Se está liando parda en Yemen

La complejidad de la sociedad yemení no permite en modo alguno
análisis unilaterales. Estas líneas intentan aclarar algunos de los aspectos
de la realidad yemení.

Yemen está caracterizado por el antagonismo tradicional en las relaciones
estado-sociedad. La sociedad yemenita tiene una serie de características y
factores que pueden incidir en esa dirección. Así, el modo de producción
agrícola está todavía basado en sistemas antiguos de explotación de la
tierra; la religión predominante es el islamismo, con la presencia de
sunníes y zaydíes; finalmente, la estructura social está basada
principalmente en un sistema tribal.

Estas claves, junto a las antagónicas relaciones entre los dos estados
existentes antes de la unificación, han ayudado también a acentuar la poca
consolidación del estado dentro de la sociedad yemenita. Estos factores
culturales, históricos y religiosos han caracterizado a esa sociedad,
produciendo dos diferentes tipos de fragmentación. Por un lado entre el
estado y la sociedad, y por otro una fragmentación dentro de la propia
sociedad.

De esta forma nos encontramos conceptos antagónicos: norte /sur;
tribus/ciudades; Zaydi/Shafií; modernistas/tradicionales.... Cada división
contiene sus propias subdivisiones, que pueden dificultar aún más una
unidad social básica. Bajo estas condiciones y con una élite política
autoperpetuándose, el estado ha fallado al intentar establecer una
hegemonía ideológica.

La década de los noventa trajo consigo acontecimientos transcendentales
para la configuración del país tal y como lo conocemos hoy en día. La
unificación creó el estado más poblado de la Península Arábiga, con más de
quince millones de habitantes y acabó con dos regímenes diferentes. Pero
dio lugar a una guerra civil, a cuya conclusión surgió el actual Yemen.
La situación económica del país se ha visto protagonizada por una crisis
motivada por varios factores. El tardío descubrimiento del petróleo le dejó
en clara desventaja con sus vecinos. El pobre desarrollo industrial le hizo
depender de las industrias extranjeras, y la Guerra del Golfo también tuvo
una repercusión muy negativa sobre su población.

La invasión de Kuwait por parte de Irak se produjo tres meses después de la
unificación del país. Los lazos que existían entre Yemen e Irak se
contrapusieron a la importante presencia de trabajadores yemeníes en los
países del Golfo, especialmente en Arabia Saudí. Ante este dilema, Yemen
condenó la invasión de Kuwait, al tiempo que se opuso a cualquier
intervención occidental en el área.

El 29 de noviembre se votó en el Consejo de Seguridad de las Naciones
Unidas la resolución 678, doce países votaron a favor, dos (Cuba y Yemen)
lo hicieron en contra, y China se abstuvo. Minutos después de que Yemen
votase en contra de la resolución, un alto diplomático estadounidense llamó
al embajador yemení y le dijo que «éste ha sido el voto más caro que has
votado nunca». A los pocos días, Estados Unidos bloqueó el programa de
ayuda a Yemen, considerado entonces como uno de los países más pobres del
mundo, por valor de 70 millones de dólares; el Banco Mundial y el Fondo
Monetario Internacional también se movieron para bloquear más préstamos
para el país. Y además, cerca de 800.000 trabajadores yemeníes fueron
expulsados inmediatamente de Arabia Saudí. Esta última medida supuso un
duro golpe para la economía yemení. Por un lado, dejó de ingresar las
cantidades que esos trabajadores enviaban a su país, además de tener que
hacer frente a la presencia de los mismos en un mercado laboral fuertemente
castigado por las sanciones y la situación de crisis económica que se
estaba viviendo. El paro alcanzó unas cifras muy peligrosas de cara a
mantener una mínima estabilidad interior, y la situación social del país se
vio fuertemente alterada.

Prospecciones de petróleo

Hoy en día la situación económica en Yemen ofrece algunos datos que
permiten esbozar una cierta esperanza de recuperación. Por un lado, las
prospecciones de petróleo, aunque modestas en un principio, van a mejorar
la economía del país, como también lo harán las importantes bolsas de gas
que se están descubriendo y explotando. A ello hay que añadir el desarrollo
de la industria pesquera, la creación de una importante zona industrial en
torno al puerto de Adén y la posibilidad de volver a exportar mano de obra
a otros países, tal y como se hacía antes de la por estos días recordada
crisis del Golfo.

Una frontera en litigio

Yemen y Arabia Saudí tienen una de las mayores fronteras sin definir
definitivamente en el mundo. Una zona de montañas y desierto, donde al
parecer se están produciendo recientemente los descubrimientos de petróleo
más importantes. Esta situación trae consigo continuos enfrentamientos
entre ambos países, unas luchas que han producido varios muertos en los
últimos años.

Está bastante extendida la opinión de que la monarquía saudí, al igual que
otras de la zona, está incómoda con el experimento democrático que tiene
lugar en Yemen. No podemos olvidar que Yemen es el único país de la
Península Arábiga con un gobierno de estilo democrático. Existen algunas
fuentes que apuntan la posibilidad de que Arabia Saudí esté intentando
sabotear el régimen yemení, a través de la intimidación en la frontera en
litigio e impulsando movimientos de protesta dentro del propio Yemen..
La presión de Arabia Saudí también se extiende a las compañías extranjeras
que están colaborando en la prospección y explotación de petróleo. Algunas
han abandonado la zona sometidas a fuertes chantajes. Los datos que señalan
a esa zona en litigio como una de las zonas con más futuro económico (gas y
petróleo) están también sobre la mesa del conflicto.

Antes de la unificación, Yemen también era observado con temor por sus
vecinos. No podemos olvidar que en Yemen del Sur existía un régimen que se
declaraba marxista-leninista, y esto ponía los pelos de punta a las
acomodadas y conservadoras monarquías de la zona.

Tampoco podemos olvidarnos de la importancia geoestratégica de la zona, y
más concretamente de cara a Arabia Saudí, que buscará mantener un corredor
que dé salida a su petróleo hacia los diferentes países receptores
mundiales. Hay que recordar que ese país no controla ninguna de las vías
principales de la zona, y que todas ellas son vulnerables a un bloqueo
estratégico y militar: El estrecho de Hormuz en el Golfo, y el Canal de
Suez y Bab al- Mandab en el mar Rojo.

Un sistema tribal

La importancia de las tribus en el conjunto de Yemen va a ser un factor
clave a la hora de intentar encontrar una razón poderosa de cara a la
crisis estatal en ese país. El papel que va a desempeñar el sistema tribal
es un claro impedimento para el asentamiento definitivo de la autoridad del
Estado por todo el país. Las relaciones entre éste y las tribus están
caracterizadas por dos elementos: la percepción tribal que separa identidad
nacional del concepto de estado soberano, y la alineación de las tribus con
sus líderes que ejercen el poder político en el centro. Esto da lugar a dos
situaciones concretas: el Estado se coloca en el centro y las tribus en la
periferia.

Esta situación muestra también que el problema no es la construcción
nacional; todos los miembros de las diferentes tribus se sienten yemeníes,
sino que la clave está en la construcción del Estado. Algo que todavía no
se ha producido en Yemen y que puede producir esos vacíos de poder en
determinados momentos.

La mayoría de las noticias que nos llegan de este precioso país suelen
estar relacionadas con los secuestros que tienen lugar en Yemen por parte
de las tribus. Si bien es cierto que se producen una media de cuarenta
secuestros al año, los secuestros que se llevan a cabo contra extranjeros
guardan unas características comunes.

Con esa medida las tribus buscan presionar al Gobierno para poder lograr
algunos avances para su zona. Así, en ocasiones se trata de reivindicar la
construcción de un hospital, de una carretera... Cuando el secuestro tiene
lugar contra extranjeros, la mayoría de las veces éstos son personal de las
multinacionales que se encuentran explotando los recursos del país; en
alguna ocasión se ha tratado de secuestros de diplomáticos, y también de
turistas. Si exceptuamos la muerte de cuatro de éstos en un intento del
Gobierno por rescatarlos, el desenlace de los demás ha sido pacífico.
Lo cierto es que siendo Yemen un país donde gran parte de la población
porta armas de fuego por la calle, llaman poderosamente la atención los
escasos incidentes armados que tienen lugar. Además, el pasear por sus
calles y relacionarse con sus gentes lejos de suponer una peligrosa
actividad es un paso a recomendar a todo aquél o aquella que quiera
realizarlo.
Txente Rekondo es miembro del Gabinete Vasco de Análisis Internacional.- GAIN