Las buenas intenciones de la clase blanca, heterosexual y dominante

planpatriota

Baneado
Desde
17 Feb 2017
Mensajes
13.531
Reputación
21.197
Lugar
SPAIN
Déjame salir es la clase de película que tenía ganas de ver desde hace tiempo. Va de un oscuro invitado a una fiesta de blancos: tal acontecimiento no lo explica mejor el periodismo ni la ficción, sino el género fantástico. Sólo desde ese prisma puede entenderse una película de miedo en la que el mayor momento de terror se produce cuando un hombre blanco y progresista dice que hubiera votado a Obama para un tercer mandato.

Por supuesto no mentía: lo hubiera hecho. También los invitados a su fiesta: matrimonios blancos y ricos, tolerantes, acogedores. Todos despliegan en la conversación con el protagonista un racismo casi clínico, resultado no de la hostilidad hacia el diferente sino de la amabilidad con él, su integración. O sea, el reconocimiento de que está excluido.

Se trata del racismo involuntario de quien cree que el oscuro se va a sentir mejor hablando de cosas de personas de color: una forma exótica de cortesía. Con tal voluntad de hacer que se sienta cómodo que, cuando un hombre le dice que se dedica al golf, añade que conoce a Tiger Woods. Por un momento parece que va a preguntarle si él también lo conoce, como aquel personaje de Aquí no hay quien viva que, enterado de que su vecino es gays, le dice: “Entonces tienes que conocer a mi sobrino, que también vive en Madrid”.

Esa escena de la película refleja con exactitud el fenómeno de las buenas intenciones de la clase blanca, heterosexual y dominante sobre las demás. Cuando en el afán de que una transexual se sienta a gusto se hace girar la conversación sobre su sesso entre proclamas de libertad y tolerancia, como si en lugar de un amigo se le estuviese presentando un terapeuta. Casos especialmente graves en el periodismo, cuando parece imposible desligar el mérito del entrevistado de su raza, sesso o religión si estas condiciones son minoritarias.

Con una actriz, científica, escritora y etcétera pierde el entrevistador —yo también— dos o tres preguntas sobre algo tan insólito como el haber nacido mujer; preguntas —las mías también— a menudo bienintencionadas y paternalistas que tienen por objetivo trasladarle solidaridad sin reparar en lo ridículo, y machista, que resulta cuando nadie la ha pedido. Y así con personas de color, lesbianas o pagapensiones a los que con frecuencia su condición eclipsa su trabajo sin saber si les apetece hacer causa en ese momento.

El protagonista de Déjame salir lo comprueba en una fiesta de final insólito. Miren la película. Lo que hacen con él es lo que parece que vamos a hacer nosotros cuando en lugar de una persona parece que nos han presentado un prototipo

Prejuicios: Votar a Obama | Opinión | EL PAÍS
 
M

Miembro eliminado 2827

Guest
Déjame salir es la clase de película que tenía ganas de ver desde hace tiempo. Va de un oscuro invitado a una fiesta de blancos: tal acontecimiento no lo explica mejor el periodismo ni la ficción, sino el género fantástico. Sólo desde ese prisma puede entenderse una película de miedo en la que el mayor momento de terror se produce cuando un hombre blanco y progresista dice que hubiera votado a Obama para un tercer mandato.

Por supuesto no mentía: lo hubiera hecho. También los invitados a su fiesta: matrimonios blancos y ricos, tolerantes, acogedores. Todos despliegan en la conversación con el protagonista un racismo casi clínico, resultado no de la hostilidad hacia el diferente sino de la amabilidad con él, su integración. O sea, el reconocimiento de que está excluido.

Se trata del racismo involuntario de quien cree que el oscuro se va a sentir mejor hablando de cosas de personas de color: una forma exótica de cortesía. Con tal voluntad de hacer que se sienta cómodo que, cuando un hombre le dice que se dedica al golf, añade que conoce a Tiger Woods. Por un momento parece que va a preguntarle si él también lo conoce, como aquel personaje de Aquí no hay quien viva que, enterado de que su vecino es gays, le dice: “Entonces tienes que conocer a mi sobrino, que también vive en Madrid”.

Esa escena de la película refleja con exactitud el fenómeno de las buenas intenciones de la clase blanca, heterosexual y dominante sobre las demás. Cuando en el afán de que una transexual se sienta a gusto se hace girar la conversación sobre su sesso entre proclamas de libertad y tolerancia, como si en lugar de un amigo se le estuviese presentando un terapeuta. Casos especialmente graves en el periodismo, cuando parece imposible desligar el mérito del entrevistado de su raza, sesso o religión si estas condiciones son minoritarias.

Con una actriz, científica, escritora y etcétera pierde el entrevistador —yo también— dos o tres preguntas sobre algo tan insólito como el haber nacido mujer; preguntas —las mías también— a menudo bienintencionadas y paternalistas que tienen por objetivo trasladarle solidaridad sin reparar en lo ridículo, y machista, que resulta cuando nadie la ha pedido. Y así con personas de color, lesbianas o pagapensiones a los que con frecuencia su condición eclipsa su trabajo sin saber si les apetece hacer causa en ese momento.

El protagonista de Déjame salir lo comprueba en una fiesta de final insólito. Miren la película. Lo que hacen con él es lo que parece que vamos a hacer nosotros cuando en lugar de una persona parece que nos han presentado un prototipo

Prejuicios: Votar a Obama | Opinión | EL PAÍS

Ahí está la clave, todo depende de si les apetece ó no hacer causa de su condición.

Si al oscuro, trans, homo, mujer, jovenlandés ... le apetece hacer "patria" de su condición entonces los comentarios que recalcan su pertenencia a una minoría oprimida son bienvenidos y, en este caso , no recalcar el hecho "diferencial" puede considerarse : racismo, machismo, transfobia, islamofobia etc ...

Pero si al oscuro, trans, homo, mujer, jovenlandés ... no le apetece en ese instante explotar su condición de "minoría oprimida" cualquier comentario por bienintencionado que sea sobre su condición de pertenencia a esa minoría, se considera ... racismo, machismo , transfobia, islamofobia etc ...

Así que un hecho y su contrario puede ser considerado ofensivo, exclusivamente en función de las intenciones que el sujeto "oprimido" tenga en cada instante.

El colmo de esto, es que si tu hombre-blanco-heterosexual advertido de esa circunstancia, extremas la precaución al hablar para evitar caer en ninguna de esas "trampas" de lo políticamente correcto, entonces también puedes ser acusado de : racista, machista, transfobo etc ... por no comportarte de forma natural en presencia de uno de estos "seres de luz" .


El problema aquí está precisamente en hacer causa política de la pertenencia a una minoría, a una religión ó a un fenotipo determinado .
 

Orgelmeister

Madmaxista
Desde
27 May 2008
Mensajes
13.042
Reputación
30.822
Ahí está la clave, todo depende de si les apetece ó no hacer causa de su condición.

Si al oscuro, trans, homo, mujer, jovenlandés ... le apetece hacer "patria" de su condición entonces los comentarios que recalcan su pertenencia a una minoría oprimida son bienvenidos y, en este caso , no recalcar el hecho "diferencial" puede considerarse : racismo, machismo, transfobia, islamofobia etc ...

Pero si al oscuro, trans, homo, mujer, jovenlandés ... no le apetece en ese instante explotar su condición de "minoría oprimida" cualquier comentario por bienintencionado que sea sobre su condición de pertenencia a esa minoría, se considera ... racismo, machismo , transfobia, islamofobia etc ...

Así que un hecho y su contrario puede ser considerado ofensivo, exclusivamente en función de las intenciones que el sujeto "oprimido" tenga en cada instante.

El colmo de esto, es que si tu hombre-blanco-heterosexual advertido de esa circunstancia, extremas la precaución al hablar para evitar caer en ninguna de esas "trampas" de lo políticamente correcto, entonces también puedes ser acusado de : racista, machista, transfobo etc ... por no comportarte de forma natural en presencia de uno de estos "seres de luz" .


El problema aquí está precisamente en hacer causa política de la pertenencia a una minoría, a una religión ó a un fenotipo determinado .
No veo más solución que el apartheid. Y cómo ésto no se puede practicar pública ni legalmente, pues se tendrá que hacer a título personal, subliminalmente y bajo manga. Relacionarte sólo con los de tu cuerda e intentar evitar cualquier sujeto "minoritario" al que le preceda fama de cojonero.

Una vez más, el incentivo no sólo pervierte el fin, sino que consigue el efecto contrario.
 
Última edición: