Somos por tradición y por principio diametralmente opuestos a ese extravío filosófico: Extravío que supondría, llevado a sus últimas consecuencias, el derecho de los diversos pueblos de todos los continentes a encerrarse en sus errores, en sus bajezas y en su postración ancestral. El África bereber o numídica y el Asia arábiga buscarían quizá como ideal eterno conforme a la doctrina racista permanecer en el infierno ideológico y moral de Mahoma. Del que tampoco cuida de sacar a esos pueblos el positivismo anglofrancés que los sojuzga. El Asia propia y la India inmensa tendrán como destino según la ideologia racista recluirse en su anonadamiento oriental, por respetar eternamente las desgraciadas creaciones de su cultura quince o treinta veces centenaria.
Y posiblemente las naciones españolas del continente nuevo habrían de buscar su ruta futura en las tinieblas de su progenie azteca, araucana o caribe...Tantas razas como prados de latitud.