, especialmente en estos meses en los que el país se encuentra a las puertas del nuevo curso. La oferta dura en promedio menos de tres días y en Santiago de Compostela, donde hay una especial escasez, llega a alquilarse en 24 horas.
“La oferta es evidentemente insuficiente. Es precisamente por esto que el Gobierno se está planteando exigirle a las universidades privadas de nueva implantación que cuenten con una residencia estudiantil propia desde el momento de su creación”, recuerda José García Montalvo, catedrático en la Universidad Pompeu Fabra de Barcelona. En su opinión, la demanda seguirá en aumento, por lo que resulta urgente idear mecanismos que cubran estas necesidades estudiantiles. Sergio Cardona, analista del Observatorio del Alquiler, corrobora que es en esta época, agosto y septiembre, cuando hay una mayor demanda. “Pero a nivel general hay una escasez de oferta, tanto si analizamos viviendas completas como habitaciones. Habría que construir más, pero no es fácil ni rápido”, señala. Un asunto sobre el cual también el Banco de España ha llamado la atención: calcula que hacen falta 600.000 viviendas hasta 2025 para paliar el déficit de inmuebles que sufre el país.

Freno a la emancipación​

Lograr un alojamiento compartido también se ha convertido en una carrera de obstáculos para aquellos que están dando sus primeros pasos en el mundo del trabajo, muchas veces con sueldos bajos y contratos precarios. Es el caso de Jesús Delgado, sevillano, que a sus 24 años acaba de terminar una beca laboral en una empresa situada en la periferia de Madrid y ha decidido mudarse a una zona más céntrica. Tras más de un mes de búsqueda infructuosa por internet, en el que vio cuartos en mal estado —”pequeños, sin ventana ni calefacción”, enumera— y por encima de su presupuesto, ha encontrado a través de unos amigos una habitación por 500 euros en un piso que compartirá con otras seis personas y la amenaza, por contrato, de acabar en la calle si montan una fiesta de más de 20 personas.
“Al principio busqué un piso con una amiga para compartir entre los dos, pero fue imposible. De vivir solo, ni hablar”, relata. “Ahora tengo que pagar 1.500 euros del tirón, dos meses al casero y uno a la inmobiliaria, además del aval. Lo ponen mis padres, porque yo no tengo pasta. Y menos mal que tengo esa suerte, si no, no podría vivir aquí en Madrid”. Algo que les ocurre a otros compañeros de su círculo, donde el tema alquiler es recurrente. “A muchos amigos de Sevilla les gustaría vivir en Madrid, pero no les compensa pagar la mitad de su sueldo por una habitación”.
Esa dinámica centrípeta que mueve cada a vez más población hacia las grandes ciudades y capitales de provincia es uno de los factores que ha contribuido a calentar los precios de las rentas —aunque no es la única razón—, explica Cardona. El observatorio, articulado por la Fundación Alquiler Seguro y la Universidad Rey Juan Carlos, elabora un barómetro según el cual el precio medio del alquiler este año será un 50% superior al de 2019, de unos 1.069 euros mensuales. En el mismo periodo, la oferta de pisos en alquiler se ha reducido en más de un 20%, contribuyendo a tensionar el mercado: la previsión es de unas 750.000 unidades este ejercicio, cuando antes de la esa época en el 2020 de la que yo le hablo se contaban más de 980.000.
Cardona también señala la ley de vivienda y otras regulaciones, por ejemplo la limitación de precios en Cataluña, como factores que reducen la oferta potencial de alquiler residencial. Otro elemento de peso son pisos turísticos, sobre todo en barrios céntricos de grandes ciudades como Madrid y Barcelona —que suponen el 35% del total del mercado del alquiler— y en destinos muy turísticos.
“Hay mucha gente que, gracias a la educación pública, consigue una buena formación pese a que venga de una familia pobre. Pero si hay otras barreras en los sitios donde están los trabajos buenos, como la vivienda, igual no se pueden aprovechar tanto de las oportunidades”, reflexiona Javier Soria, investigador en Harvard y director del centro de investigación Laboratorio de Oportunidades. “Cuando se enfrentan al mercado del trabajo se chocan con la realidad y no consiguen ese ascenso social”.

El bum de las residencias universitarias​

También el sector de las residencias universitarias está que arde. En los últimos años ha vivido un bum y todo apunta a que la tendencia se mantendrá, pues las plazas disponibles, aunque hayan aumentado un 8,5% en el último año, no son suficientes para abarcar la creciente demanda. En 2023, había 111.420 camas repartidas entre 1.100 residencias universitarias y colegios mayores, según datos recopilados por la firma de servicios inmobiliario JLL, que destaca el creciente apetito inversor por el sector.

Durante el curso 2021-22, unos 388.000 alumnos se matricularon en una universidad ubicada en un sitio distinto a su lugar de residencia, un 3,5% más que el año antes. “Hace unos años era difícil que un estudiante pensara quedarse en una residencia. Ahora la demanda es cada vez mayor”, dice Javier Ríos, responsable de residenciasuniversitarias.es, un comparador que reúne más de 650 residencias y colegios mayores tanto en España como en las principales ciudades europeas, por un total de unas 120.000 plazas. “Los precios han subido, pero menos que los apartamentos, entre un 5% y un 10% en los últimos dos años y medio, aunque depende del lugar. Las tarifas en las principales ciudades van desde 500 euros al mes a otras muy exclusivas que pueden alcanzar los 3.000 euros”.

Tatiana Aneiros, directora de Operaciones en Resa, una de las empresas líder en el sector de residencias para estudiantes —con 42 centros en 22 ciudades—, confirma que la demanda está al alza, tanto que abrirán entre este año y el próximo un nuevo inmueble en Madrid y otro en Valladolid. “Hay factores externos que están empujando. Los estudiantes españoles tienen más interés en ir a la universidad y están ganando peso los alumnos internacionales”, apunta. “Y encontrar piso compartido es complicado”, zanja.
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Pues veo una gran renuncia, pero de verdad.

Universidades vacías, oficinas sin empleados, funcionarios sólo en pequeñas ciudades.

De hecho, este verano se ha empezado a renunciar al terraceo, y eso es el verdadero canario en la mina español.

Se viene un hostión peor que el de 2008, por desmemoriados y iluso, y es que después de la inflación sin aumento real de sueldos la gente va a empezar a renunciar a muchas cosas, y en un sistema basado en la fe, dinero fiduciario, la gran renuncia es lo peor que puede pasar.
 
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