chusto
Madmaxista
No deja de ser una fantasia pero no me cabe la menor duda que todo lo que hay detras de el Rubius y otros youtubers famosos es lo que cuenta este relato. Ahi lo dejo madafakas!!!
La verdad sobre
Año 2006.
Rubén llega a las oficinas de You Tube España. Un señor con chaqueta, una gran sonrisa y corbata le recibe en su despacho. Es norteamericano, pero habla español perfectamente.
—Hola Rubén —le saluda— ¿O prefieres que te llame “el Rubius”?
—¡Oh! ¡Sabe mi nick!
—Te preguntarás porqué te hemos llamado. Al fin y al cabo no eres nadie, los vídeos que subes a nuestra plataforma no tienen ni 200 visitas.
—Pues sí, me extraña muchísimo que me hayáis llamado. Estoy flipando.
—¿Qué me dirías si te dijera que yo puedo hacerte super famoso?
—¿Cómo?
—No tienes más que firmar este contrato —dijo el norteamericano extendiéndole un papel—. Es un contrato de confidencialidad.
—¿En qué consiste?
—Poco a poco iremos inflando tus videos con millones de visitas. Te las daremos nosotros. También te daremos millones de suscriptores y te publicitaremos por todos los medios de comunicación. Da igual lo que subas. Por muy hez que sean tus videos siempre tendrán un mínimo de 8 millones de visitas. Te pagaremos unos cuantos miles de euros a cambio de tu silencio y de que grabes un par de videos semanales. Es un contrato de por vida. ¿Te apetece?
—¡Claro! Pero… ¿Por qué? ¿Por qué yo?
—Es un nuevo timo mundial que nos hemos inventado los norteamericanos. Vamos a extender la mentira del “sueño americano” por todo el planeta. Vamos a ampliar nuestra mano de obra con empresas que pagan con humo. Nuestro propósito es que dentro de menos de 10 años el 50% de la población con internet esté trabajando para nosotros sin darse cuenta. Desde un español a un vietnamita. Por Facebook, por Twitter, por el You Tube, Google, Amazon… Contigo, por ejemplo, conseguiremos que, en España, cientos de miles de desgraciados se pasen el día subiendo vídeos para conseguir ser como tú. Nosotros pondremos publicidad en todos los videos que esos miles de badulaques no paran de producir, subir y cedernos. A cambio, les pagaremos una limosna. Ellos no conseguirán nunca ser como tú, está claro. Porque tú serás mentira. Pero entre todos esos cientos de miles de badulaques que han picado, alcanzaremos millones de visitas reales que venderemos a las marcas. Conseguiremos que todos los oficinistas del mundo se “peguen” al Facebook, se obsesionen con el Twitter, se vuelvan locos por tener miles de seguidores, que creen perfiles que no paran de visitar y actualizar para nosotros, compulsiva y gratuitamente: pondremos publicidad al lado de cada actualización que hagan, cobraremos pasta a las empresas por anunciarse al lado de una foto en la que una usuaria de nuestras redes sociales salga en bikini, en la playa o esperando el metro, tras salir de la oficina. Pondremos publicidad al lado de las fotos de los estados en los que se informe que “mi madre ha fallecido hoy por culpa del cáncer” o al lado de la primera foto que se saca a un hijo recién nacido. No pararemos de ganar pasta. A los usuarios no les daremos nada. Les venderemos teléfonos a 700 euros para que no paren de visitar y actualizar sus páginas, para que no paren de darnos millones de visitas y suban las fotos y videos que nos regalan en HD. De paso, venderemos sus emails e información privada a empresas de datos. Crearemos Amazon, para ganar dinero de todos los que sueñan con vivir de escribir. Todos los escritores nos dejarán vender sus libros a cambio de 1 euro. ¿Nos ayudas?
—Eh… no me parece muy bien…
—¿Qué futuro te espera si no aceptas Rubén? ¿Sabes cómo vive tu generación?… Sin esperanzas, en casa de sus padres hasta los 70 años… Si no aceptas tú, aceptará otro. Y créeme: cuando pasen 10 años y le veas por la televisión, llorando por culpa de la fama, sin poder decir cuanto dinero gana, por no poder contarle a nadie la verdad, te arrepentiras de haber sido tan burro. ¡Querrás tú tener esos problemas!
—Ok, ok. De acuerdo.
—Recuerda. No puedes decir a nadie que tu éxito es falso ni lo que ganas. Si lo haces, te mataremos. Sólo puedes concluir el contrato de un modo: suicidándote.
—Ok.
El Rubius firmó.
Y así estamos.
La verdad sobre
Año 2006.
Rubén llega a las oficinas de You Tube España. Un señor con chaqueta, una gran sonrisa y corbata le recibe en su despacho. Es norteamericano, pero habla español perfectamente.
—Hola Rubén —le saluda— ¿O prefieres que te llame “el Rubius”?
—¡Oh! ¡Sabe mi nick!
—Te preguntarás porqué te hemos llamado. Al fin y al cabo no eres nadie, los vídeos que subes a nuestra plataforma no tienen ni 200 visitas.
—Pues sí, me extraña muchísimo que me hayáis llamado. Estoy flipando.
—¿Qué me dirías si te dijera que yo puedo hacerte super famoso?
—¿Cómo?
—No tienes más que firmar este contrato —dijo el norteamericano extendiéndole un papel—. Es un contrato de confidencialidad.
—¿En qué consiste?
—Poco a poco iremos inflando tus videos con millones de visitas. Te las daremos nosotros. También te daremos millones de suscriptores y te publicitaremos por todos los medios de comunicación. Da igual lo que subas. Por muy hez que sean tus videos siempre tendrán un mínimo de 8 millones de visitas. Te pagaremos unos cuantos miles de euros a cambio de tu silencio y de que grabes un par de videos semanales. Es un contrato de por vida. ¿Te apetece?
—¡Claro! Pero… ¿Por qué? ¿Por qué yo?
—Es un nuevo timo mundial que nos hemos inventado los norteamericanos. Vamos a extender la mentira del “sueño americano” por todo el planeta. Vamos a ampliar nuestra mano de obra con empresas que pagan con humo. Nuestro propósito es que dentro de menos de 10 años el 50% de la población con internet esté trabajando para nosotros sin darse cuenta. Desde un español a un vietnamita. Por Facebook, por Twitter, por el You Tube, Google, Amazon… Contigo, por ejemplo, conseguiremos que, en España, cientos de miles de desgraciados se pasen el día subiendo vídeos para conseguir ser como tú. Nosotros pondremos publicidad en todos los videos que esos miles de badulaques no paran de producir, subir y cedernos. A cambio, les pagaremos una limosna. Ellos no conseguirán nunca ser como tú, está claro. Porque tú serás mentira. Pero entre todos esos cientos de miles de badulaques que han picado, alcanzaremos millones de visitas reales que venderemos a las marcas. Conseguiremos que todos los oficinistas del mundo se “peguen” al Facebook, se obsesionen con el Twitter, se vuelvan locos por tener miles de seguidores, que creen perfiles que no paran de visitar y actualizar para nosotros, compulsiva y gratuitamente: pondremos publicidad al lado de cada actualización que hagan, cobraremos pasta a las empresas por anunciarse al lado de una foto en la que una usuaria de nuestras redes sociales salga en bikini, en la playa o esperando el metro, tras salir de la oficina. Pondremos publicidad al lado de las fotos de los estados en los que se informe que “mi madre ha fallecido hoy por culpa del cáncer” o al lado de la primera foto que se saca a un hijo recién nacido. No pararemos de ganar pasta. A los usuarios no les daremos nada. Les venderemos teléfonos a 700 euros para que no paren de visitar y actualizar sus páginas, para que no paren de darnos millones de visitas y suban las fotos y videos que nos regalan en HD. De paso, venderemos sus emails e información privada a empresas de datos. Crearemos Amazon, para ganar dinero de todos los que sueñan con vivir de escribir. Todos los escritores nos dejarán vender sus libros a cambio de 1 euro. ¿Nos ayudas?
—Eh… no me parece muy bien…
—¿Qué futuro te espera si no aceptas Rubén? ¿Sabes cómo vive tu generación?… Sin esperanzas, en casa de sus padres hasta los 70 años… Si no aceptas tú, aceptará otro. Y créeme: cuando pasen 10 años y le veas por la televisión, llorando por culpa de la fama, sin poder decir cuanto dinero gana, por no poder contarle a nadie la verdad, te arrepentiras de haber sido tan burro. ¡Querrás tú tener esos problemas!
—Ok, ok. De acuerdo.
—Recuerda. No puedes decir a nadie que tu éxito es falso ni lo que ganas. Si lo haces, te mataremos. Sólo puedes concluir el contrato de un modo: suicidándote.
—Ok.
El Rubius firmó.
Y así estamos.