La Experiencia
Ruperto Gómez advirtió a Jeremy Narby: Sábado volveré. El viernes esté preparado, no coma sal ni gordura, sólo un pedacito de mandioca hervida o asada."
Narby, escéptico, no cumplió las determinaciones porque no creyó en ellas. Creía que todo aquello fuera superstición, y así ingirió carne de venado ahumada con mandioca frita el día que debería casi ayunar.
A la hora marcada, Narby y otras cuatro personas se sentaron para que él vivenciara su primera experiencia con el ayahuasca y para ver la
"Televisión de la Floresta".
Ruperto se acercó y encendió el cigarrillo envuelto en papel y dijo: "Eso es toe" y les pasó el "toe" a todos los participantes. El simplón "toe" era una especie de "datura". Si Narby lo supiera, dijo después, jamás hubiera inhalado aquella fumada considerada por los "civilizados" como altamente tóxica. Enseguida, tomó su dosis de ayahuasca. El antropólogo comparó su sabor con el de la grape fruit, contrastando con la dulzura de la fumada del "toe". Ruperto empezó a entonar una canción fascinante que hizo que Jeremy Narby se pusiera entontecido.
La "Televisión" inició su programa con un calidoscopio, pero los artistas principales, entremediados por las imágenes de un roedor y de una mujer de veinte senos además de otras figuras, fueron dos serpientes bellísimas, brillantes, centelleantes y multicolores. Muy temprano ellas fueron sustituidas por dos "boa-constrictor" enormes, envueltas por su mundo de sueños, un mundo espectacular y muy brillante que aterrorizaron al antropólogo por su gigantismo.
Las dos serpientes iniciaron un diálogo mental con Jeremy Narby. Ellas le explicaron que él era sólo "un pequeño ser humano". En este momento, la mente del antropólogo "se rompió" y Narby pudo percibir su arrogancia por poseer este status: ser un ser humano. Percibió que esta arrogancia lo impedía de conocer la verdadera REALIDAD. Jeremy Narby, íntimamente, tenía la sensación de estar llorando con la extensión de esas revelaciones y se dio cuenta de que su auto piedad era una de las armas blandidas por su arrogancia. Esa fue la hora de sentir vergüenza, como jamás la había sentido en toda su vida. Por segunda vez, se sintió mareado y vomitó. Pero las grandes serpientes esperaron que él pagara su pecado de la gula y desobediencia a las órdenes de Ruperto Gómez. Cuando volvió, Narby pidió un sincero perdón por su arrogancia y auto piedad.
En sus anotaciones posteriores, el antropólogo confesó que jamás se hubiera sentido tan humilde y que sus palabras escritas no correspondían a la grandiosidad de aquellos instantes, aunque vividos entre accesos de vómitos. (Kamarampi, de kamarak - vomitar, uno de los nombres del ayahuasca).
Las últimas palabras de las dos serpientes fueron: "Pobre ser humano, sintiendo que perdió el hablar y con piedad de sí mismo."
Narby podía ver todas las cosas coloridas en rojo, incluso todo el interior de su cuerpo. Cuando vomitaba, expelía colores y electricidad en color rojo como la sangre. A su lado izquierdo vio surgir una sombra oscura, a su lado derecho una luz. Y fue esta Luz que pasó a comandarlo, las palabras parecían venir de "fuera" de él. "Pare de vomitar que la hora es de escupir, de respirar por la nariz, de gargarear con el agua, pero no de beberla." Narby sentía una sed atroz, pero su cuerpo lo prohibía de beber agua... Una mujer Ashaninka, vestida a carácter, levitaba delante de él... "¿Estás marcado?", oyó a Ruperto Gómez preguntándole y "¿Ellos le dijeron qué hacer?"
En este momento, Ruperto le contempló con otra bella canción, llena de zumbidos y staccatos. La música le dio alas para VOLAR, VOLAR para más allá del planeta, recorrer el universo... y aterrizar suavemente cuando paró. Algunas ideas exóticas, ya empañadas, aún lo perseguían.
Ruperto reinició su canción y la "Televisión de la Floresta" mostró un sugestivo programa: una hoja verde y sus nervios... seguida por una mano humana y sus venas... y después de este mensaje, se apagó.
Ordem Aplicada