"Xanatos" <No te la
creas@yahoo.es> escribió en el mensaje
news:d9rnco$hd233@cesio.mundo-r.com...
>
> Tambien encontraras como firmo sin pestañear el
>> acta condenando a pena de muerte al inocente Puig Antich.
>
> Esa afirmación es una de las mayores pruebas de que las mentiras repetidas
> mil veces terminan convirtiendose en "verdades".
> Lo digo mas que nada porque las sentencias de muerte las dictaban los
> jueces y las sancionaba el jefe del estado. Pero es cierto que queda como
> muy "in" decir que las firmaba Fraga, así que hago como que no me se la
> historia y en este mismo momento empiezo a escandalizarme del "asesino"
> Fraga DD
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Hay que ser ignorante, o tener un cara dura enorme para atreverse a afirmar
que en aquellos momentos las sentencias de muerte las dictaban los jueces.
En aquel régimen sombrío no existía la separación de poderes. Legislativo,
ejecutivo y judicial eran usurpados por la instrucción directa del dictador
o sus ministros, o de algún jefe del Movimiento, los jueces se limitaban a
confirmar la condena de quien previamente venía ya condenado por las
instrucciones de los políticos. El Consejo de Ministros decía amén a los que
Patas cortas proponía al efecto. Y pobre del que no lo hiciera. La
existencia de tribunales militares era lo habitual, presididos por militares
de alta graduación sin categoría judicial ninguna, (un juez que yo conocía
era simplemente capitán de aviación, graduacion a la que había llegado sin
pasar por la academia, y su puesto de juez se lo frecieron sin más y lo
aceptó), jueces que no permitían hablar a los acusados, y que, en el extraño
caso de que existiese abogado defensor, éste mismo podía ser condenado por
desacato si alegaba fuera de los principios del movimiento. Los juicios
sumarísimos en los que los juzgados eran directamente condenados a prisión o
a ser pasados por las armas en breves horas eran moneda de curso habitual.
Visita el Archivo de Salamanca, o los históricos de cualquier guandoca
española con documentos de aquel tiempo, y te enteraras un poco, tu que
tanto aludes a argumentos históricos con los que solo demuestras tus
mentiras o tu ignorancia.
Y Fraga calló ante la última condena a muerte del régimen fascista, puesto
que días antes se había creado por ley un nuevo tribunal que, de haber visto
el caso, hubiera evitado aquellos asesinatos legales. Calló y consintió la
muerte.
o
>> su Ley de Prensa que sirvio para censurar y encarcelar a los opositores
>> del franquismo.
>
> Bueno, ante tal afirmación solo cabe llamarte ignorante. No existe
> periodista, ni los de la progresía de entonces, que no reconozca que la
> ley Fraga fué una fisura en toda regla en la censura del régimen, hasta el
> punto de que terminó costandole el cargo y su marcha a Londres.
> Pero no pasa nada, si manipulamos la historia una vez ¿por que no
> cuatrocientas?, venga, empiezo a escandalizarme de la ley Fraga DD
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Infórmate. O deja de mentir. La Ley de Prensa de Fraga (cuya marcha a
Londres se produjo por los enfrentamientos con el naciente poder del Opus en
las personas de Lopez Rodó, o Lopez Bravo, por ejemplo, los tecnócratas que
llegaban contra los camisas azules que perdían poder) lo único que hizo fue
impedir el depósito previo del ejemplar a publicar, la censura pasó de ser
previa a posterior a la publicación. Con esa maniobra, los periódicos salían
a la calle, pero si algo de lo publicado no pasaba por el lápiz del censor,
una simple orden del gobernador civil, (no de un juez, ni mucho menos), una
autoridad política de designación directa, suponía el secuestro de todos los
ejemplares, su recogida en los quioscos. Con esto, el impacto económico
sobre los editores podía ser tremendo, y causaba la desaparición por quiebra
de cualquiera que se atreviese a salir de la fila oficial. El ejemplo
perfecto es el diario Madrid, que acumuló secuestro tras secuestro, hasta
acabar con la voladura del edificio en que se publicaba, ya en pleno vigor
la Ley de prensa de Fraga. Y para que recordar la persecución a Triunfo, o a
Cuadernos para el Diálogo, incluso los problemas que tuvo Cambio16, por no
hablar de La Codorniz.
Pretendes aparentar que sabes, pero realmente, repito, ignoras o mientes. No
te conozco, no sé si has leído, estudiado o vivido. Pero para mí esto no es
historia, es el diario de los primeros 25 años de mi vida. No fanteasees.
La memoria no se cambia.
P E D R O