MACAL
Madmaxista
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Soy funcionario docente de la Xunta (de amiguetes de la CIGA) de Galicia desde hace 16 años. Antes, y durante algunos años, trabajé en varias empresas del ámbito privado. Y digo trabajar. Algunas eran nefastas en organización y dirección, pero a diferencia de la Administración Pública donde se gasta el dinero del contribuyente, aquí son particulares o socios quienes arriesgan sus cuartos y las pueden gestionar como les apetezca. Otras, en cambio, eran auténticos modelos de gestión empresarial, generalmente dirigidas por individuos motivados y que motivaban aunque los proyectos que desarrollásemos fuesen repetitivos y/o aburridos. Había un denominador común de ambas: ser productivos de una manera o de otra. La productividad en la cosa pública es palabra maldita. Si la mencionas te tachan de neoliberal, capitalista y no se cuantas idioteces más.
En la docencia pública entré como entran todos, o casi todos, por concurso-oposición y por insistencia de un familiar. Para todos aquellos que no lo sepan, lo del concurso es un montaje creado para mayor gloria de los afiliados a los sindicatos para enchufar a los incapaces de preparar unos temas, con la excusa de que como son interinos no pueden trabajar y estudiar a la vez. ¿Y el resto de los mortales?
La tarde en que me tocó la famosa "encerrona" que es donde te la juegas, tuve suerte. Era una tarde soporífera de Julio, y creo que los del tribunal hartos de escuchar a opositores toda la mañana, y debido al calor y las ganas de siesta después de comer, me sellaron el pasaporte a la vida padre. Y vaya si es la vida padre.
En el funcionariado docente, y en general en cualquier ámbito de la cosa pública, es donde existe el mayor número de vagos e inútiles, entre los cuales al final me he tenido que incluir, por metro cuadrado sin temor a equivocarme un ápice. Esta afirmación se basa en el día a día que vivo. Evidentemente hay excepciones. Yo mismo empecé con muchas ilusiones, con ganas de trabajar y con grandes ideas. En apenas quince días, la indolencia y la apatía que encontré a mi alrededor me las echaron abajo. El ser humano por su naturaleza e instinto de supervivencia se adapta al medio, y en mi caso no pudo ser de otra manera. Evidentemente no todo es el desierto, siempre te encuentras a alguien, que se rebelaba contra esa situación y echaba horas, trabajo y esfuerzo con alumnos y familias. Pero son los menos y siempre acaban con los años, hartos. Supongo que ocurre en todos los ámbitos de la función pública. Hasta incluso en la privada, con la diferencia que aquí te ponen de patitas en la calle o pasas por el despacho de tu superior.
La función pública española es un sistema administrativo copiado del sistema francés. Francia como bien sabeís es un país donde papá estado se encarga de todo y de todos. Así les va. Su productividad es de las peores de Europa, junto con la nuestra, y su deficit público ya ni digamos. Solo les salva q tienen empresas punteras en el ámbito industrial y tecnológico. También su narcisismo.
El otro día leí una encuesta donde se afirmaba que el 70% de los alumnos de empresariales querían ser funcionarios. shishi, pensé que se estudiaba empresariales para ser empresario o gestor de una empresa. Lo de la universidad española merece algún día un capítulo aparte.
Saco a colación esta encuesta para que se reflexione el porque todos queremos ser funcionarios. Desengañémonos: para no dar ni golpe.
Bueno. Tengo una clase.
FIN CAPITULO PRIMERO
En la docencia pública entré como entran todos, o casi todos, por concurso-oposición y por insistencia de un familiar. Para todos aquellos que no lo sepan, lo del concurso es un montaje creado para mayor gloria de los afiliados a los sindicatos para enchufar a los incapaces de preparar unos temas, con la excusa de que como son interinos no pueden trabajar y estudiar a la vez. ¿Y el resto de los mortales?
La tarde en que me tocó la famosa "encerrona" que es donde te la juegas, tuve suerte. Era una tarde soporífera de Julio, y creo que los del tribunal hartos de escuchar a opositores toda la mañana, y debido al calor y las ganas de siesta después de comer, me sellaron el pasaporte a la vida padre. Y vaya si es la vida padre.
En el funcionariado docente, y en general en cualquier ámbito de la cosa pública, es donde existe el mayor número de vagos e inútiles, entre los cuales al final me he tenido que incluir, por metro cuadrado sin temor a equivocarme un ápice. Esta afirmación se basa en el día a día que vivo. Evidentemente hay excepciones. Yo mismo empecé con muchas ilusiones, con ganas de trabajar y con grandes ideas. En apenas quince días, la indolencia y la apatía que encontré a mi alrededor me las echaron abajo. El ser humano por su naturaleza e instinto de supervivencia se adapta al medio, y en mi caso no pudo ser de otra manera. Evidentemente no todo es el desierto, siempre te encuentras a alguien, que se rebelaba contra esa situación y echaba horas, trabajo y esfuerzo con alumnos y familias. Pero son los menos y siempre acaban con los años, hartos. Supongo que ocurre en todos los ámbitos de la función pública. Hasta incluso en la privada, con la diferencia que aquí te ponen de patitas en la calle o pasas por el despacho de tu superior.
La función pública española es un sistema administrativo copiado del sistema francés. Francia como bien sabeís es un país donde papá estado se encarga de todo y de todos. Así les va. Su productividad es de las peores de Europa, junto con la nuestra, y su deficit público ya ni digamos. Solo les salva q tienen empresas punteras en el ámbito industrial y tecnológico. También su narcisismo.
El otro día leí una encuesta donde se afirmaba que el 70% de los alumnos de empresariales querían ser funcionarios. shishi, pensé que se estudiaba empresariales para ser empresario o gestor de una empresa. Lo de la universidad española merece algún día un capítulo aparte.
Saco a colación esta encuesta para que se reflexione el porque todos queremos ser funcionarios. Desengañémonos: para no dar ni golpe.
Bueno. Tengo una clase.
FIN CAPITULO PRIMERO
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